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La mañana del lunes busco a John en la cama, pero no está. Después de lavarme la cara y los dientes desciendo a la planta inferior atraída por el aroma del café recién hecho. Me he calzado unas zapatillas de estar por casa y John sonríe al percatarse de ese detalle. Mis heridas me recuerdan que no debo andar descalza. 

John sirve café en dos tazas para acto seguido colocar la comida que Karen ha traído en un par de platos. Observo con detenimiento sus labios. ¡Tengo tantas ganas de besarle! Así que no me reprimo. Me acerco a él y dejo varios tiernos besos en la comisura de sus labios. A continuación pruebo la miel de su boca y exploro su interior. Más tarde muerdo su labio inferior reteniéndolo entre mis dientes.

-Mia, tengo que llevarte a clase. No me lo pongas tan difícil- me ruega.

-¡Esta bien!- aseguro haciendo pucheros.

Tras desayunar subo a mi habitación para ducharme y vestirme. Hoy me decido por un vestido de estampado discreto en tonos azules, una chaqueta tejana oscura y unas botas marrones. Preparo todo lo que necesito llevarme y lo introduzco en un bolso bandolera. Hoy estrenaré un par de libros que huelen a nuevo. Completo mi look con un finísimo cinturón marrón y unas pulseras que luciré en mi muñeca izquierda. Antes de salir de mi dormitorio observo mi reflejo en el espejo de cuerpo entero que hay en la estancia. ¡Me gusta lo que veo!

Bajo a la planta principal en busca de John. Él me espera junto a la puerta. Antes de salir le doy un, bueno..., unos últimos besos. Sus labios me pierden y enredo mi pierna en la suya. John me aferra a su cuerpo instintivamente. Jadeo en su boca. Sujeta mis glúteos con pasión, pero ni la más lujuriosa de las miradas conseguiría que no cumpliese con su deber. Seguiremos con esto en otro momento...

Ya en el exterior nuestra relación es, en apariencia, totalmente distinta. John camina detrás de mí y yo debo aparentar indiferencia ante su presencia. Camino del coche Karen me saluda desde una de las ventanas de la cocina de la casa principal. Yo le devuelvo el saludo.

Antes de arrancar el automóvil John me observa a través del espejo retrovisor. Me he acomodado en el asiento trasero intentando alejarme de la tentación de su piel. Le saco la lengua en respuesta a su furtiva mirada. Él sonríe negando con la cabeza. ¡Me encanta su sonrisa!

Durante el trayecto hacía la universidad escuchamos música. Hoy hay más tráfico que los días anteriores. Sobre todo en la carretera de acceso al campus. En la rotonda donde tienen parada los autobuses escolares no cesan de llegar estudiantes y hay una larga fila de coches intentando acceder al parking.

Tengo mi primera clase dentro de media hora y decido acudir a Liam para que me ayude a localizar mi aula. Hablo por WhatsApp con él y le pido que me acompañe. Su respuesta no se hace esperar. Se muestra encantado de poder ayudarme. Se lo agradezco con un emoticono de carita sonriente. Finalmente John consigue detener el coche en el lugar habilitado para ello.

-¿A que hora quieres que venga a recogerte?- me pregunta.

-Por la mañana tengo tres clases. Después comeré algo en la cafetería. ¿Qué te parecería a las dos?

-Aquí estaré- me asegura con gesto serio.

¡Oh, vamos! ¡Pídeme que me quede! ¡No me permitas bajar del coche! Le suplico en mí interior. Pero nada de eso ocurre así que me bajo del coche y me despido de él guiñándole un ojo.

A lo lejos, sorteando la marea de gente que va en dirección contraria, aparece Liam gritando mi nombre.

-¡Mia! ¡Mia!- me nombra tratando de llamar mi atención.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora