1. Prólogo

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Siempre he sido un tipo bastante solitario, de pocos amigos y pocas palabras... nunca me he considerado un hombre muy atractivo, razón por la cual no me extrañó que mi primera relación amorosa fuera un total y completo fracaso.

Estaba en mi penúltimo año de escuela cuando conocí a una de mis compañeras de clase más en profundidad, pues éramos compañeros de curso desde el año anterior. Su nombre era Minako, siempre me había parecido una chica muy atractiva (al menos físicamente), y como no había cruzado palabra alguna con ella, no tenía modo de saber como era su personalidad.

¿Cómo nos volvimos novios? bueno, todo comenzó porque ella no tenía muy buenas calificaciones en la escuela (a diferencia de mí), y decidió pedirme ayuda en la materia que se me daba más fácil: inglés. A medida que pasaba el tiempo, y gracias a esas clases particulares que le daba después de salir de la escuela, comencé a sentir cosas por ella. Estaba sumamente nervioso ante la idea de que cuando se lo dijera (si es que me atrevía a hacerlo), ella me rechazara, algo que sorprendentemente no pasó. Un día me armé de valor y le confesé que la quería, y ella me correspondió. Esta era la primera vez que una chica me aceptaba, no estaba dispuesto a perder la oportunidad de ser feliz con alguien tan linda como ella.

Al cabo de un tiempo muy breve, le pedí que fuera mi novia. Primero lo mantuvimos en secreto, queríamos que fuera algo sólo de los dos, sin embargo con el tiempo fue obvio que éramos algo más que amigos a ojos de terceros, así que decidimos hacerlo público.

Duramos un poco más de 3 años juntos, en los cuales poca parte de ellos puedo decir que fui honestamente feliz.

Al principio nuestra relación iba bien, era una típica relación de adolescentes, y yo de verdad me sentía enamorado de ella... pero nuestro lindo romance comenzó a estropearse poco a poco a medida que pasaba el tiempo.

Al cabo de 1 año, la dulce chica que yo tanto quería comenzó a cambiar completamente. Quizá siempre había sido así, pero jamás lo había notado hasta ese entonces.

Recuerdo que solía molestarse por cosas muy pequeñas, decía que mis gustos eran extraños, me celaba mucho (lo cual no lograba entender pues como ya dije, no soy un hombre atractivo y jamás le di motivos para hacerlo) y en repetidas ocasiones me amenazaba con terminar nuestra relación porque, en lugar de tener una foto de perfil en facebook de nosotros dos, tenía una de algún video juego que me gustaba o un dibujo que había realizado recientemente.

A esas alturas tampoco había intimidad, pues cada vez que yo trataba de llegar más allá, ella parecía sumamente desganada, y de las pocas veces que concretábamos algo, era como un mero trámite para ella donde solo buscaba su propia satisfacción, diciéndome que "fuera al baño a terminar lo mío".

Era algo difícil de soportar, sin embargo no tenía los pantalones para terminar mi relación con ella. Y no precisamente porque siguiera enamorado, pues al cabo de un año y medio lo único que quería era terminar nuestra relación, sino por el hecho de que pensaba que jamás volvería a encontrar una pareja con la cual estar.

Cuando terminó la escuela y di la prueba de admisión para la universidad, decidí que quería entrar a estudiar Derecho, algo que siempre me había gustado (además de los video juegos y el dibujo, claro). Ella, por su parte, no tenía muy claro aún que deseaba estudiar, así que decidió hacer una suerte de bachillerato, más que nada para no dejar un año en blanco.

Los problemas entre nosotros continuaron y con mayor fuerza que antes, pues al entrar a la universidad, inevitablemente conocí gente nueva, lo cual hacía que ella se enojara muchísimo, haciéndome escoger siempre entre "ella" o "mis nuevos amigos". Lo más gracioso era que cada vez que teníamos la oportunidad de finalmente vernos, ella inventaba una y mil excusas para no hacerlo: que estaba ocupada, que tenía que estudiar, que no tenía ganas de salir, etc.

De esos 3 años y algo que estuvimos juntos nunca asistió a mis cumpleaños, pues no le gustaba estar cerca de mi familia. A diferencia de la situación que se vivía en su hogar donde ella sólo vivía con su madre y hermana, mis padres eran sumamente cariñosos conmigo, y eso no le gustaba para nada a mi celosa novia. Decía que éramos demasiado empalagosos, que no podríamos sobrevivir el uno sin el otro y constantemente criticaba la forma de ser de mis padres y del resto de mis familiares, lo cual me dolía mucho. En cierto sentido, con criticarlos a ellos me criticaba a mi... mal que mal, de ahí es de donde vengo.

Cuando me animaba a mostrarle algún video juego que compraba, decía que era un nerd, que nada más pensaba en jugar, que no me tomaba las cosas enserio, que no llegaría a ningún lado en la vida si seguía así, entre otras cosas que honestamente no quiero recordar.

Dicha situación me tenía muy afectado internamente, lo cual se vio reflejado en mi rendimiento académico ese año en la universidad. Tenía 10 ramos anuales, de los cuales sólo aprobé 2, cayendo obviamente en causal de expulsión. Admito que esto fue en gran parte mi culpa, no estaba acostumbrado al ritmo de la universidad, y muchas veces perdía mi tiempo jugando en mis video juegos o dibujando, pero también es cierto que mi situación amorosa con ella tenía un porcentaje bastante alto de afección en mí.

Mis padres me aconsejaban que debía terminar esa relación, que era dañina para mi, pero yo no quería. A pesar de lo mal que la pasaba, muchas veces sentía que lo que ella me decía era cierto, que mis gustos eran extraños, que mis dibujos parecían de gente "perturbada psicológicamente" o que no debía continuar jugando video juegos.

En cierto sentido, sentía que merecía el como ella me trataba, creía que tenía razón.

En ese entonces no me daba cuenta de lo abusiva que era nuestra relación, al menos en el ámbito psicológico, y pensaba que la única salida que tenía para terminar con todo eso era engañarla con otra chica, algo que obviamente está mal. Nunca le fuí infiel, pero si sentí unas enormes ganas de hacerlo en repetidas ocasiones. Necesitaba escapar de esa situación tan dañina de alguna manera, pues terminar no era una opción viable para mi.

Afortunadamente ese año no fui expulsado de la carrera, sin embargo decidí cambiarme de universidad. Quería un nuevo comienzo, al menos académicamente hablando. Mis padres me apoyaron y me inscribieron en otra Facultad de Derecho que se encontraba a sólo 15 minutos de mi antigua facultad, estaba sumamente feliz.





(...)

El nuevo año académico empezó, y todo se veía mejor que antes. Ese semestre obtuve muy buenas calificaciones y no reprobé ningún ramo, sin embargo aun tenía un problema... mi novia.

No estoy seguro de qué fue exactamente lo que me hizo cambiar de parecer, pero ese año comencé a valorarme mucho más como persona, ayudado por una psicóloga a la cual comencé a ir desde principios de ese año.
Me di cuenta de que no tenía por qué aguantar los berrinches de ella, mucho menos su trato abusivo. A esas alturas de mi vida, me daba lo mismo si me quedaba sólo o no, pero era definitivo que con ella no podía seguir.

El último tiempo ya casi no nos veíamos, no habían besos ni nada de eso, y cuando decidí terminar con todo esto y le hablé por chat para que lo conversáramos en persona, ella prefirió no verme y terminar nuestra relación por ahí. Me pidió que le diera mi número de cuenta bancaria para depositarme un poco de dinero que me debía, y luego no volví a saber más de ella.

Para mi fue algo inmaduro su actuar y sin ser yo el rey de los maduros, mi sugerencia fue que siguiéramos siendo amigos, pues no le guardaba rencor. En el fondo sabía que no era una mala persona, sólo había tenido una vida un poco más dura que la mía nada más, sin embargo ella se opuso rotundamente a la idea de ser amiga de su ex novio, y ante eso yo no podía hacer más que desearle suerte en todo lo que se propusiera.



(...)

Finalmente me sentía tranquilo conmigo mismo, ya no tenía esa presión encima y podía continuar con mi vida de manera más segura y con mejor ánimo. Eso si, lo que jamás imaginé, fue que dentro de tan poco tiempo mi vida daría un nuevo vuelco que cambiaría al 100% mi forma de ver las cosas, ni lo feliz que podría llegar con una persona.

Noriaki Kakyoin, junio de 2014.

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