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Ya es por la mañana. Me he despertado en mi cama por lo que deduzco que John debió subirme a mi habitación. Ni siquiera me desperté para cenar. A pesar de qué estos últimos días han sido agotadores hoy me siento muy descansada.

Bajo las escaleras en busca de John pero a mitad de camino recuerdo que hoy es domingo y, por ser su día libre, ya se habrá marchado.

Todavía con las legañas en los ojos me dirijo a la casa principal. Desayunaré con Karen en la cocina. Ya en el jardín, Zor y Pantic se me echan encima para saludarme. Los acaricio con devoción. ¡Amo a estos dos animales!

Karen se alegra mucho de verme. No le da importancia a mi atuendo. Ha aceptado que no puede cambiarme y no se sorprende porque vaya en pijama y con la melena despeinada. ¡Convivir con ella es tan fácil!

Me acomodo en una de las sillas de la cocina doblando una rodilla para dejar mi pie descalzo sobre ella. Karen prepara tortitas, huevos y beicon mientras sostengo mi cabeza con la mano. Mi "tía" me recrimina esa actitud con el clásico "¿acaso te pesa la cabeza?" con el cual me exige que corrija mi postura. Inmediatamente me siento erguida y Karen deja un vaso de zumo de naranja natural frente a mí. Ha preparado comida cómo para un regimiento. Como bastante, teniendo en cuenta que anoche no cené, pero ni por asomo consigo acabarme la ración que hay en mi plato.

Tras desayunar observo ensimismada el jardín a través de la ventana, de repente recuerdo que me comprometí ha acudir al campus a ver jugar un partido de baloncesto del equipo de la universidad.

Corro hasta mi vivienda y me ducho a toda prisa. Dejo que mi melena se seque al aire mientras decido que ponerme. Opto por un vestido blanco vaporoso con bordados y me calzo unos botines de tacón medio.

En el exterior hace muy buena temperatura. Brilla el sol y mi melena rubia y alborotada luce en todo su esplendor.

Cogeré uno de los coches que mi padre tiene aparcados en el garaje. Todavía no he conducido por Atlanta pero conozco el camino hacia el campus.  Durante el trayecto no me encuentro demasiado tráfico. Al llegar a la universidad estaciono en el aparcamiento de estudiantes y me dirijo a pie hacia el pabellón de deportes.

Las gradas del pabellón están bastante concurridas. Los jugadores de los dos equipos calientan en la cancha mientras las animadoras ensayan sus coreografías. No falta mucho para que de comienzo el partido.

Cómo no se donde sentarme desciendo por las escaleras hasta las primeras filas. En ese instante bastantes ojos indiscretos se dirigen hacia mí. Entre ellos los de Liam que corre hacia donde me encuentro.

-¡Has venido!- exclama entusiasmado.

-Si... aquí estoy- contesto. Y acto seguido el entrenador del equipo reclama su presencia.

Esta semana los Eagles de Emory juegan contra el equipo de Whitworth. Detrás del banquillo local se sientan los hinchas más acérrimos del equipo. Entre ellos los amigos de Liam. Reconozco a alguno de ellos del coctel en mi casa y, al verme, me hacen gestos para que me acerque.

Ava es la novia de Alex y Kaylee la de Josh. Alex y Josh son compañeros de Liam en el equipo. Jarrod, el mejor amigo de Liam, está sentado al lado de dos chicas que no conozco. Se muestra especialmente cariñoso con una de ellas, la más bajita de las dos. En la localidad de al lado está Jacob, al que conocí en el coctel.

Empieza el partido. El público aplaude y vitorea cada punto. Liam encesta un triple y me lo dedica guiñándome un ojo a la vez que me señala. Intento seguir el partido sin distraerme pero mi cabeza va por libre. Sólo puedo pensar en cómo las sabias manos de John recorren mi cuerpo. Mis dedos rememoran el tacto de su curtida y señalada piel. Su robusta anatomía se ha grabado a fuego en mi ser. ¿Cómo, en tan poco tiempo, a conseguido meterse tanto en mi cabeza?

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora