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Para facilitar que John me baje la cremallera del vestido paso mi melena hacia adelante dejándola caer sobre mi pecho. Una de sus manos, que es grande y cálida, me sujeta por la cintura. Con la otra me tortura bajando lentamente mi cremallera. Arqueo la espalda en un acto reflejo. Mi cuerpo roza el suyo durante un instante y se me escapa un gemido. Su erección se hace notar en mi espalda. Me doy la vuelta ansiosa. Le deseo y se lo he demostrado en varias ocasiones, pero esta es la primera vez que John se muestra receptivo. Sus manos sujetan mis glúteos con posesividad. Por ellos me eleva alzándome para situarme más a su altura. Yo rodeo su cintura con mis piernas asaltando sus labios.

-Hazlo...- le suplico en la boca mientras devoro sus suspiros. Se qué mantiene una lucha interna entre su deber y sus deseos y necesito que estos últimos venzan la batalla.

John muerde mis labios. Me besa apasionadamente. Me abruma con su deseo. Empieza a caminar conmigo subida a su cintura, se adentra en su dormitorio y cierra la puerta. Acto seguido me tira sobre la cama. Añoro su calidez durante los instantes que tarda en situarse sobre mí. Su gran envergadura  me excita. Me atrapa bajo su pesado cuerpo mientras mis manos se vuelven locas desabrochando los botones de su camisa. Las suyas arrancan el vestido de mi cuerpo. Al momento se ha deshecho de sus pantalones. Deseosa de sentirlo dentro de mí yo misma me bajo la ropa interior. Él hace lo mismo con la propia. Mi corazón late desbocado a la espera de recibirle en mi interior por primera vez.

Un gemido seco sale de nuestras bocas al unísono. John tantea mi interior dejándome acomodarme a su plenitud. Sus primeras penetraciones son lentas pero intensas. Busca mi límite. Yo disfruto de su búsqueda. Acto seguido nos dejamos llevar por un ritmo frenético. Con cada penetración, con cada envestida, mi boca deja escapar jadeos anhelando más.

John me posee con brusquedad. Y eso me encanta. Es espectacularmente grande a mi lado. Yo me siento cómo una juguete entre sus manos. Le necesito, necesito todos y cada uno de sus rudos empellones. Disfruto de sus apasionados besos, de sus posesivas caricias, de su desbocado deseo por mí.

Momentos después la sensación más dulce se acerca llenándome del todo. Mi cuerpo sucumbe bajo el de John. Un exquisito orgasmo me invade mientras John se vacía en mi interior. Siento cómo si me faltara el aire.

John sale lentamente de mi interior y pasa su dedo índice entre mis ojos bajando por mi nariz hacia mi boca, cómo dibujando mi perfil. Después me besa delicadamente, cómo si temiese romperme. Yo le miro fijamente a los ojos hasta que puedo verme reflejada en ellos.

Nuestro encuentro ha sido brutal. Ha multiplicado por mil todo lo que esperaba de él. No hay palabras que puedan describir la intensidad de lo vivido. Nos hemos compenetrado a la perfección y la energía fluía por nuestros cuerpos de un modo tan natural y primitivo que no hemos precisado preliminares.

He perdido la noción del tiempo. No se cuanto tiempo llevamos mirándonos a los ojos. Nos sobran las palabras. Yo le sonrío con la satisfacción plasmada en el rostro y John  me devuelve la sonrisa. Pero algo ronda por su cabeza. Aunque al principio se muestra reacio a compartirlo conmigo.

-Mia, yo...- trata de disculparse por si ha sido demasiado brusco. Pero yo corto su discurso situando mi dedo índice sobre sus labios.

John me complace manteniéndose en silencio mientras acaricia mis labios con la yema de su dedo. Cuando cruza frente a mi boca lo lamo con sensualidad y pronto son sus labios los que se encuentran con los míos. Entreabro mis inflamados labios y libero una palabra que, aunque breve, tiene un gran efecto sobre John.

-Quiero más...- susurro. Y al instante el cuerpo de John se reactiva provocándole una erección espontánea.

John mete uno de mis pechos en su boca. Acto seguido succiona mi pezón con devoción. Éste permanece erecto e hipersensible. Mi piel se estremece sin poder evitarlo. Estoy tan excitada que la humedad no tarda en apoderarse de mi sexo. Observar cómo John se deshace en atenciones conmigo me resulta extremadamente placentero. Pero quiero complacerle. Anhelo tomar las riendas. Decidida y reuniendo todas las fuerzas que soy capaz de agrupar, me libero de sus posesivos brazos para situarme sobre su cuerpo.

John se mantiene expectante mientras acaricio su musculoso pecho para, a continuación, reseguir el sendero de sus marcados abdominales. Tras cruzar la frontera de su ombligo dirijo mis manos hacia su miembro. Lo acompaño a mi interior sin demora. Su plenitud ya no me es desconocida pero no por ello me resulta menos placentera. Jadeo mientras su pene se acomoda en mi palpitante vagina. Pronto mis caderas juegan con él deleitándose con las sensaciones que me provoca. Busco mi placer. Me siento poderosa observando las reacciones de John a cada uno de mis movimientos. Muerdo mi labio inferior contemplando cómo su rostro desvela lo placentero que le resulta explorar lo más profundo de mi ser. Su mirada se centra en cada una de mis subidas y bajadas. Sus ojos no se pierden detalle de cómo desaparece su miembro entre mis piernas.

John posa sus grandes manos en mi cintura y me acompaña en el balanceo. No tarda en exigirme más, y más y la urgencia le invade arrancándome al instante de su cuerpo. Al momento mi peso descansa sobre mis rodillas. John se abre paso entre mis nalgas tratando de alcanzar el placer máximo. Yo me sujeto a las sábanas cerrando los puños alrededor de la tela. Tengo la boca seca de tanto gemir. John me penetra sin descanso. Una, dos ,diez veces. Cada una más intensa y profunda que la anterior.

Me rindo a John, me entrego por completo. No soy capaz de retener el placer que me acecha. Cada contacto con su sudoroso y ardiente cuerpo me provoca espasmos de placer. Y jadeo abrumada y John me rebate con una última brutal embestida que parece que vaya a partirme en dos. El arrollador orgasmo que me provoca hace que me tiemblen las piernas. Ambos gemimos complacidos inmersos en un mar de intensas sensaciones cuando John deja caer el peso de su cuerpo sobre mi espalda. Acto seguido deposita un solitario beso sobre mi piel. La dulzura de sus labios es lo último que recuerdo antes de caer en un profundo sueño.



EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora