28. Lo siento

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Abrió la puerta lentamente debido al temor que sentía de ver a su amado Kakyoin. Si bien le habían dicho que no se trataba de nada terrible, no sabía con que se iba a encontrar, estaba siendo demasiado paranoico al parecer.
Una vez vio a su amado pelirrojo recostado en la cama sin señales de tener algo grave, respiró aliviado y satisfecho, él estaba bien.

—¿Qué haces aquí?— preguntó algo sorprendido y exasperado Kakyoin a penas le vio entrar.

—Tu mamá me llamó...— respondió el mayor cerrando la puerta y caminando hasta una pequeña silla que estaba al lado del pelirrojo- ¿qué fue lo que te pasó?

—Tú— respondió con la voz entrecortada —eso me pasó.

Kakyoin le miraba con mucha tristeza, y aunque le alegraba demasiado que Jotaro estuviese ahí con él, su cabeza le decía que debía mantenerse firme en no hacérselo notar. No se lo merecía.

—Kakyoin... yo...— el ojiazul bajó la mirada en señal de tristeza, estaba muy arrepentido de su actuar —lo siento...

Acto seguido, tomó una de las manos del menor y la sujetó fuertemente con la suya. Le daba mucha tristeza ver a Kakyoin conectado a tantas máquinas, más aun porque sabía que él había sido el causante de todo lo ocurrido.

—¿Sabes lo que me hace sentir peor? que tuviera que pasar esto para que vinieras a disculparte conmigo...

El menor no tenía idea de las intenciones de Jotaro por disculparse con el esa mañana, claro, como iba a saberlo después de la golpiza que le otorgó a Dio, no era algo fácil de deducir.

—Eso no es cierto, Kakyoin... yo quería hablar contigo desde la mañana, pedirte perdón por lo que pasó ayer...— suspiró —pero las cosas se salieron un poco de control.

—No sabes como me gustaría creerte, Jotaro— respondió el menor —pero no puedo. Has estado tan extraño últimamente...

—Lo sé, sé que he actuado mal, de verdad... pero estoy arrepentido, te lo juro.

Jotaro nuevamente lo miraba con esos ojos brillosos que no le mentían nunca. Quería creerle, de verdad quería, pero no podía... no después de todo lo que había pasado.

—¿Por qué me seguiste hasta el cine— preguntó intrigado el pelirrojo, si era verdad que estaba arrepentido, que le dijera las razones del por qué actuó así.

—Polnareff me contó que los oyó a tí y a Dio hablar al respecto y bueno... le pedí que me acompañara hasta allá.

—¿Y eso es justificación suficiente?— el menor se cruzó de brazos esperando una respuesta coherente.

—Sé que estuve mal... no debí hacerlo.

—Pero lo hiciste— dijo en seco Kakyoin —y para peor fuiste muy grosero con Dio.

—¿Por qué lo defiendes tanto?— preguntaba el mayor sintiendo muchos celos, le hervía la sangre pensar en Dio y sus intenciones con su amado Kakyoin.

—No lo estoy defendiendo, Jotaro... solo estoy siendo justo, no confundas las cosas.

—No las estoy confundiendo, Kakyoin. Ese tipo tiene otras intenciones contigo... y yo... n- no pude soportarlo— tuvo que admitirlo, no tenía sentido ocultarlo más, porque a menos que fuera un psicópata, no se justificaba su actuar de otra manera que no fueran celos.

—¿Sentiste celos?

—Si...— el mayor bajó la mirada en señal de vergüenza, su rostro se había puesto casi tan rojo como el cabello de Kakyoin al admitir abiertamente sentir celos.

Now I know what love is (JJBA)Where stories live. Discover now