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¡Por fin es viernes!

Me acabo de despertar y debe de ser muy temprano porqué John sigue en la cama. Le observo en silencio. Siento que es lo único que tengo. Tantos cambios en mi vida me han afectado más de lo que quiero admitir y él consigue mantenerme a flote, es mi chaleco salvavidas.

Aún estando dormido John me busca con sus brazos. Yo me acerco a él instintivamente. Mis manos se deslizan por su pecho buscando refugio bajo su cuello. John abre los ojos lentamente y sonríe al ver los míos mirándole.

-Hola, mi amor- me saluda.

-Hola- respondo con rapidez.

-¿Estás bien, preciosa?- me pregunta preocupado por cómo reaccioné la noche anterior.

-Estoy bien- aseguro. Y su cálido abrazo me transporta a un lugar donde sólo existimos él y yo.

Nada más levantarme de la cama me adentro en la ducha. John desciende a la planta principal y se dispone a preparar café. Al instante llaman a la puerta. Es mi padre.

-Buenos días, John. ¿Dónde está Mia?- le pregunta mi padre.

-Parece que ya se ha levantado. He escuchado el ruido de la ducha pero todavía no ha bajado- asegura con convicción.

-Esta bien. ¿Cuándo baje, puedes hacerme el favor de entregarle esto?- le pregunta a John depositando en sus manos la cajita que contiene la pulsera de diamantes-  anoche se lo dejó olvidado en casa...

John sujeta la cajita entre sus manos antes de asegurar a mi padre que cumplirá con su encargo.

Hoy, para mí, es uno de esos días que te sientes especialmente baja de moral e intentas lucir bella por fuera para ocultar cómo te sientes por dentro.

Después de asearme me maquillo, me aliso la melena y me visto con un vestido palabra de honor estampado en una combinación de blancos y negros. Lo conjunto con un cárdigan de manga tres cuartos y unos zapatos negros de tacón. Acto seguido bajo a la cocina intentando poner mi mejor cara. John se sorprende de mi aspecto cuando me ve.

-¡Estás preciosa! Demasiado preciosa...- asegura repasando mi silueta de arriba a abajo. Su mirada está cargada de lujuria.

Yo le respondo lanzándole un beso y él se me acerca para entregarme la cajita que mi padre le ha entregado. Al recogerla lo hago con desprecio y John se percata de ello.

-Hoy tengo que ir a devolverla... ¡no la quiero!- digo entregándosela de nuevo a John. Tras pedirme permiso, John mira dentro de la cajita y se queda boquiabierto.

-Es... es...- titubea abrumado sin saber que más decir.

- ¡Es una estúpida pulsera de diamantes con la que la gente estúpida cree que puede comprar a cualquiera!- exclamo- Tráela cuando vengas a recogerme a la universidad, ¡quiero deshacerme de ella!

-De acuerdo, preciosa- me asegura.

Para desayunar tomo un sorbo de café y me apresuro a preparar mi bolso. John ya me espera junto a la puerta siguiendo atentamente cada uno de mis movimientos. Cuando al fin me acerco hacía donde él se encuentra me agarra posesivamente por la cintura a la vez que me retiene por el cuello de un modo muy seductor.

-¿Vas demasiado atractiva hoy, no crees?- dice a escasos centímetros de mi boca.

-Me visto así sólo para ti...- susurro mirándole fijamente a los ojos.

-Me temo que tendré que sacarle los ojos a todo el que se atreva a mirarte...- me advierte.

-¡Hazlo! No me importa el resto del mundo, sólo me importas tú- aseguro antes de devorar sus labios. Satisfecha, noto cómo la erección de John presiona mi cuerpo.

EL GUARDAESPALDASWhere stories live. Discover now