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Me despierto y, lo que anoche me resultaba una reconfortante cercanía, ahora hace que me muera de calor. Mantengo la espalda acomodada en el pecho de John mientras él me rodea con sus musculosos brazos. Para liberarme me deslizo hacia un lado. Consigo no despertarle.

Aunque dormido, John mantiene su gesto duro. Su pecho desnudo es tan perfecto cómo imperfectas son sus cicatrices. Por no hablar del sendero de abdominales que desemboca en sus oblicuos. La goma de sus calzoncillos permanece situada bajo su ombligo. Mis traviesos dedos desean tanto pasearse por ella...

Me muerdo el labio inconscientemente. Le deseo pero, por el momento, me contengo. Decido quitarme la ropa interior, que es lo único que llevo puesto. Acto seguido me coloco boca abajo junto a él. Despejo mi cara apartando los mechones de pelo que caen sobre mi rostro y humedezco mis labios. Voy a ser lo primero que John contemple al despertar y deseo que lo que vea le vuelva loco. Tras admirarle un instante más soplo delicadamente sobre sus ojos. John parpadea desperezándose. Cuando abre los ojos observo lo que ansiaba ver. Su boca entreabierta acompañada por una lujuriosa mirada.

-Buenos días, mi amor...- susurro. Pero John no me responde con palabras sino con hechos.

Sus besos calientes me excitan al instante. De pronto me sitúa de nuevo en la posición en la que hemos dormido. Acomodo mi espalda en su pecho y, al hacerlo, me topo con su erección.  John desliza su mano entre mis piernas y con sus dedos masajea mi clítoris mientras reparte besos detrás de mi oreja. Pronto me regala pequeños mordisquitos en el hombro. Su incipiente barba araña levemente mi piel.

John se desliza en mi interior con delicadeza. Con su mano izquierda sigue acariciando mi sexo, con la derecha silencia mis gemidos metiendo sus dedos en mi boca. Nuestras pieles se funden al calor del otro. Nuestras jadeos se acompasan. Los latidos de nuestros corazones se sincronizan.

John me penetra muy lentamente pero con una profundidad increíble. Su plenitud me resulta tan placentera que cada vez que se distancia de mi cuerpo salgo en su busca. Él me retiene por el pubis. Apenas puedo moverme. Enredo mis piernas en las suyas. Gimo sobre los dedos de John, él gime en mi oído. Hacemos el amor de un modo pausado y caliente...¡resulta tan excitante! Después de una sucesión de penetraciones increíblemente placenteras llego al orgasmo y, exhausta, disfruto de cómo John me da los últimos empellones en busca del suyo. Cuando sale de mi interior me siento perdida. Todo mi cuerpo ya le hecha de menos.

-Me gusta tu modo de despertarme...- dice John mientras trata de calmar su pecho.

-Es que odio el estridente sonido de la alarma del despertador...¿Tú no?

-Yo también, preciosa, pero es hora de levantarse. Tengo que llevarte a clase- asegura. Después de besar mis labios se incorpora para sentarse en el borde de la cama.

Yo ruedo por el colchón y oculto la cabeza debajo de la almohada intentando esconderme . Acto seguido John me da un azote en el culo.

-Levántate, perezosa- me ordena. Le obedezco a regañadientes.

Subo a mi habitación para ducharme y vestirme. Cómo siempre que no duermo en mi cuarto deshago la cama para que Karen siga pensando que duermo aquí.

Ya en la cocina desayuno mi habitual café+pastilla anticonceptiva y nos subimos al coche. ¡Hoy no llegaré a tiempo de asistir a mi primera clase! Inmersos en el habitual tráfico matinal John me observa con detenimiento.

-¡Estás preciosa!- asegura.

-Sí tan sólo visto unos sencillos jeans y un top. ¡No seas mentiroso!- le respondo para, a continuación, sacarle la lengua.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora