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A las siete de la mañana suena la alarma del despertador de mi teléfono móvil. Con la melena tan despeinada que se asemeja más a la de un león que a la de una persona me acerco al cuarto de baño para lavarme la cara. Después bajo a la cocina atraída por el aroma a café recién hecho. John se ha levantado y a preparado el desayuno. 

-Buenos días, Mia- me saluda John.

Yo el contesto con un gruñido. De buena mañana no estoy de humor para charlas, no suelo reaccionar hasta después de la ducha.

-¿No vas a comer nada?- me pregunta al observar que tomo dos sorbos de una taza de café solo y acto seguido deposito el recipiente en el fregadero.

-Desayunaré en el campus- contesto secamente.

De nuevo en mi habitación me ducho, me lavo y seco el pelo y me visto con unos pantalones tejanos y una blusa con escote en uve. Como sólo voy a visitar el campus me calzo unos zapatos de tacón bajo. En un pequeño bolso de mano guardo mi teléfono móvil, una libreta y un bolígrafo por si preciso tomar notas y un pequeño neceser.

Cuando bajo las escaleras John ya me está esperando.

Hoy no me he maquillado mis grandes ojos azules. Tan sólo me he aplicado algo de brillo de labios. Llevo la melena suelta peinada con grandes ondas y me oculto tras un aura de inocencia tratando de mantener a raya a mi verdadero yo. Pero ahí está él. John. Parece que todavía puedo olfatear su aroma, sentir su calor... Y, sin darme cuenta, estoy buscando su cercanía.

Cobijada bajo el cuello de John trato de acompasar mi respiración con la suya. Él no se distancia de mí pero no realiza ningún movimiento. No trata de acariciarme. Y entonces soy yo la que me alejo de él.

-¿Podemos salir hacia el campus en media hora?- le pregunto sin mirarle a los ojos. Y John sujeta mi rostro obligándome a mirarle.

-Mia yo... no puedo... no debo... Prepararé el coche enseguida- asegura antes de salir a toda prisa de la casa.

En ese instante le nombro para que se detenga.

-John, iré a despedirme de mi padre y después te buscaré- le informo y acto seguido le guiño un ojo. Él me sonríe y se marcha negando con la cabeza. Estoy segura de qué John me desea. Yo también le deseo y no pienso darme por vencida.

Me encamino hacia la casa principal. Mi padre ya está  levantado y listo para acudir a las nuevas oficinas de Smith International Company. ¡Está realmente atractivo vestido con su traje de chaqueta de color azul oscuro! Decido silbarle para que sepa lo que opino de su aspecto.

Mi padre sonríe alagado. Le encanta mi lado más descarado aunque siempre que lo muestre en el círculo familiar. Se qué frente a los demás tengo que representar el papel de "la dulce Mia". Y de la pelirroja ni rastro. ¡Madrugar no está en su ADN!

-¿Que planes tienes para hoy, preciosa?- me pregunta mi padre.

-Voy a visitar el campus- le respondo.

-¿Y cuando quieres empezar las prácticas en la empresa?

-¿Que te parece el miércoles? Me gustaría contar con un par de días para acomodar el horario de las clases con mi turno de trabajo- le propongo.

-Puedes empezar cuando quieras, pequeña. Ya lo sabes- me contesta mi padre.

-Papá... ¿puedo pedirte un favor?

-Dime Mia, ¿de qué se trata?- me cuestiona intrigado.

- Me preguntaba si podrías ocultar a los demás empleados que soy tú hija. No es que me avergüence...- bromeo tratando de quitarle hierro al asunto- es qué preferiría que me tratasen cómo a una igual.

-¿Me propones que te contrate bajo una identidad falsa? ¿Algo así cómo en el programa televisivo de "El jefe"?

-¡No!- exclamo con una sonrisa- Sólo es que me gustaría que se dirigieran a mi como Mia Williams. Usaré el apellido de mamá.

-Si eso es lo qué quieres... podríamos probarlo- asegura cabizbajo.

-¿No te ofendes verdad, papá?- le pregunto preocupada por su reacción.

-No pequeña, en absoluto. Solamente pienso en que serás Mia Williams, la señorita Williams, como tú madre- me comenta con gesto serio.

-¡Lo siento, papá! No pretendía entristecerte- me disculpo.

-No me entristece pensar en tú madre. Tú me recuerdas a ella cada día. ¡Eres su viva imagen!- dice contemplándome con adoración.

-Gracias papá. ¡Te quiero!- exclamo fundiéndome con él en un tierno abrazo. ¡Como quiero a este hombre!

Después de despedirme de mi padre cojo una chaqueta y me dirijo al coche donde me espera John. Está estacionado en la calle trasera que limita con nuestra propiedad. Nada más percatarse de mi presencia se baja del coche para abrirme la puerta trasera pero yo le esquivo y me acomodo en el asiento del copiloto.

Tras abrocharme el cinturón de seguridad me descalzo, doblo las rodillas y subo los pies al asiento. Nos ponemos en marcha. John conduce con soltura hasta que llegamos al centro de Atlanta, donde el tráfico es más denso.

-¿Es qué no piensas dejar de mirarme?- me pregunta John tratando de romper el silencio que se había hecho entre nosotros.

-No encuentro vistas más interesantes que observar...- aseguro- ¿Acaso te hago sentir incómodo?

-No, Mia- me responde de inmediato.

-Porqué se me ocurren otras maneras de sentirme cerca de ti...-le advierto estirando una de mis piernas posando así mi pie descalzo sobre su entrepierna.

-¡Eres terrible, Mia!- asegura- ¡Se buena chica, por favor!- me suplica.

-John, si yo soy muy buena... no te imaginas lo buena que puedo llegar a ser...- digo mirándole a los ojos- Pero si te refieres a que me porte bien, lo haré, ¡al menos de momento!

-Me conformo con eso...- dice mirando al frente. Pero hay algo en el brillo de sus ojos que me sugiere que está disfrutando de este juego tanto como yo.



EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora