Capítulo 28. Reflexiones y remordimientos.

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  En su alcoba, Jareth cubrió sus ojos con una mano y, junto a un suspiro, se dejó caer pesadamente sobre el lecho. ¿Qué más podía hacer él? ¿No había sido una vez más, amable, tierno, comprensivo y caballeroso? ¿Por qué ella no podía verlo? ¿Por qué cada vez que él planeaba una velada perfecta, romántica, ella tenía que desafiarlo de una u otra forma? ¡Él trató de empezar de cero pidiéndole permiso para besarla! ¡¿Y qué hizo ella cuando repitió su pregunta?! ¡Encendió esos bellos ojos suyos que lo volvían loco! ¡Sí, cuando ella se enfadaba se le hacía irresistible, toda su persona y... su desafío! Aun así, volvía a ser el mismo tonto de siempre y no se atrevía a hacerle ningún daño... Salvo ocasionarle un poco de confusión y susto. Por lo menos, a partir de eso, parecía más contemplativa hacia él. Sonrió al recordar su expresión cuando él comenzó con la pantomima de la doble personalidad y que el "Rey Goblin" estaba tomando poder. No pudo sino reír. ¡Los dioses lo ayudasen! ¡Si alguien lo viera en este preciso momento, entonces sí, lo tomarían por loco! Y loco estaba, pero, por una muchacha. ¿Cómo era que él le había dicho a Hoggle? "¡Vamos, Hogbrain! ¡Me sorprendes, perdiendo tu cabeza por una chica!"

  —Sí... —susurró—. Yo sí la he perdido. —"¿Piensas que a una jovencita podría gustarle un repulsivo pequeño roñoso como tú?"—. A veces, lo dudo. —Volvió a suspirar pasándose ambas manos sobre su faz. A veces, sí que podía ser cruel, reconoció—. Sarah... sólo faltan dos promesas, mi amor. Y entonces, estaremos atados... por siempre. Quizás, el tiempo no nos permita postergar la boda, pero, el tiempo sobra para el eterno vínculo con un fey... y un tirano...


  Sarah ya estaba metida en su lecho. Twig ya se había marchado tras ayudarla a deshacer el peinado y cambiarse de ropas. No podía dejar de dar vueltas en su cama pensando en lo ocurrido esa noche. ¿Acaso... Jareth desconocía su otro yo? No; pensó. Él había bromeado al respecto la noche en que se hizo la cena en honor a Sir Erwin y su familia. Mas, esta noche, él no parecía darse por enterado de lo que había hecho como "Rey Goblin". Eso le provocaba cierto recelo. ¿Dónde empezaba uno y dónde el otro? Se cuestionó agotada. Obviamente, al Rey Goblin no le simpatizaba Jareth porque este, de alguna forma, lo restringía. Mas, según él mismo, cuando Jareth se molestaba, entonces, perdía el control y los roles se invertían. Ella nunca había oído algo así antes; quizás, en alguna película de suspenso o cómica, pero, no en la vida real. Esta era la vida real, aunque fuera en el Underground. ¿Era posible? Hizo memoria en cómo había transcurrido todo el asunto, pues, le preocupaba, en especial, sabiendo que debería estar a su lado por siempre. Mejor reconocer cuanto antes a distinguir el cambio, eso le ayudaría a evitar al "Rey Goblin" en el futuro. Cerró los ojos. Ella se había enojado porque él dijo que AMBOS se habían besado; ella no iba a reconocer eso, JAMÁS. Entonces, se apartó de él acusándolo de abusivo, él reconoció que el "Rey Goblin" lo era e hizo ese comentario sobre Jareth. Cuando ella cuestionó a quién se refería, él la había ignorado, convocando un cristal y en lo único que concordaba con su otro yo, era que Jareth no era completamente un caballero, lo cual tenía su lógica, siendo su mitad el "Rey Goblin". Le ofreció el cristal que ella rechazó, como de costumbre, y se apartó de él. Él dijo que ella había hecho el primer movimiento del juego y se incorporó e indirectamente la trató de tonta, para variar. Cuando ella se ofendió, él arrojó el cristal que cayó al suelo y... ¿Por qué no se rompió? ¿Por qué sólo pareció desvanecerse y... su esencia pareció inundar todo a su alrededor?

  —¿No te atreverías, no? —se sentó hablándole a la nada con suspicacia. Miró hacia el tocador y se dirigió a este con los pies descalzos, enfrentando el frío piso de piedra. Abrió una de las gavetas y tomó la esfera de Alin estudiándola con detenimiento. Era tarde, muy tarde, pero... ella necesitaba saberlo y ahora—. ¿Alin? —llamó con cierta inseguridad de si funcionaría de esa forma. Sólo rogaba que estuviera despierta. El orbe comenzó a brillar levemente hasta que apareció una imagen.

Dulce como un durazno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora