Capítulo 42. The wedding song. (La canción de bodas)

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  —¡Muy buenos días, Lady Sarah! —La despertó la alegre voz de Twig, corriendo las cortinas de la ventana permitiendo entrar el sol—. ¡Ya es hora de tomar un buen desayuno junto a Su Majestad para seguidamente tomar un buen baño y empezar a preparar a la novia! El almuerzo tendrá que tomarlo sola o con Lady Alin o la joven Lucia, si gustan. —Sarah se desperezó y se sentó en el lecho. Hoy, era el gran día. ¿Por qué sentía que no podía bajar los pies de la cama? ¿Nervios? Todos. ¿Miedos? Todos. Pero, ella había hecho una promesa. "¡Vamos, pies!"

  —Buenos días, Twig. —Sonrió.

  —Milady —la miró con aprecio—, hoy, es uno de los días más felices para todo Labyrinth.

  —¿Sólo porque yo me caso? —bromeó tratando de despabilarse.

  —¡Sólo porque Su Majestad y usted se casan, sí! ¡Labyrinth está tan orgulloso de ustedes! ¡Y todo el Underground! —rió—. Ahora, ¿qué le gustaría usar durante el desayuno? ¿Algo que a él le dé en qué pensar hasta la noche de bodas o algo que lo desanime hasta entonces?

  —Tú eres bastante diablilla, Twig. —Rió Sarah.

  —¡Por supuesto que sí! —espetó con satisfacción—. ¡Soy un goblin, Milady!

  —¿Él pasará por mí?

  —Como todas las mañanas, Milady. —Le sonrió acordonando el corset para pasar el vestido sobre su cabeza. Esa prenda no lo había usado tratando de mantenerla como un recurso más contra la tal "condesa". "Ahora, eso no tiene sentido así que... ya que yo estoy tan nerviosa con respecto a lo que ocurrirá este día, ¿no es justo darle al 'Rey Goblin'," se dijo con una sonrisa recordando cómo pidió su mano esa mañana y el apasionado beso con el que se habían despedido en la puerta de su habitación; "algo en qué pensar a lo largo del mismo?" Claro que, después ella tendría que pagar las consecuencias de esa larga espera, pero, ¿no lo pagaría igual? Por lo menos, era mejor sentirse culpable al respecto. Volvió a reír—. ¿Milady? —le cuestionó Twig con curiosidad.

  —No te preocupes, creo que... me estoy volviendo medio goblin. —Volvió a reír y la mujer sonrió viéndola por el espejo.


  Jareth, vestido de pantalón beige, camisa blanca y chaleco oliva, se calzó las botas y los guantes. Brisky lo miraba con una sonrisa a flor de labios. Su señor era el más elegante de todos. Y cuando se vistiera para la ceremonia, todas suspirarían por la fortuna de Lady Sarah. Esa mañana, Twig lo había apabullado con preguntas con respecto a cómo había ido todo en el Aboveground y él se vio en la necesidad de comentar lo poco que sabía.

  —Un excelente día, ¿verdad, Su Majestad?

  —Uno de los mejores. —Jareth le miró con picardía, ya con un sólo guante en mano.

  —¿Uno de los mejores? —Brisky cuestionó sin comprender—. Pero... Su Majestad, ¿por qué este no es el mejor de todos?

  —Porque... este es el comienzo de muchos otros. Y este, sólo puede completarse una vez que ella... —"Me ame"—. Bueno, sólo entonces, será el mejor —dijo ante el confundido goblin que, aunque habituado a que Su Majestad, a veces, hablara como si él pudiera leerle sus pensamientos, su habilidad de acertar se limitaba al conocimiento de su soberano tras largos años de eficiente servicio—. Pero, sí, hasta ahora, es el mejor por venir. —Sonrió—. ¿Twig te comentó algo? —Tenía la esperanza de que ya hubiera visto a Sarah y le hubiere confesado alguna cosa.

  —No la he visto desde que ustedes llegaron, Sir. Ella, en estos momentos, está tan atareada como yo.

  —Tienes razón. ¿Mi tío?

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora