Capítulo 18. La fiesta de Toby y un regalo muy especial.

1.1K 103 55
                                    


  Sarah se sorprendió de que los eventos se dieran de manera distinta que las otras celebraciones. Pues, en vez de ir al comedor, debían ir a la sala del trono, donde se llevaría a cabo la reunión y, luego, terminada la diversión, pasarían al comedor para cenar.

  La muchacha le cuestionó a Twig el porque debía usar su sencillo vestido, en vez de alguno de los otros. La goblin sólo rió.

  —No es una fiesta convencional, Lady Sarah. Es para divertirse a lo grande, así que, debe estar lo más cómoda posible. Muy familiar y privada, podríamos decir; ya que sólo estarán Sir Erwin, Sir Gontran, Sir Conrad y Lady Alin, en cuanto a feys se refiera. Y el resto, goblins y algunos otros pocos... habitantes conocidos.

  —Oh —ella pronunció no sabiendo qué acotar. Twig descubrió el pendiente en su cuello y sonrió con maternal regocijo, siempre manteniéndose con recato.

  —Y, Lady Sarah, mis felicitaciones. Será un honor tenerla por reina, Milady. —Sarah se ruborizó.

  —Yo... —suspiró—. Todavía no me hago a la idea, Twig. ¿Tú... sabes por qué mi hermano puede regresar, no?

  —Sí. Lo sé. Pero... también sé por qué él le dio ese collar. —Volvió a sonreír como si conociera un secreto que Sarah no—. Ahora, a la fiesta.


  Ya en el pasillo, la nana le entregó el niño a su hermana. Y Sarah, con Toby en brazos, se dirigió a la sala del trono.

  Sarah y Toby estaban vestidos con las ropas con las que habían llegado en su segundo viaje a Labyrinth. Sarah lucía su vestido blanco de princesa y sólo su corona de flores plásticas, había sido reemplazada por una de flores naturales. Toby, tenía su conjunto de pijama a rayas rojas y blancas. Jareth sentado en su trono holgadamente como de costumbre, lucía su camisa blanca; unos ajustados pantalones grises; chaleco, guantes y botas negras de cuero. Conrad, a su lado y de pie, vestía similar atuendo sólo que sus pantalones eran marrones y su camisa roja. Gontran, frente a ellos, lucía un claro verde oliva, más oscuro en su prenda inferior, que favorecía a su castaño cabello atado en una simple cola de caballo. Al otro lado del trono, Erwin; que había optado por un más formal gris que sólo lo hacía lucir más encantador de lo que ya era. Alin, tenía un vestido similar al de Sarah, sólo que en color celeste pastel y estaba cariñosamente tomada del brazo de su esposo.

  Sarah no podía creer lo que veía, además de los innumerables goblins, estaban allí sus amigos de aventuras. Y con el pasar de los días, pudo recordar sus nombres y cómo la habían ayudado. Se sentía algo avergonzada por no haber cuestionado por ellos después del Ballroom. ¡Pero, habían sucedido tantas cosas! Y el haber estado sin recordarlo todo no ayudó en lo absoluto.

  Toby ni bien ingresó a la sala del trono, pegó un gritito de alegría, como si supiera que allí tendría una gran diversión. La vocecita del niño hizo que todos vieran hacia los dos mortales. Jareth sonrió y se hizo lugar hacia ellos.

  —¡Buenas noches, mi niño! —Estiró sus brazos para tomar al niño que, de inmediato, se estiró hacia él—. Hola, Toby. ¿Listo para divertirse, eh? —Su respuesta fue un balbuceo. Jareth rió—. Eso pensé. —Y su mirada fue hacia Sarah—. Buenas noches, cosa preciosa. —Inclinó su cabeza y besó sus labios fugazmente. Sarah se sonrojó como un tomate. ¡Nunca la había besado delante de otros! Jareth sonrió con deleite. El resto de los feys trataron de mostrarse distraídos para no mostrar sus risueñas miradas. Conrad cerró una mano sobre sus labios como medida de extrema seguridad—. Supongo... que ya recuerdas a tus amigos, ¿no es así? —Ella sólo pudo cabecear afirmativamente, pero, no se atrevió a mirarlo directo a los ojos—. ¿Entonces, por qué no vas a saludarlos antes de que comencemos?

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora