17. Walton en El País de las Maravillas

Comenzar desde el principio
                                    

-¡Me parece una idea estupenda! Entonces, si ya está todo listo, sólo falta caracterizarnos. -Sentí un nudo en la garganta al recordar mi disfraz y pasé saliva. -¿De qué te vestirás? -tartamudée. 

Louis se rascó la cabeza un poco apenado y sonrió tímidamente. 

-Han insistido en que me vista de un Rey de Corazones. ¿Tú qué piensas? -hizo una mueca como queriendo hacerlo pero teniendo vergüenza al mismo tiempo. 

-Que te verás genial. ¡Serás el anfitrión del lugar! -y realmente eso pensaba, aunque el Rey de Corazones no fuera muy importante y vital en la historia, seguramente atraería muchas miradas, y eso era lo que nos importaba.

-¿De qué te vestirás, Jenna? -me preguntó con genuina curiosidad. 

-Yo... pues... de conejo. -susurré. 

-¿Conejo? Creí que serías Alicia. 

-No, Alicia será Liz -dijo la voz de Seth, acercándose a nosotros con paso lento. ¡De nuevo no traía el saco puesto! Sin embargo, tenía la corbata y los botones ajustados, pero las mangas seguían arremangadas hasta los codos. ¿Cómo es que confeccionar ropa lo hacía verse así? Dios mío, Louis debía estar pensando lo mismo que yo. ¡Seth, tápate, le sacarás un ojo a alguien! -Jenna será una conejita -achicó los ojos y sonrió con maldad. 

-¿Una conejita? Creo que no está tan mal -opinó Louis.

Oh, Louis. Pobre e inocente Louis. 

-¿Qué serás tú, Seth? 

-Rey de Corazones Negro -respondió. -Acompáñenme, sus trajes ya están listos -. Se dio media vuelta  con una mano en un bolsillo del pantalón, nos dirigimos al salón de danza, que ahora estaba lleno de globos de colores y varias cortinas color rosa y rojo. ¿Esto era parte de lo que Tercer Grado haría? 

-¡Bonnie! -llamó Seth a la chica menuda. En cuanto la chica nos vio, fue por nuestros trajes y regresó con un gancho en cada mano del que se extendía una bolsa negra. Se los entregó a Seth y se alejó para ayudar con el maquillaje. -Bien -pronucnió Seth. -Éste es el tuyo, Tony -le entregó a Louis uno de los ganchos a lo alto. -Y éste es el de Jenna -lo agitó en el aire. 

-Iré a provarme el disfraz -avisó Louis y desapareció detrás de una cortina roja. Yo miré el gancho que aún sostenía Seth entre los dedos. 

-¿Me lo vas a dar o no? -le pregunté molesta y queriendo terminar con ese vergonzoso momento de una vez.

-Aún no.

Esperamos a que Louis se cambiara y cuando recorrió la cortina y reveló al chico con ese ridículo disfraz, pensé que nunca lo había visto más guapo. Era un traje de un tìpico príncipe inglés, aunque se supone que era un rey. En la franja lateral de los pantalones, en lugar de ser roja o el color de distinción nacional, había corazones rojos de naipes. El saco era completamente blanco con botones rojos y las hombreras eran corazones del mismo color, lo demás era todo blanco. El traje se le ajustaba perfectamente al cuerpo, denotando que había sido diseñado exactamente para él. Revelaba una sonrisa un poco tímida y miraba hacia todos lados, buscando algún apoyo moral para no quitarse ese disfraz en ese mismo instante. Yo me había quedado de pidra, pegada de pronto al piso, admirando lo que tenía delante.

Hubiera sido cómico si Seth hubiera actuado como el típico confeccionista que aplaude ruidosamente, sonríe de oreja a oreja y grita con júbilo "¡mejor de lo que imaginé, querido! Fuiste-hecho-para-usar-ese-traje. ¡Espera a que todos lo vean! ¡Quedarán im-pa-cta-dos!" Pero se limitó a sonreír con satisfacción y decirle a Bonnie que el disfraz de Louis había quedado bien. Bonnie fue quien hizo el papel de la emocionada confeccionista. 

CambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora