14. Cumpleaños de Louis (Tony) II

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Salí del cuarto en estado de shock.

¡Qué vas a hacer ahora!, me gritó una voz en mi cabeza. No supe responderle. 

Me había separado de Louis con un empujón. Me miró sorprendido, yo le había devuelto el beso por unos instantes y él había entendido que yo lo aceptaba... no, que Seth lo aceptaba. Todos los pensamientos, las alucinaciones, las fantasías que había tenido con Louis las corrí de una patada de mi cabeza; ya no tendría oportunidades con él. 

Comprendí de golpe por qué nunca sabía nada acerca de su vida amorosa. Ja, pero si el chico se lo mantenía bien oculto. Solté una carcajada. Louis seguía dentro del cuarto, plantado como lo había dejado. Esperaba no haberlo humillado, que supiera que yo (Seth) tenía cosas que aclarar (con Seth). 

Y eso me llevaba a pensar en la bronca que me hecharía Seth cuando se enterase. ¿Qué voy a hacer? ¡Me va a matar! Abusé de su cuerpo drogándolo y alcholizándolo y de su relación con Louis con esa estupidez. 

No vería la luz del día si se lo decía esa misma noche. Bajé las escaleras con aire ausente y observé a la gente bailar canciones setenteras y ochenteras. Liz estaba en el sofá, hablando con Jamie en lo que parecía ser una plática muy seria. Divisé a Lily y a Melisa riendo junto con unos muchachos que no reconocí. Una vez abajo, busqué con la mirada a Seth. Lo busqué en el baño, en la cocina, pregunté a mis amigas, a quienes lo conocían. ¿Estaría en la azotea? Negué con la cabeza, Seth no podía estar en la azotea de una casa como esa en una fiesta como esa. 

Probé con el patio delantero y di justo en el blanco. No había muchas personas afuera, unos chicos se besuqueaban apoyados en el carro del vecino y Seth, tendido boca arriba sobre el césped con los ojos cerrados. La camisa blanca revelaba un pedacito de piel arriba del pantalón. Ahí fuera, la música se escuchaba ahogada, como si estuviera muy, muy lejos. 

Sería bueno mencionar que se me antojó jugarle otra broma, como la vez en el tejado de la escuela, pero no con lo que había hecho. La culpa se comía todo mi ser y la conciencia comenzaba a morderme. Simplemente me incliné hacia él y le di un rápido pico en los labios, lo suficiente para sentir que caía nuevamente en mi cuerpo recostado. Abrí los ojos y estaba acostada, Seth me miraba desde arriba, un poco confundido por tan repentino cambio. Una vez entendiendo lo que había pasado, posó sus ojos en mi y me miró con gesto molesto.

-¿Dónde estabas? -me preguntó mientras yo me sentaba. El corazón me latía tan rápido que no escuchaba los ecos de la música, sólo el latir de mis apresuradas pulsaciones en la cabeza haciendo tum-tum, tum-tum, tum-tum.

-Jenna -me llamó. Al ver que no le contestaba, me tomó por la barbilla y escrutó mi rostro en busca de indicios de alcohol. 

-Ya estoy bien -alejé su mano de un manotazo. -Vomité hace un rato, así que ya estoy bien -dije entre dientes. Me miró, serio. Frunció el seño.

-¿Dónde estabas? -repitió. 

-¿Dónde estabas tú? -me crucé de brazos, fingiendo que me importaba más eso cuando en realidad me estaba matando por encontrar una bonita manera de darle el golpe de noticia. 

-He estado aquí desde hace un buen rato. Después de vomitar todo -eso último lo dijo recalcado-, vine aquí. 

-¿Y estás mejor? 

-Sí -respondió. -Tengo un sabor a menta en la boca, ¿estabas mascando chicle? 

Me puse nerviosa y me froté las manos que comenzaban a sudarme. 

-Emm... sí, fue des-después de que... tú sabes. 

Me miró con ojos recelosos y sonrió de medio lado. ¿Me había descubierto? ¿Sabía ya que le estaba ocultando algo? ¿Tanto se me notaba? 

CambioWhere stories live. Discover now