Capítulo 30. Conviviendo con Lady Brigitte.

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  Sarah conoció a Lady Brigitte recién por la tarde y su primera impresión no la engañó. Una mujer hermosa, sí, pero, no dejaba de transmitir escalofríos cuando uno la observaba y, en especial, si ella era quien le estudiaba a uno; sentimiento el cual, compartía con los goblins. Todos admiraban y compadecían a la eficiente Fussy; ¿de dónde ella sacaba dicha paciencia? Pues, nadie sabía. Un don divino en cuanto a tolerancia y adivinar qué se esperaba de ella; al menos, eso suponían. Claro que a Lady Brigitte no le agradaba el aspecto de Fussy ni del resto de los criados, pero, por lo menos, reconocía que la joven era excelente y qué tenía muy buenos modos. Por lo que Jareth, a veces, le hacía bromas al respecto diciéndole cosas como "en verdad te has ganado su corazón... ¡si tiene uno!" y se largaba a reír.

  Desde el primer momento, la tutora dejó en claro tanto a la futura reina como al Rey Goblin, que no permitiría que se le contradijera en cuanto a la educación de la muchacha que, además de no conocer nada del Underground, era ¡humana!

  —Bueno... pensaba convertirla en goblin, verá usted, madame. Pero... me pareció más atractiva la idea de casarme con ella tal como es. —Sonrió con ironía. Sarah tuvo que morderse los labios para no largarse a reír. Y tras la severa mirada de la fey, tanto al joven monarca como a la muchacha, Sarah se dedicó a tocar algo de su cena.

  —Su Majestad, usted sabe lo importante que es mantener la buenas maneras. Y para eso me llamó, ¿verdad? Entonces, tenemos poco tiempo para convertir a Lady Sarah en alguien digna de respeto ante el resto. Usted debe saber muy bien qué sucede cuando alguien no se ajusta a las reglas de la corte.

  —Sí, Lady Brigitte; lo sé. Y... Sarah YA es digna de respeto. De otra manera, no sería mi prometida, my lady.

  —¡Por supuesto, Su Majestad! Entonces, ahora estamos hablando el mismo idioma. —Suspiró—. Su Alteza, usted es muy joven aún y... no sólo eso, sino que su carácter también lo es. Habrá cosas que, de seguro corregiré y que... quizás, puedan incluir algunas de sus costumbres hacia su prometida, Su Gracia.

  —¡¿Por qué?! —manifestó molesto—. ¡Yo soy todo un caballero con ella!

  —Sí, Su Majestad. No lo pongo en duda. —Su voz no decía lo mismo—. Pero, deberán cuidar las apariencias. Por ejemplo, ¿es necesario que Lady Sarah tenga que estar sentada tan cerca de usted?

  —¡Es mi novia! ¡Le corresponde estar cerca de mí y, cuando sea mi esposa, estará a mi lado, presidiendo la mesa!

  —Su Majestad, lo sé perfectamente, mas, me refiero... a la distancia de sus asientos. —Extendió sus manos tratando de hacerles ver que ambos estaban más bien arrimados a la esquina de la mesa, como acostumbraban para conversar y... en especial él, para decirle cosas al oído y besarla de tanto en tanto. La pareja se observó con sorpresa; les parecía tan normal esa distancia, pues, desde el primer día había sido así.

  —¿Es tan malo? —él cuestionó sin comprender.

  —No es normal —refutó Brigitte—. Por otro lado... me enteré de que Lady Sarah está usando la habitación que le corresponderá como reina.

  —Pues, sí. ¿Por qué darle otra, si ella será mi reina?

  —Su Majestad, quizás, porque seguramente debe haber algún pasadizo interno. —Sarah se ruborizó levemente—. Eso no está bien visto por más caballero que usted sea y... puede tentarlos. Ambos son jóvenes y sanos —"Por lo menos, la bruja es algo comprensiva", analizó el rey—, mas, no son campesinos, son nobles y deben proceder como tal. —Sarah observó a Jareth preocupada. ¿A dónde la iba a enviar? Ella se había encariñado con su alcoba. Él le sonrió con un guiño de ojo.

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora