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Prácticamente la totalidad del personal de la planta de dirección se dirige a The Row.

The Row es un moderno bar ubicado en la esquina del edificio contiguo al de nuestras oficinas. La luz del local es tenue. La música que suena es chill out. Varias mesas altas rodeadas por taburetes altos están distribuidas por su interior. La barra, más iluminada, se encuentra situada al fondo del establecimiento. 

Custodiada por mis nuevos compañeros me acerco a la barra. Cojo mi teléfono y envío un mensaje de wathsapp a John para que sepa donde estoy y pueda venir a recogerme dentro de un rato.

Intento pasar desapercibida pero soy la novedad. Travis y otros ejecutivos se deshacen en halagos y atenciones hacía mí. Puede que antes esta situación me hubiese gustado... incluso me hubiera provocado morbo, pero ahora me resulta agobiante. Sólo deseo la compañía de un hombre, de John.

Decido abstraerme de la conversación que mantienen mis compañeros. Incluso me pierdo en mis propios pensamientos observando a la clientela del bar. En la lejanía, entre la gente, distingo una silueta que me resulta familiar. ¡Es John!

John se abre paso entre la multitud sin apartar su mirada de mí. Se acerca hacía donde me encuentro pero, de repente, se detiene unos metros antes de llegar. Acto seguido se acomoda en uno de los taburetes que hay junto a la barra y me observa de reojo mientras hablo con el camarero.

Pido al camarero que me sirva un par de cervezas. Una para mí y otra para el chico que acaba de llegar. Cuando el camarero deja la cerveza delante de John me agradece la invitación levantando la botella para, a continuación, girarse y acabar dándome la espalda. ¡No me lo puedo creer!

John está aquí, a escasos metros de mí. Si fuese sensata diría que disimula pero siento que me ignora descaradamente.

Me tomo la cerveza y de inmediato pido otra. Esta última me la tomo prácticamente de un sólo trago. Noto cómo el alcohol empieza a hacerme efecto y, dispuesta a dar un escarmiento a John, me despido de mis compañeros con la escusa de que tengo una cita.

Sonrío al percatarme de que John ni siquiera se ha dado cuenta de que me he levantado. Sintiéndome vencedora me escabullo entre la gente. Tras salir al exterior trato de localizar el coche. Por suerte no tardo en encontrarlo y me apoyo en él esperando a que John acuda en mi busca. Él no tarda en salir alertado por mi ausencia y, al dar conmigo, me fulmina con la mirada. Yo le regalo una amplia sonrisa.

John desbloquea el cierre del coche para abrirlo y me observa mientras me introduzco en el interior. Acto seguido se sube y pone el vehículo en marcha sin dirigirme la palabra. Yo, impulsada por el deseo que siento por él y con el plus de espontaneidad que me ha dado el alcohol deslizo mi mano por su entrepierna. John no reacciona. Tras conducir unos minutos más se adentra en un solitario callejón y detiene el vehículo.

-¿Por qué has ido a ese bar?- me pregunta aparentemente tranquilo.

-Pues resulta que en la planta vip todos los empleados finalizan su jornada más pronto los viernes...- trato de explicarme mientras John me observa con gesto serio. Parece algo confuso- ¡Me han descubierto, John! Saben que soy la hija del jefe y no me ha quedado más remedio que trasladarme al despacho de mi padre.

Hago una pausa esperando a que John reaccione pero él permanece impertérrito.

-Cada viernes los empleados de la planta de dirección van a The Row a tomar una copa y yo pensaba que mi padre también vendría pero resulta que se ha ido a cenar con Olivia... ¡Y yo necesitaba una copa!- exclamo.

-¿Y por qué necesitabas una copa?- me pregunta enfadado.

-Porqué no sabía si sería capaz de decirte esto sin haberme tomado antes un par de cervezas...- aseguro.

-¿Decirme qué?- me cuestiona secamente.

Yo le miro a los ojos fijamente y suelto el aire que retenía en mis pulmones. Acto seguido meto la mano en mi bolso y busco la caja que contiene el anillo. Tras varios intentos la localizo y se la entrego a John. Cuando está a punto de abrirla le pregunto sin más:

-¿Nos casamos o qué?

John contempla el anillo y después me mira a mí. Vuelve a repetir la acción un par de veces pero sigue sin pronunciar palabra.

-John, ¿quieres casarte conmigo?- le pregunto ilusionada. Estoy segura de qué en este momento mis ojos brillan cómo dos luciérnagas en la oscuridad. Él acaricia mi rostro con dulzura, me besa la punta de la nariz y dice sobre mis labios...

-Si, quiero- acto seguido desabrocha el collar que siempre lleva al cuello, pasa el dedo sobre su placa militar y la de su hermano y sujeta el anillo que pertenecía a su madre. Con sumo cuidado lo saca de la cadena y lo acerca a mi dedo.

-John, era de tú madre...- susurro con lágrimas en los ojos.

-Ahora es para mi mujer- asegura él.

Aquí  y ahora, con una escalera de incendios y varios contenedores de basura cómo únicos testigos, John y yo hemos sellado nuestro amor. Nos hemos comprometido a compartir nuestras vidas. Ya pensaremos cómo lograremos hacerlo, el amor lo puede todo. Y confieso que le amo tanto que casi me duele el corazón. Quisiera poder parar el tiempo para conservar este instante para siempre.


EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora