9. Cuarto beso

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Lo miré, estupefacta, él me miró impasible. Hizo una mueca y se tocó la frente, donde un círculo morado asomaba. 

-Diablos, ¿qué es esto?-se presionó un poco y comprobó que era un moretón.

-¿Por qué hiciste eso?-pregunté.

Me miró a los ojos y bajó la mano. 

-No quiero que me eches la culpa por lo que pasó. 

-Sigues teniendo la culpa.

-¿No crees suficiente que yo sufra por tí?

-No. Eso fue desición tuya. 

-Ya estamos a mano. 

Algo no cuadraba, ¿Seth McFare haciendo algo por alguien? De niño, Seth era una persona muy solidaria, como su madre, y siempre era amable con todos y sonreía ante cualquier cosa, y nunca eran sonrisas falsas. Cuando lo reconocí, me percaté de lo mucho que había cambiado, bastante, fue por eso que no lo reconocí en un principio.

Pero seguía confundida, ¿es que aún había algo de ese niño ahí dentro? 

Me incliné hacia él con la intención de besarlo y cambiar de cuerpos, pero él fue más rápido y se alejó. Me apoyé en la cama e incliné la cabeza de manera de que no pudiera escapar.

-¡Seth! ¡Suficiente, bésame!-le gritaba. No tuve de otra más que ponerme arriba de él, subiéndome a la cama completamente. El cuerpo que antes fue mío quedó debajo de mí y busqué la manera de inmoblilizarlo con tantas cobijas encima. Seth sólo se retorcía y evitaba mis labios. 

-¡Quítate!- gritó. Puso la mano a palma abierta totalmente sobre mi cara y me alejó, yo le tomé de la muñeca e intenté quitárme la mano del rostro, pero ambos éramos muy fuertes y las manos sólo temblaban. 

-¡Quiero regresar a mi cuerpo!- exclamé. No quería estar en su cuerpo de nuevo, aunque me sintiera bien aquí. 

La puerta de la enfermería se abrió y Seth y yo nos quedamos como piedra. No pude ver bien quién había entrado ya que estaba de espaldas a la puerta. Me quedé viendo a Seth, que estaba con el mismo rostro que yo, los ojos como platos, sin saber qué hacer en una situación tan incómoda. 

-¡Seth!-escuché exclamar a Louis.

-¡Se me separan en este instante!- gritó Hellen. Eso hice. No pude voltear a verlos, seguramente tenía el rostro entomatado por la vergüenza. ¿Por qué habían tenido que entrar en ese instante? ¡No había podido cambiar de cuerpo! Bueno, en ese momento, no era precisamente eso lo que me preocupaba.

Vi cómo Louis se acercaba a Seth y me miraba reprobatoriamente.

-Jenna ¿todo bien? 

-Sí, gracias- respondió Seth. Esturnudó. 

-¿Estás enferma?- Louis tocó la frente de Seth y con otra mano la suya para medir temperaturas. -Hellen, creo que tiene un poco de fiebre. 

-Déjame ver- Hellen hizo lo mismo y fue por un termómetro en su escritorio. -Después hablaré contigo, Seth- me dijo. -Louis, toma el trapo que está en el segundo cajón de la mesita y mójalo poquito, por favor. Y también saca las pastillas de la caja verde-. Louis obecedió. 

-Mentirosa. Dijiste que no estabas enferma- me susurró Seth. No le respondí porque Louis se acercó y le puso el trapo en la frente. 

-Tu papá ya no tarda. Te traje tus cosas- dijo Louis. Hellen se acercó y le puso el termómetro en la boca. ¡Mi padre venía en camino! ¿Que haría? Teníamos que cambiar de cuerpos o él se iría a mi casa. 

CambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora