4. Infierno y Paraíso

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¡Santos caballos morados! ¡Frijoles en salsa! Estoy emocionada porque a muchas personas les gusta mi historia. Perdonen los horrores de ortografía y disfruten la lectura. (゚▽゚) 

*Voz de narrador*

En el capítulo anterior...

Tendría que vestirme con los chicos. Por lo tanto, ver a los chicos desnudarse. Me puse roja sólo de pensarlo. Me armé de valor y voluntad y, temblando por las ganas de hacer del baño, entré al vestidor de chicos. 

...

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Infierno y Paraíso



El vestidor de chicos era muy parecido al de las chicas; un poco más amplio de lo necesario, sólo que los casilleros eran azules y las paredes también. Había chicos esparcidos por todas partes. No eran como las chicas, que se reunían y platicaban mientras se cambiaban; otras eran demasiado tímidas y preferían meterse a un cubículo.

Ellos, en cambio, estaban totalmente desparramados. Había riéndose por allá, uno en el piso sentado, otro parado en una banca haciendo alguna broma, otros más calmados cambiándose en silencio.

Antes de entrar, Seth me había dado un papelito con dos números, cada uno con tres dígitos. Era el número de su casilla y clave para abrirla. La encontré casi en seguida y la abrí.

Vi a muchos chicos sin camisa, sin pantalones y trataba de desviar la vista lo más que podía, pero... ¡maldita sea, esto era un sueño! No es que fuera pervertida pero... ¿qué chica en su sano juicio no quiere ver a chicos semi–desnudos a su alrededor?

Me costaba respirar y estaba segura de tener el rostro totalmente entomatado.

Sí, entomatado. Decir que estaba sonrojada era quedarse corta. Un tomate con ojos y boca me describe mejor.

Un chico rubio llegó riendo junto a otro a un lado de mí y abrió la casilla junto a la de Seth. El que venía a un lado del rubio ya estaba cambiado. El rubio se quitó el saco, se quitó la corbata y la aventó dentro del casillero, se desabrochó la camisa y se deshizo de ella en unos segundos antes de ponerse por arriba la blusa deportiva. Yo estudiaba de reojo sus movimientos. No había visto su torso desnudo, ya que llevaba una blusa interior blanca, pero no pude evitar mirarlo cuando se quitó los pantalones.

¡Rayos!

No mires, Jenna, no mires.

Me concentré en mirar dentro de la casilla y busqué el uniforme deportivo de Seth. Lo encontré bien doblado hasta el fondo, con las zapatillas deportivas a un lado. Alejando las vaciladas, tomé el uniforme entre mis manos y lo puse en la banca detrás de mí.

Y me congelé ante mi nuevo descubrimiento.

Yo tendría que desnudarme también.

Desnudar el cuerpo de Seth.

Ay, María purísima, ¿por qué me pasa esto a mí? ¡No puedo! ¡Esto es imposible! El cuerpo de Seth... no, no pienses en eso. Oh, mira ese abdomen... cuánto músculo, por Dios, ¡qué piernas! ... MALDITA SEA, JENNA, CONCÉNTRATE.

Ok, ok, puedes hacerlo con los ojos cerrados. No mires, sólo cámbiate y ya. No puede ser tan difícil. Lo haces todas las mañanas al vestirte. Sí, sí, esto es muy fácil. Oh, mierda, tengo que ir al baño.

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