19. Un día con Seth

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Pude subir antes :D Mis palabras no son suficientes para agradecerles todos sus comentarios y apoyo, desde el fondo de mi corazón les doy el gracias más sincero del mundo, sin ustedes este libro no es nada. 

Gracias por leer, disfruten la lectura. Pandas a todos<3

***

Escuché gritos, gritaban mi nombre, voces conocidas, algunas desconocidas. Los rostros de Liz, Tony, Jenna, Gabriel, Jamie, mi padre, mi madre, todos aparecían parpadeando, como un foco fundiéndosa, todos tenían los colores distrocionados, la piel se derretía y sus caras se deformaban. Apareció una mano en medio de todo ese vómito de colores, se estiraba hacia adelante, como saliendo de una pantalla. 

-Seth... -gemía. -¡Seth! -gritó. La voz estaba terriblemente distorcionada, parecía buscar mi ayuda. Intenté alzar mi brazo pero mi mano trapasó la suya, como si fuera un holograma, la mano se alejó, escuché el grito de una voz femenina, bastante familiar, gritar mi nombre antes de caer en el vacío. La llamé pero no hubo nada, no respondió, no pude salvarla. Más imágenes de personas se arremolinaron sobre mí, derritiéndose y con gritos desesperados. Me quedé con la mala sensación de haberle fallado.

Me desperté cuando el sol aún no se había levantado, Jenna descansaba plácidamente en mis brazos. Miré su rostro dormido, relajado, entregándose por completo al sueño. Me pregunté si tendría el sueño pesado, y tratándose de Jenna, lo más probable es que fuera así. Decidí arriesgarme y toqué su mejilla con el dorso de la mano. Las pupilas bailaron dentro de sus párpados cerrados y retiré la mano. 

Miré el techo y suspiré. Llevaba una semana soñando con eso, estaba cansado de ello, no me dejaba descansar. Sabiendo que no podía volver a conciliar el sueño, me levanté con cuidado y por accidente, destapé a Jenna. Percaté de que dormía con las manos arriba, a la altura de la cabeza, justo como los bebés duermen. Sonreí sin poder evitarlo y coloqué la cobija hasta su cuello, pasé una mano por su cabello y, aprovechando que estaba de perfil, le deshize la cola de caballo para que descansara mejor. Dejé la liga a un lado de ella. Mirándola, con esa expresión de paz, me pregunté si sería Jenna quien me extendía su mano. Una vez despierto, no podía recordar aquella extraña voz.

Apreté la mano de mi madre y le di un beso en la frente. Fui al baño y de regreso escuché a Tony removiéndose en el sofá, incómodo. Él no estaba acostumbrado a dormir en un sofá... ninguno lo estaba. Se veía intranquilo, había estado sumido en sus pensamientos la última semana y días previosa a ésta. Sabía por lo que estaba pasando, lo sabía mejor que él mismo. También sabía lo que ocurría con Jamie, sabía por qué éste me odiaba, lo había sabido incluso antes de que Jamie empezara a odiarme. Lo que me parecía extraño era que Tony se estaba guardando muchas cosas, usualmente me lo contaba todo. 

Tony solía ser como un niño pequeño a veces; una vez que comenzaba a contarme algo, no paraba hasta que terminase de decir la última palabra. Estaba cambiando. Lo que no cambiaba era el hecho de que seguía pateando las cobijas en la noche. Lo tapé hasta el cuello y salí de la habitación en busca de comida.

No había mucha gente merodeando por los pasillos. El reloj de la cafetería me dijo que eran las cuatro de la mañana, no sabía qué haría en todo ese tiempo. La cocina no se abría hasta las seis, así que compré un jugo de caja en una de las máquina expendedoras y me lo acabé casi en cuanto lo abrí. Mi estómago rugió de hambre y compré también unas galletas. Regresé a la habitación, con la idea de que trataría de dormir dos horas más para llevar a Jenna a su casa, pero Tony iba saliendo de ella cuando llegué. 

-¿Sucede algo? -le pregunté.

-Fui al baño y no te vi. ¿No puedes dormir? -bostezó. Negué con la cabeza. Le ofrecí del paquete de galletas.

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