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Al despertar ruedo por la cama apoderándome del aroma de las sábanas. Huelen a John, a sexo y a mí. Me tomo un instante para rememorar cómo me acaricia, cómo me posee cuando hacemos el amor. Todavía tengo el sabor de sus besos sobre mis labios.

Desde que soy la señora Miller siento que camino sobre las nubes. Aunque trabajo duro y vivo con austeridad tengo realmente todo lo que siempre he deseado. John me tiene entre algodones. Sus besos, sus caricias y el amor que me demuestra es lo más valioso para mí. John es mi príncipe azul y con él no me hace falta castillo. Él hace que mi vida sea un cuento de hadas.



A media mañana, en el taller de Bill, John trabaja bajo una camioneta estropeada. Aunque está concentrado en su quehacer sonríe recordándome. Para él soy una mezcla perfecta entre la dulzura de mi apariencia y el ardiente deseo que vive en mi interior. Algo así cómo una piel de seda de corazón llameante. Aunque tengo mal genio adora de mí mi espontaneidad y mi capacidad de ver el lado bueno de las cosas en cualquier situación.

Cuando está revisando el líquido de frenos del vehículo en el que trabaja uno de sus compañeros le informa de que preguntan por él. En el momento en qué se acerca a la entrada del taller para averiguar de quién se trata descubre que tales personas son mi padre y otro hombre del que desconoce la identidad.

Mi padre va acompañado de García, el detective privado que contrató para localizarme. Ambos visten trajes de chaqueta oscuros impropios para el calor de Austin y lucen gafas de sol oscuras. Su primera reacción sería ponerse nervioso pero trata de tomarse la inesperada visita con relativa calma.

-¿Dónde ocultas a mí hija, desgraciado?- le pregunta mi padre exigiendo una respuesta.

-Mia es mayor de edad y por lo tanto libre de escoger donde quiere estar- asegura John.

-¡Maldita sea! ¿Es qué no me has entendido? ¡He venido para llevármela de vuelta a casa!- exclama mi padre.

-Mia ya está en su casa. Su lugar está donde yo esté-le responde John.

-¿Dime, cuanto dinero quieres?- le cuestiona mi padre mostrándole su talonario de cheques.

-¿De qué está hablando?- le pregunta John algo confuso.

-Mira chico..., no quiero perder el tiempo... Dime cuanto dinero quieres recibir a cambio de devolverme a mi hija. Sabes, me he cruzado con demasiados tipos como tú a lo largo de mí vida cómo para no reconocerlos a la legua...- asegura mi padre.

-¡Pues se equivoca conmigo! ¡Yo amo a su hija! ¡Y puede meterse su sucio dinero por donde le quepa!- exclama John.

-Tal vez la quieras, pero... ¿te importa más ella que la vida de Matthew?- le cuestiona mi padre.

-¡No se atreva a meter a mí familia en esto! ¡Le juro que si se le ocurre tocarles un pelo le partiré las piernas yo mismo!- le amenaza John señalándole acusadoramente con el dedo.

Al instante el detective García da un paso al frente y pone distancia entre ellos.

-No me has entendido... Yo tengo dinero y tu lo necesitas para costear la operación de tú sobrino. ¿Qué es más importante para ti John, tú felicidad o la vida de ese niño?- le plantea mi padre.

-¡Renunciar a Mia no es una opción para mí!- exclama John- Toda la familia trabajará codo con codo para conseguir ese dinero.

-¿Consentirás que una chica brillante, graduada con matrícula de honor y heredera de una gran fortuna trabaje de camarera? Puede que no la ames tanto cómo aseguras...

-Mia ha escogido permanecer a mí lado. ¡Ella es fuerte y está dispuesta a luchar por nuestra familia!- le rebate John.

-Te daré un millón de dólares, 500.000 ahora y 50.000 más cada mes si no tratas de ponerte en contacto con ella. Quiero que desaparezcas de su vida. Déjala. Abandónala. Dile que en realidad no estás enamorado de ella, que lo vuestro tan sólo a sido un romance pasajero. Hazlo y en una hora dispondrás del dinero para costear la operación de Matthew- le sugiere mi padre.

-¿Es qué se ha vuelto loco?- le cuestiona John.

-Dispones de 24 horas para pensártelo. Transcurrido ese tiempo retiraré mi oferta y conseguiré llevármela de vuelta aunque tenga que jugar sucio- le advierte mi padre.

-¡Váyase a la mierda!- blasfema John.

-En el momento en el qué Mia me llame para pedirme ayuda recibirás el primer pago- le recalca mi padre.

-¡Lárguese!- exclama John para acto seguido darse media vuelta dejándole con la palabra en la boca.




EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora