C. 19.Don't tell me 'truth hurts' (No me digas 'la verdad duele')

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  Durante la cena, a Toby lo sentaron entre Sarah y Jareth quienes se encargaban de atenderlo. Sarah se maravilló, una vez más, cuando Jareth se preocupaba por el niño cuando se ensuciaba con su papilla o cuando pedía más alimento. Verlo dándole de comer al pequeño en la boca, limpiándole las manitas sucias, la carita... sólo lo hacía más cautivante... ¿Cuántos hombres tenían esa paciencia para los niños? ¿A cuántos hombres se los podía ver de esta manera? Y Toby estiraba su bracito cuando deseaba beber más, mirando a un lado y a otro, a la espera de que Jareth o Sarah lo satisficieran. Sarah se sentía como... si fueran una familia. Era... raro; difícil de explicar...

  Al terminar la cena, Jareth les indicó ir al jardín para despedir a Toby. Sarah lo llevaba en brazos, aferrándolo con un instinto maternal. A su lado, Jareth la espiaba por debajo de sus pestañas y suspiraba. A veces, le costaba entender a los humanos. ¡Y luego, acusaban a los feys de ser caprichosos!

  Todos dieron sus bendiciones a Toby, aún en brazos de su hermana. El rey, a su lado, se mantenía serio. Sarah podía ver que todos ellos eran sinceros en sus deseos a su hermanito.

  —Entrégame al niño —pidió Jareth extendiendo sus brazos hacia Sarah. Esta no pudo hacerlo, trayendo más al pequeño contra su cuerpo. El rey suspiró—. Sarah, todavía no lo voy a enviar. Quiero entregarle un presente.

  —¿Qué clase de presente? —Ella lo observó con cierto recelo. Era bien conocido que los feys eran embusteros con sus "regalos".

  —Sarah —la observó directo a los ojos—, déjate de tonterías. No haré daño a Toby. ¿Recuerdas que tú misma reconociste que no les pasaría nada a ninguno de los dos? —Ella suspiró.

  —Sí... ¿Tú... ya lo vas a enviar... a casa? —cuestionó tratando de mantener su compostura.

  —No, mi amor. Tendremos tiempo suficiente para estar a solas con él antes de regresarlo. Ahora, entrégame al niño —volvió a repetir las mismas palabras para probarla. Sarah observó a Toby estirando su cuerpo para alcanzar las manos del fey y obedeció—. ¡Ese es mi muchacho! —Él sonrió al pequeño—. Te vuelves con esos dos antipáticos, ¿eh? Pero, hemos pasado un buen tiempo aquí, ¿no? —En respuesta, Toby rió y le agarró la nariz—. ¡Seguro que sí! Ahora, habiendo sido mi niño por tan sólo unos días, te daré un obsequio que te acompañará durante toda tu vida. —Observó de soslayo a la muchacha a su lado, seguro de que aún estaba preocupada, en especial por esas últimas palabras—. Shieldson —llamó y, de la nada, apareció uno de sus guardias personales, el más joven de todos ellos.

  —¿Sí, Su Alteza? —El goblin se inclinó ante su monarca.

  —De ahora en más, estarás al servicio de Sir Tobias. Velarás por él y lo complacerás en sus momentos de soledad.

  —¿Un amigo invisible? —cuestionó el goblin con sorpresa.

  —Así los llaman, ¿no? —inquirió el rey—. Sólo que tú te mantendrás a su lado, aun cuando ya no sea un niño. ¿Entendido?

  —Entendido, Sir. Es mi placer servirle a usted y extender mis servicios al joven Tobias. Lo protegeré con mi vida, Su Majestad. —Sarah quedó asombrada. Ella había escuchado muchas veces sobre los "amigos invisibles" de los niños. Ella no recordaba haber tenido uno. ¿Vendrían de aquí? ¿Todos serían un regalo del Rey Goblin?

  —Bien, por el momento, déjennos a solas. Shieldson, te llamaré más tarde.

  —Sí, Su Majestad. —Volvió a hacer su saludo y se retiró junto al resto. Jareth tornó hacia Sarah y le sonrió.

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora