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Lily a venido a recogerme en su camioneta y ya vamos de camino al restaurante. Parece que nuestra relación mejora, pasito a pasito. Durante el trayecto incluso hemos reído juntas tras uno de sus sarcásticos comentarios.

Al llegar al trabajo me siento algo mareada pero decido no comentar nada. Me he levantado con el estómago revuelto y he sido incapaz de probar bocado, pero el ausentarme de mi puesto por un simple malestar no entra en mis planes.

Nada más cruzar la puerta de acceso al establecimiento me deleito con el aroma a comida recién hecha. Justo después de hacérseme la boca agua siento unas repentinas náuseas. Corro hacía la zona reservada para el personal del restaurante buscando refugiarme en el cuarto de baño. Tras adentrarme en él me arrodillo frente a la taza del wáter. Vomito todo lo que tengo en el estómago pero aun así sigo teniendo arcadas. ¡Es una sensación tan desagradable! 

Cuando he acabado observo mi reflejo en el espejo. Incluso se me han saltado las lágrimas. Me enjuago la boca sin perder un minuto. Mientras me lavo las manos, Mandy, una de las camareras más veteranas, accede al lavabo.

-¿De cuanto estás, encanto?- me cuestiona.

-¿A qué te refieres?- le pregunto confusa.

-¿A cuanto hace que estás embarazada?- dice cómo si tal cosa.

-Yo... yo no puedo estar embarazada- aseguro- ¡Tomo la píldora anticonceptiva!

-Esa puñetera es eficaz en el 99% de los casos y parece que los soldaditos de tú novio forman parte del 1% de la resistencia- me sugiere con resignación.

-¡No!¡No puede ser!- exclamo alarmada.

-Vaya... por tu reacción deduzco que no se trata de un embarazo planeado... Créeme, se de lo que hablo. ¡A mí me ha ocurrido en dos ocasiones! Mis chicos se llaman Kurt y Tom y durante el embarazo de Kurt también sufrí de nauseas.

-¡Oh dios mío! ¡Esto no puede estar pasándome a mí!- me lamento con lágrimas en los ojos.

-Tranquila...- dice mientras me abraza tratando de consolarme- primero tienes que asegurarte de que estoy en lo cierto.

-Todavía estoy en periodo de prueba y no tengo seguro médico- añado resignada.

-No te preocupes. Durante el descanso me acercaré a la farmacia y comparé un test de embarazo. Lo haremos juntas después de la pausa para la comida- me asegura.


Tras una mañana ajetreada y un mediodía que ni te cuento llega el momento de realizarme el test. Mandy me acompaña al cuarto de baño que hay en el pequeño vestuario de los trabajadores. Buscamos algo de intimidad. Estoy muy nerviosa, tanto que apenas consigo hacer pipí. Tras humedecer con mi orina el utensilio, que se asemeja a una varita, espero impaciente el resultado.

Minutos después, en la diminuta ventanilla central del test, aparecen dos rayitas de un intenso color rosa. La prueba es positiva. ¡Estoy embarazada!

-Que... ¿Qué voy a hacer ahora?- me cuestiono entre sollozos- ¡No puedo permitirme criar a un niño!

-Se fuerte, Mia- me aconseja Mandy- toma las riendas y sigue adelante. Ahora tienes que luchar por dos.

-Mandy, ¡prométeme que no le dirás a nadie que estoy embarazada! ¡Ni Lily ni John pueden enterarse!- le suplico desesperada.

-No sufras por eso, encanto. Mis labios están sellados- promete.


Ya por la tarde, mientras estoy atendiendo una mesa, Lily viene en mi busca. Unos clientes que se han acomodado en su zona de mesas le han pedido encarecidamente que sea yo quién les sirva. Tras hacerme con su comanda me acerco hasta donde están. Al alzar la vista me percato de qué se trata de mi padre. Va acompañado por otro hombre.

-¡Papá!- exclamo con sorpresa a la vez que deposito las bebidas sobre la mesa. Al instante me empiezan a temblar las manos.

-Mia, he venido a buscarte para llevarte de vuelta a casa- me advierte mi padre.

-No voy a irme a ninguna parte. Quiero a John y voy a quedarme aquí con él- aseguro con convencimiento.

-Pequeña... ese chico no te conviene. Además este no es tu lugar... ¿Acaso te has esforzado tanto en tus estudios para acabar sirviendo mesas?

-¡Es un trabajo tan digno cómo cualquier otro!- le rebato.

-No digo lo contrario, pero a ti no te hace falta trabajar aquí. Dispones de más dinero del que estas personas conseguirán trabajando durante toda su vida. ¡Dime que es lo que deseas y lo tendrás!- me sugiere mi padre.

-Ya tengo todo lo que quiero, ahora este es mi lugar- le respondo.

-Vamos, pequeña... Si lo que quieres es vivir fuera de casa te compraré un apartamento en el centro de la ciudad. Si te apetece hacer una pausa en tus estudios puedes tomarte un año sabático y viajar. Si prefieres renunciar a las prácticas en la empresa, hazlo. De todos modos en el futuro serás la directora general- me expone tratando de persuadirme.

-Papá, nunca había sido tan feliz. John es el hombre de mi vida y por nada del mundo me separaría de él- aseguro.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora