Capítulo 12. Somebody up there likes me. (Alguien de arriba mira por mí.)

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  Jareth; aprovechando que todos, a excepción de Conrad, se marcharon a ver la obra de teatro; se manifestó en una habitación en ningún lugar y, a la vez, en todos. Allí no había más que luz y oscuridad, no más que día y noche conviviendo en perfecta armonía.

  —Jareth, Rey Goblin; soberano de Labyrinth y del Underground, bienvenido —habló una voz femenina procedente de todas partes. El monarca sonrió. A Ella siempre le gustaba llamarlo así; no sabía por qué; suponía que, quizás, le tenía cierta simpatía.

  —Gracias. A ambos.

  —Yo aún no he dicho nada, Rey Goblin —su voz era más autoritaria; muy masculina y, por ende, absolutamente lo contrario a la otra. Jareth no podía verlos; sólo los oía.

  —Lo sé. Pero, presumo que si no dijiste nada, es porque tampoco estás en contra de recibirme.

  —Ya veo —rió Él—. ¿Qué te trae hoy aquí, Su Majestad? Hace tiempo que no nos visitabas.

  —¿No lo sabes? —cuestionó fingiendo sorpresa.

  —Me gusta oír tu voz —fue la irónica respuesta.

  —No seas así —replicó la voz más suave. Jareth no pudo sino sonreír. Cada vez que venía a pedirles consejo o permiso Él se divertía jugando con su capacidad de contestar, a sabiendas de que él, nunca le faltaría el respeto y Ella siempre lo defendía.

  —Él tiene una linda voz. ¿No lo has oído cantar? —se defendió Él. El Rey Goblin no pudo más que reír.

  —¡Jamás creí que, alguna vez, me hicieras un elogio!

  —Aún no terminé —replicó con maldad aquel ser incorpóreo—. Si no me hubieras interrumpido, hubiera agregado que, sin embargo, hay muchos mejores que tú.

  —Como siempre. —Sonrió Jareth. La voz femenina resopló.

  —Olvídalo, hijo; y haznos tu consulta.

  —Yo... tengo dos mortales en mi mundo. Uno de ellos quiere que el otro regrese al Aboveground. Yo quiero concederle este deseo pese a que, esta vez, perdió el desafío.

  —Muy bien, mi hijo —habló Él—. El que se va es a quién habías escogido para tu corona, ¿verdad?

  —Sí.

  —¿Qué tenías pensado pedir a cambio para satisfacernos? Sabes que debemos mantener el equilibrio. Cuando los tomaste, nacieron dos esperanzas en el Aboveground, al igual que aquí. Si uno de ellos se va quedará un vacío en ambos mundos. El vacío no es bueno. Tú lo sabes bien, después de su primer viaje.

  —Yo... quiero que ella se quede a mi lado por siempre.

  —Eso es muy bonito, querido mío —Ella conversó con un tono maternal—. Pero, aún queda inconcluso el hecho de que, una vida parte de aquí y que se ocasionará un vacío en ambos mundos.

  —Bueno, yo espero más de ella que sólo eso... —aclaró él.

  —Entendemos —habló el dúo y sus palabras repiquetearon con algarabía, como si estuvieran festejando alguna broma.


  Sarah regresó del paseo con la familia real totalmente renovada. Había disfrutado mucho del espectáculo. Ella había esperado ver goblins actuando, pero, comprobó su error al ver que se trataban de feys. Alin le aclaró que no todos los feys pertenecían a la realeza, si bien no era una raza que gozara de mayoría dentro la población. La muchacha mortal encontró una compañía agradable en Alin, lo cual descubrió mucho después de que la hiciera sonrojar al cuestionarle de dónde había adquirido la hermosa corona de flores y que sonriera con satisfacción al sonsacarle quién era el responsable. Sarah jamás había hecho amigas en el Aboveground; pues, todas ellas parecían creer que ella tenía alguna enfermedad contagiosa o algo así. Alin era ingeniosa y amable. En unas de sus conversaciones, le confesó que, de ser mortal, ella tendría unos cuatrocientos treinta y siete años, pese a su apariencia de diecisiete, pues, para su raza, ella era una joven. Por lo que Sarah se asombró de que ya estuviere casada y se asombró más cuando esta le informó que ya hacía tres años feys de ello y que era muy feliz junto a su esposo.

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora