54. Una sílaba

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Ale reportándose! 

Lamento la tardanza, le echo toda la culpa a la semana de exámenes, y a las veces que revisé este capítulo hasta que lo consideré digno de ser publicado jiji 

Capi dedicado a @NutellaPotationer (espero haberlo escrito bien) que fue su cumple el pasado 23 de marzo si no me equivoco, feliz cumple atrasado, linda XD 

Ya que estoy de vacaciones, como le dicen en EUA Spring break, y aquí en México, semanas Santa y Pascua, el siguiente capítulo no se hará esperar. 

Los extrañé mucho, mucho lof, disfruten la lectura.

Nota: no sé mucho sobre laboratorios, términos químicos o clínicos, etc etc, si alguien se da cuenta de algún error y me lo hace saber se los agradecería y de una vez pido perdón por tan imperdonable falta XD 

Pandas, Ale.

***

Entramos tomados de la mano, y no pude evitar fijarme en la asesina mirada que Seth le dedicó a Stanley.

Prácticamente Seth pasó por lo mismo que yo, y luego de unas cuantas pruebas más, nos fuimos a casa, cada uno con los papeles por firmar en la mano.

Demasiado cobarde como para mostrárselos a papá, tuve que darle a firmar los documentos a Tayler, a quien capturé en un momento algo estresante para él en la universidad y los firmó sin preguntarme nada, a lo que me salí con la sonrisita victoriosa de su habitación.

La segunda vez que fuimos al laboratorio me dolía la cabeza. Amanecí con pinchazos que creí que se irían con el transcurso del día.

—¿Ya los pusieron a correr como ratas? —me había preguntado Lily después del primer día, entre broma y seriedad.

—Ya —contesté seriamente, para borrarle esa sonrisa de sopetón y echar a reír—. No exactamente como ratas, pero algo así.

Pese a que me dolía terriblemente la cabeza, ésta vez llevaba ropas deportivas, lista para cualquier cosa. Estaba prácticamente congelándome afuera, pero dentro la temperatura estaba a ambiente, lo que obligó a todos a quitarse los abrigos.

La primavera estaba cerca, y sin embargo, no parecía querer dejar de nevar.

Una mujer, la que antes me tomara la presión, me guió hacia una mesita con un microscopio sobre ella.

Sabía lo que haría, Stanley no iniciaba la sesión sin explicarnos antes qué harían con nosotros. Todo, claro, estaba legalmente permitido, así lo decían los documentos que Tayler firmó sin saberlo.

—¿Tus padres no sufrieron de algo similar, Jenna? —me preguntó el tío de Gabriel, apoyando los codos delante de mí.

—No que yo sepa —me encogí de hombros, tratando de ignorar las punzadas en mi cabeza.

—¿Tus abuelos?

Nop. No puede ser genético, ¿o sí?

—Es lo que quiero saber —se rascó la barbilla que lucía una recién afeitada—. Ustedes han logrado llevarlo en secreto todo este tiempo, ¿por qué no lo harían tus abuelos o padres?

—Sería un secreto familiar, ¿no cree? Lo dirían a cierta edad, como cuando nos dan "la plática". Éstas cosas no se ocultan a la familia.

—Pero tú lo has hecho —achicó los ojos y sonrió maliciosamente.

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