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MIENTRAS TANTO EN ATLANTA...

-¿Karen, has visto a Mia hoy?- le pregunta mi padre.

-No, señor. No ha salido de su casa en todo el día- le responde ella.

-¡Pues ya he esperado suficiente! ¡Pienso entrar ahí por las buenas o por las malas!- advierte mi padre.

Acto seguido sale de la casa principal dando un portazo y se dirige hacia mi casa. Cuando se sitúa frente a la puerta la golpea con fuerza gritando mi nombre. Tras escuchar su voz, los perros arañan la puerta desde dentro rogando que les permita salir al jardín.

Mi padre no cesa en su asedio a la puerta y, al no obtener respuesta, le pide a Dan que traiga una copia de la llave de mi casa. Dan está de vuelta con ella minutos más tarde.

-¡Mia! ¡Mia!- grita mi padre al entrar en la vivienda.

El suelo está plagado de objetos rotos, pero eso no le sorprende. Sabe que tengo mal carácter y que, con cierta frecuencia, suelo pagar mi mal humor con el mobiliario. Lo que le extraña es que no le conteste, aunque sea para mandarle a paseo.

Preocupado, sube las escaleras que dan acceso al piso superior. Al entrar en mi habitación se percata de qué la cama no está deshecha. Acto seguido se adentra en el vestidor y ve que hay multitud de perchas vacías, además de algunas prendas tiradas por el suelo.

Mi padre sale del vestidor hecho una furia. Al instante llama a Dan a pleno pulmón. Dan, alarmado, sube a toda prisa al piso de arriba. Cuando accede a la estancia encuentra a mi padre rebuscando en los cajones. Lleva mi portátil bajo el brazo.

-Dan, quiero que lleves este ordenador al equipo de seguridad. Necesito que averigüen los últimos movimientos de la cuenta de Mia, sus búsquedas más recientes, con quién a hablado... ¡Ahora!- ordena.

-Si, señor- le responde Dan.

-¡Que demonios se ha creído esa niña! Voy a anular sus tarjetas de crédito inmediatamente. ¡Seguro que así no tardará en volver!- asegura enfadado.


Mi padre se dirige a toda prisa a la cocina de la casa principal. Va en busca de Karen. Dan sigue sus pasos.

-¡Karen! ¿Qué sabes de esto?- le pregunta anhelando encontrar respuestas reveladoras.

-¿A qué se refiere, señor?-le cuestiona Karen confusa.

-¡Mia no está! ¡Se ha marchado de casa!- le informa él.

-¡Oh dios mío! ¡Le aseguro que desconocía sus intenciones!- confiesa Karen.

-Dan, dime, ¿de qué has hablado con ella últimamente?- le exige mi padre.

-Pues de cosas cotidianas, cómo de costumbre. Nada fuera de lo habitual- contesta él.

- Mia confía más en vosotros que en mí mismo. ¿Me estáis diciendo que no sabíais nada sobre lo que pensaba hacer?

-¡No , señor! ¡No sabíamos nada!- contestan Dan y Karen al unísono.

Mi padre se dirige a su despacho cómo alma que lleva al diablo. Una vez allí cierra la puerta golpeándola con tanta fuerza que hace temblar las paredes. Acto seguido llama por teléfono a varios miembros de su equipo de seguridad. Pretende que rastreen en la red las horas anteriores a mi fuga. Después contrata a un detective privado para que trate de localizarme. Esta dispuesto a dar conmigo en el menor tiempo posible. Llama y llama sin descanso a mi número de teléfono, pero a mí hace horas que se me acabó la batería y no tengo en mente ponerlo a la carga. Estoy en compañía de la única persona con la que quiero hablar, dispuesta a empezar una nueva vida con él dejando mi pasado atrás.





EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora