11

3.4K 135 12
                                    


La claridad del nuevo día ilumina la habitación obligándome a despertar. Una nube de pelo rubio y revuelto inunda la almohada. Nada más abrir los ojos veo a John a mi lado. Duerme boca abajo. Parece estar disfrutando de un sueño reparador. ¡Me encanta su espalda! Aunque salpicada de cicatrices, alguna de ellas profundas, no le restan ni un ápice de su espectacularidad.

No puedo evitar acariciarle. Mis dedos vuelan por su piel desnuda. John se despierta y escruta mis ojos con su mirada liberando de su boca una palabra que pretende ser una frase.

-Pequeña...- empieza, pero yo le interrumpo señalando el cuarto de baño.

No se me ocurre mejor manera de empezar el nuevo día que con una ducha, ¡una ducha para dos!Cojo la mano de John y tiro de ella con suavidad. Al llegar al baño recojo mi despeinada melena en un moño alto. Un par de mechones de mi pelo caen sobre mi rostro dotándome de un aspecto desenfadado y sexy.

John ha activado el grifo de la ducha y pronto el agua se ha templado. Me adentro en la misma situándome bajo el chorro de agua caliente, que cae firme sobre mi espalda.  John me observa cómo si redescubriera mi cuerpo. Contempla mi cuello, mis pechos desnudos, la curva de mi espalda.

Yo cojo el gel de ducha y vierto una pequeña cantidad sobre la palma de mi mano. Al instante empiezo a enjabonar a John con suaves caricias. Su pecho firme y sus amplios hombros son un regalo para mis manos. Me deleito masajeándolos. Pronto mis dedos se pierden bajo su cintura anhelando acariciar su grueso miembro.

John alza mi rostro obligándome a mirarle a los ojos. Pretende saber que me propongo aunque ya lo intuye. Cuando me descubre mordiéndome el labio se asegura de que estaba en lo cierto. ¡Él va a ser mi desayuno!

Acto seguido me arrodillo frente a John. Mi boca acoje su miembro mientras él pronuncia mi nombre jadeando. Masajeo la base de su pene mientras lamo su punta. Después lo introduzco en mi boca rodeándolo con mis labios. John gime complacido acariciando mi pelo.

Momentos más tarde me invita a alzarme y yo lo acepto. Instantes después mi espalda descansa contra la fría pared de azulejos. Las llamas de mi interior inciendian mi cuerpo. John se abre paso entre mis piernas introduciéndose en mi interior. Acto seguido sus duras embestidas me empujan empotrándome contra la pared.

Cada gota de agua caliente que entra en contacto con mi piel la estremece recorriéndome camino del sumidero. El efecto de John sobre mí es devastador. Yo le pido y él me da. Me da tanto que es inabarcable. 

John se aferra a mí cómo un náufrago a un salvavidas. Me sostiene por los muslos clavándome los dedos en cada penetración. Su pubis presiona mi clítoris con fuerza mientras se funde con mi cuerpo. Siento una necesidad de él que no había sentido antes por nadie. Ardo por dentro acercándome al orgasmo a paso ligero. Mis gemidos le excitan acercándole a él también. Hecho mi cabeza hacia atrás apoyándola en la pared. Mi boca trata de encontrar el oxígeno que me permita respirar. Ejerzo más fuerza con mis piernas anclándo a John a mi cintura. John aferra mis glúteos a su cuerpo. Al instante llego al orgasmo dejándome llevar mientras él se vacía en mi interior.

-John, no podré dejar de hacer esto. No podré parar- le advierto jadeando.

-Yo no quiero para de hacerlo- me contesta tratando de recuperar el aliento.

Después de, esta vez sí, ducharnos, me envuelvo en una toalla y John anuda otra a su cintura. Agotada, me dejo caer sobre el colchón y John rodea la cama para sentarse en el borde del mismo. Observando todo lo que hay a mi alrededor mi mirada se detiene en una fotografía que hay sobre la mesita de noche. En ella John luce vestido de militar junto a otro militar, acompañados por una chica rubia con el pelo recogido en una coleta que va de la mano de dos niños, uno rubio de ojos azules y otro de ojos y pelo oscuros.

-¿Quién son, John?- le pregunto con curiosidad.

-Son mi hermano Bruce y mi hermana Lily acompañada por sus dos hijos- me explica.

-¡Que guapo estás con el uniforme!- aseguro seduciéndole con la mirada- ¿Dónde viven tus hermanos?

-Bruce falleció en acto de servicio. Lily vive en Austin- me responde.

-¡Lo siento, John!  No pretendía...- digo disculpándome.

-No te preocupes, princesa- me asegura acariciando mi rostro.

El reloj de pulsera de John, que permanece sobre la mesita de noche, me alerta tras cruzarse en mi campo visual.

-¡John! ¡Son las once de la mañana! - exclamo sobresaltada- ¡Tengo que vestirme para el coctel! ¡Los invitados están a punto de llegar!

John se hace con su ropa de inmediato mientras yo me dirijo a la cocina en busca de un poco de café. ¡Necesito despejarme rápidamente! Después de beberme una taza de un sólo trago, engullo a toda prisa mi pastilla anticonceptiva y corro escaleras arriba.

Ya en mi habitación paso la plancha de pelo por mi rebelde melena. Olivia me ha sugerido... bueno, prácticamente me ha escogido, la indumentaria que quiere que luzca. Y..., sin que sirva de precedente, he decidido darle el gusto. ¡Me siento tan feliz y complacida que no tengo ánimos para discutir!

Después de vestirme con el vestido nude con escote palabra de honor y un ligero vuelo en la falda que Olivia mandó dejar en mi vestidor, me calzo los zapatos de tacón en el mismo tono que me ha comprado para la ocasión. Tienen unos pequeños brillantes a los lados. ¡Resultan ser incomodísimos!

Cuando bajo al salón me encuentro con que John me espera junto a la puerta. Está guapísimo con su traje de chaqueta oscuro. No me canso de contemplar lo bien que le sienta. No me importa que siempre vista igual.

Nuestras miradas se cruzan, intensas y reveladoras. Me encataría poder cerrar la puerta y tirar la llave al retrete. Que pudiésemos quedarnos él y yo a solas sólo un poco más.

En el momento en el que cruce esa puerta tendré que actuar. Comportarme cómo se espera de mí. Fingir que me interesan las personas que mi padre va a presentarme. Esas personas de las que al instante no recordaré su nombre. Tendré que dibujar una sonrisa en mi rostro y pasearme en tacones cuando lo que preferiría es andar descalza.

Lo único que me apetece es coger a John de la mano, pero aun estando en la intimidad de mi casa, no lo hago. Me asusta sentir algo por él. Nunca me había ocurrido antes con nadie. He salido con varios chicos y he tonteado con otros tantos pero con ninguno de ellos he deseado con tanta fuerza permanecer a su lado. Quisiera sentarme junto a John a sabiendas de qué para mí no existiría mejor lugar en el mundo. Pero decido atesorar mis sentimientos guardándolos bajo llave dentro de mi corazón. Únicamente debo de ser una distracción para él. Debe pensar que soy una niña rica que se aburre de su cómoda vida y decide pasar el rato acostándose con su guardaespaldas. Aunque es una muy buena forma de emplear mi tiempo esa no es mi realidad. John ha despertado en mí algo que desconocía y me abruma. ¡Creo que le amo!


EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora