21. Entre confusiones, se levanta el hacha de guerra

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Esto último alertó a Jamie.

Un día, después de clases, salía del aula sumida en mis pensamientos, como ya empezaba a ser usual. Jamie me tomó del brazo en medio del pasillo y me hizo dar una brusca vuelta hacia la esquina en la que me había estado esperando. Parpadeé tres veces, procesando lo que acababa de pasar. 

-Jamie -dije después de un rato, dándome cuenta, con cierto retraso, de que era él. Me miró como si estuviera drogada y no pensara dejarlo.

-¿Quieres decirme qué te pasa? -preguntó sin preámbulos. 

-¿A mí? -me apunté con un dedo en el pecho. Tantié dentro de los bolsos de mis saco -Nada, creo que no tengo las llaves de la casa, las olvidé. No sé en qué pensaba... -solté una risita nerviosa.

-¡Jenna! -alzó la voz e inmovilizó mis brazos a mis costados, obligándome a verlo a los grises ojos. -Has estado demasiado lejos estas semanas, ¿quieres decirme qué te pasa? -escrutó mi rostro. -¿Ha sucedido algo en tu casa? ¿Estás enferma?

-Lo que sucede, querido James, es que está demasiado ocupada pensando en alguien -respondió Lily, que nos había descubierto en nuestro escondirijo y sólo Dios sabía cuánto tiempo llevaba ahí. Melisa estaba con ella, mantenía una mano en la cadera.

-¿En alguien? -estudió Jamie mis ojos -Oh... -susurró cuando descubrió a qué se refería Lily. 

-Sé que pasó algo entre ustedes dos -soltó ésta con picardía.

-¿Solo algo? -rió Melisa. -Mírala, tiene la cabeza en las nubes.

-No... no es eso. -dije, regresando a la realidad por primera vez en mucho tiempo. -Sí, pasó algo, pero los dos estábamos afectados por... no sé... Ni siquiera estabamos razonando cuando... No sé cómo verlo... Y siento algo feo en el pecho... -Me agarré la cabeza con ambas manos - ¡Y no quiero sentirlo! ¡Y la única manera de no sentirlo es no viéndolo a los ojos! Y... Maldita sea, ni si quiera sé desde cuando me siento así.... -Me froté el cabello  -¡Ah! ¡No sé qué hacer! ¡Esto es horrible, nunca me había pasado! ¡Le he dedicado tardes enteras a investigar qué es esto, pero ni siquiera encuentro un nombre! ¡Quiero desaparecer! -Froté con fuerza -¡Y me siento rara cuando me ve! ¡Mierda, alguien quítele esos putos ojos! ¡Es tan frustrante! ¡Sólo quiero tirarme a un pozo antes de que me mate!

Me había jorobado y mis brazos cubrían por completo mi rostro.

-Lo sé... estoy loca -susurré con la voz ronca -y he perdido la cabeza.

 Me atreví a verlos de reojo a través del cabello que me caía en los ojos para ver sus reacciones.

Los tres me sonreían de oreja a oreja. 

Qué mierda...

Melisa se tapó la boca con la mano y giró la cabeza para soltar una risita discreta.

Yo los miré como si fuera ellos los que habían perdido la cabeza.

-¿Qué, no me van a recomendar un psicólogo? ¡Digan algo! 

Como respuesta, Jamie salvó la distancia que nos separaba y me abrazó, juntando mi cabeza con la suya con una mano. 

-Jenna... -comenzó Lily, mordiéndose el labio inferior, manteniéndo la seriedad -Lo que pasa es que... -me miró como una madre  mira a su hijo pronunciar sus primeras palabras -Estás... -se tapó la boca con la mano -...Estás enamorada.

Me quedé quieta un rato, sin saber si había escuchado bien, esperando a que se aclarara. Jamie se separó de mi para ver mi reacción pero yo estaba con la mirada perdida. Con el meñique, hice como si me quitara basura del oído. 

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