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Cuando llego al apartamento cargada con la compra John no está allí. Me ha dejado una nota sobre la mesa. En ella me explica que se ha acercado al taller de Bill para tratar de recuperar su antiguo empleo. A pie de página me ha escrito "te quiero". Nunca me cansaré de escucharlo de su boca y de leerlo de su puño y letra.

Antes de que pueda acabar de guardar la compra John entra por la puerta.

-¡Hola preciosa!- me saluda sonriente- ¡Ya tengo trabajo!

-Que bien, mi amor- aseguro contrariada.

-¿Que te pasa, cariño?- me pregunta al contemplar mi gesto.

-Nada... sólo es que no se si seré capaz de pasar el día entero sin ti. Creo que me faltará el aire- confieso.

-Mia, se qué prácticamente hemos pasado todo el día juntos desde que nos conocemos. Piensa que mientras estamos separados tendremos tiempo de echarnos de menos...- dice tratando de tranquilizarme.

-Esta bien...- contesto con desgana y acto seguido beso su boca con desesperación.

-Pasaré el día esperando a que llegue la noche, esperando a que llegue este momento...- me asegura- Para celebrar nuestra nueva vida juntos saldremos a dar una vuelta. Quiero enseñarte el auténtico Austin.

Austin es conocida cómo la ciudad de la música y John me muestra el corazón de la ciudad.  Me lleva a la calle sexta, que es donde se concentran decenas de locales en los que se puede disfrutar de música en vivo. Compramos algo de cena en uno de los camiones de comida estacionados en la calle. Voy de la mano de mi marido y no podría imaginarme nada mejor.

Decidimos adentrarnos en un bar. El local cuenta con un pequeño escenario donde un grupo interpreta una vieja y romántica canción country. John me saca a bailar. Yo me cuelgo de su cuello mientras él me rodea con sus brazos por la cintura. La tenue luz que ilumina el lugar crea un ambiente mágico a nuestro alrededor.

-¿Eres feliz, Mia?- me cuestiona John.

-¡Nunca había sido tan feliz!- le respondo acariciando su nariz con la mía. Y  es que, pese a que siempre he llevado una vida de lujo jamás me había sentido así.

Una vez dada por acabada la velada y, ya camino de nuestro apartamento, John me muestra donde está situado el taller de Bill. Resulta estar relativamente cerca de casa.

Al llegar a nuestra vivienda estamos tan agotados que optamos por irnos directamente a la cama.



Me despierto deseando contemplar el rostro de John, pero son casi las diez de la mañana y él ya se ha ido a trabajar. Hace otro soleado día en Austin.

John ha preparado café antes de marcharse. Después de desayunar me dedico a colocar la ropa en el armario que compartiremos. El aroma de cada una de sus prendas me recuerda a él. Soy incapaz de dominar mis impulsos. ¡Necesito una escusa para ir a verle!

Tras darle muchas vueltas se me ocurre preparar algo de comer para así poder llevárselo. ¡El problema es que no he cocinado en toda mi vida!

Después de poner algo de aceite en una sartén pruebo de preparar unas sencillas pechugas de pollo. Pero lo único que consigo es carbonizar algunas de ellas mientras otras se quedan adheridas al recipiente. Mi desastre culinario deja un terrible hedor a quemado por todo el apartamento.

Segundo intento. Lavo y troceo varias verduras y, tras fracasar en el proceso de cocción trato de saltearlas. Las porciones que no se ennegrecen  se quedan crudas. ¡Soy un completo desastre en la cocina!

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora