Capítulo 43. Tonight. (Esta noche)

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  Una mano, nuevamente enguantada, se elevó esperando a la más pequeña con mitón que se posara sobre ella frente a las puertas del Ballroom. Estas se abrieron a la par que anunciaban el ingreso de los Reyes de Labyrinth y del Underground. Los invitados aplaudieron ante su regia entrada. Dos tronos fueron ubicados en el salón, los cuales, fueron ocupados por los soberanos para recibir los respetos de sus súbditos.

  —Sus Majestades. —El rey Kaden se inclinó ante ellos con respeto—. Mis mejores augurios y mi vida, mis Reyes. —Sarah no comprendía muy bien lo que este hombre estaba ofreciendo. En cambio, Jareth, quedó pasmado. ¿Había escuchado bien?

  —¿Rey Kaden... está usted diciendo lo que oí? —inquirió Jareth.

  —Sí, mi Rey. —Se inclinó sobre una rodilla ante los atónitos presentes. Aquellos dos reinos siempre habían tenido pugna por el poder de todo el Underground, pese a que también se unían para defenderlo, y este era un momento más que histórico. La voz del rey águila se dejó oír fuerte y clara—. Yo, mi Rey, juro fidelidad, obediencia y auxilio, tanto a usted como a mi Reina. Y si alguien de mi familia osa ir contra mi voluntad... —Dejó que su oscuro poder irradiara de su cuerpo— personalmente me haré cargo de su castigo, Su Gracia. —Sarah pudo sentir, como el resto, la fuerza de este fey y lo temible que podía llegar a ser.

  —Rey Kaden —Jareth se puso de pie haciendo que Sarah lo imitase y avanzaron hacia él—, sus augurios son aceptados, al igual que su servicio. Pero... —Estudió a Sarah quién asentó con la cabeza y tomó la palabra.

  —Si, alguna vez, pudiéramos contar con su amistad, nos honraría. —Kaden sonrió viendo a la Reina.

  —¿Pese al verde musgo, Su Majestad? —Ella se ruborizó un poco y sonrió.

  —Supongo que lo cambiará pronto, por no disgustar a una dama. —Kaden rió.

  —Muy cierto, mi Reina. —Volvió a inclinarse y se hizo a un lado buscando la pálida cabellera que había visto en el templo.

  —Sus Majestades. —Sir Erwin sonrió—. No tengo mucho que decir que ya no haya dicho, ¿verdad?

  —De hecho —rió Jareth—. ¿No crees, mi Reina? —Observó a la joven a su lado quien le sonrió a su vez.

  —Yo nunca me cansaré de oírte, tío Erwin. Ni de agradecerte.

  —¿Aún con las mañas que le he enseñado a tu esposo?

  —Tal vez... te agradezca por ellas... algún día —bromeó y, tras una inclinación, Erwin dejó lugar a los siguientes.

  —Sus Altezas. —Gontran y Alin se encorvaron—. Nuestros respetos y corazones están con ustedes.

  —Y los nuestros con ustedes, primos.

  —Ahora más que nunca, Jareth, mi Rey, mi lealtad para contigo —Gontran sonrió y Jareth cabeceó en agradecimiento.

  —¿No es el hombre más maravilloso? —Alin murmuró a Sarah cuando se apartaron hacia un lado. La reina afirmó con una sonrisa, en tanto, Gontran rió por lo bajo viendo a su esposa de reojo.

  —Sus Majestades —Conrad sonrió llevando de la mano a una recatada Lucia. ¡Estaba tan nerviosa al sentirse el centro de atención! ¡Y... todas esas finas damas tan hermosas y altas! Ignoraba lo agraciada que ella se veía en ese vestido de suave color verde manzana—. Espero que no se pongan pesados y puedan seguir disfrutando de la vida como hasta ahora.

  —Contigo cerca, eso sería algo imposible de olvidar. Y... —nuevamente se pusieron de pie y fueron hacia la otra pareja— hablando de eso... He oído un rumor sobre un cierto baile en el templo. —Lucia se mordió los labios nerviosa. Esperaba que Conrad no se hubiere metido en problemas—. Tú sabes, el famoso "bunga-bun" de estos territorios.

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora