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Al entrar en el despacho de mi padre mi mirada se centra directamente en el hombre que allí nos espera. Debe tener unos treinta años y viste traje de chaqueta. Es uno de esos trajes de chaqueta hechos a medida que sientan como un guante. Las mangas de la americana se ciñen a sus musculosos brazos. Su espalda es ancha. Lleva el pelo prácticamente afeitado y cubre sus ojos con unas gafas de sol oscuras modelo aviador.

Delante de mi padre debería disimular el interés que me ha despertado pero me resulta una ardua tarea.

El hombre retira las gafas de sol de su rostro antes de ofrecerle la mano a mi padre y acto seguido se saludan con un firme apretón de manos. En ese momento descubro que tiene los ojos marrones y rasgados.

-Mia, este es John Miller. Formará parte de nuestro equipo de seguridad y estará a tu cargo- dicta mi padre.

-¿Esta es la pequeña condición, papá?- le pregunto poniendo los ojos en blanco.

-Pequeña, Todd ya no está, alguien tenía que hacerse cargo de tu seguridad. ¿No pensarías que te permitiría vivir sola sin alguien que velara por ti?- me cuestiona.

-¡No estarás hablando en serio, papá! ¿Él va a vivir conmigo? ¿También dejará su tanque aparcado en mi puerta?- le replico.

-Mia, tranquila. John te hará de chofer, te acompañará al campus y te mantendrá a salvo. Vivirá en la habitación de la planta baja de tu casa, tiene su propio acceso desde el exterior, ¡ni te darás cuenta de qué está ahí!- asegura tratando de hacerme entrar en razón.

-Chofer, niñera, guardaespaldas... ¿Qué es lo que pone en su contrato de trabajo?- le rebato con desparpajo señalando a John.

Al mirar a John he observado cómo durante un instante a sonreído aunque a tratado de disimularlo ante la seriedad de mi padre.

-Vamos pequeña... Necesito saber que estarás bien. ¿Puedes hacer esto por mí?- me suplica.

-¡Esta bien!, dejaré que me acompañe pero no sé durante cuanto tiempo...- contesto dirigiéndome a la puerta del despacho. O me marcho inmediatamente o la acabo liando- ¡Esperaré afuera!- aclaro.

Mi padre y John permanecen unos instantes más en el interior del despacho.

-Lo siento, John. Ya te advertí que Mia no era una chica fácil de llevar. Aunque tiene buen corazón cuenta con una inagotable fuente de sarcasmo y tozudez- se disculpa mi padre.

-No se preocupe, señor- le responde John tranquilizándole- trataré de darle su espacio para que no se sienta muy vigilada.

-Gracias, John- le dice mi padre dando la reunión por concluida.

Cuando John sale del despacho de mi padre se sitúa a mi lado. Yo le miro de reojo y empiezo a caminar. Sonrío al darme cuenta de que me sigue.

Salgo del edificio principal en dirección a mi casa. Al verme, Zor y Pantic corren a mi lado. Se me ha ocurrido la manera perfecta de demostrar a John lo contenta que estoy de tenerle todo el día pegado a mi espalda... ¡Voy a dejarle claro a este "soldado" quién manda aquí!

Abro la puerta de mi casa y dejo pasar a mis perros al interior y cuando John se dispone a seguir mis pasos me giro de repente y le digo:

-¡Puedes esperarme aquí!- le indico señalando el felpudo y acto seguido le cierro la puerta en las narices.

John no parece muy sorprendido. Incluso diría que le ha resultado gracioso. ¡Pues vaya! Instantes después escucho como se abre la puerta lateral. John a entrado por la puerta que da acceso a su habitación pero no pasa al salón. Se queda en su dormitorio.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora