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Me siento en el suelo. En un rincón. Doblo mis piernas y las rodeo con mis brazos haciéndome un ovillo. Estoy bloqueada. Estoy superada por la situación.

De pronto me levanto hecha una furia y tiro al suelo todo lo que encuentro en mi camino. Al llegar a la cocina abro el armario y, plato a plato, hago añicos toda la vajilla. Grito y pataleo desesperada.

El alma se me cae a los pies cuando entro en la habitación de John. El armario permanece con las puertas abiertas completamente vacío. Al igual que los cajones. También la estantería. Me estiro en su cama. Busco su aroma en la almohada y cierro los ojos. ¡Su olor sigue allí!

¿Qué va a ser de mí sin John? ¡Yo sin él ya no puedo vivir!

Me pesan las piernas y los brazos. Me duelen hasta las pestañas. ¡Alejándolo de mí me han arrancado le alma! John ya no está a mi lado y se ha llevado mi corazón con él.

¿Qué puedo hacer? ¡Qué puedo hacer! ¡No voy a rendirme sin luchar!

Sorteo todos los objetos que están tirados por el suelo y me dirijo a mi habitación. Mi padre acaba de dar de baja la línea de teléfono de John por lo que no puedo comunicarme con él. Yo he apagado el mío. ¡No quiero hablar con nadie!

Tras hacerme con mi bolso busco mi cartera en su interior. Cojo mi tarjeta de crédito y enciendo mi portátil. Nada ni nadie va a alejarme de John. ¡Estamos comprometidos! ¡Tenemos que estar juntos!

Escribo en el buscador "vuelos de Atlanta a Las Vegas" y compro un par de billetes para el qué despega más temprano. Si John me ama de verás se casará conmigo y así nada podrá separarnos. Después reservo una habitación de hotel para una noche y busco vuelos de nuevo. Cómo John cuida de su hermana y sus hijos lo más sencillo es que vivamos junto a su familia. Por eso decido comprar unos billetes para Austin. Lo tengo decidido. ¡No había tenido algo tan claro en toda mi vida! ¡Voy a largarme de aquí!

Entro en mi vestidor y busco un par de bolsas de deporte. De esas que suelo llevar al gimnasio. Descarto llevarme una maleta porqué cómo tienen ruedas el sonido que hacen al arrastrarlas podría delatarme. Debo salir de aquí sin hacer ruido. Abro las cremalleras de las bolsas y las empiezo a llenar de ropa. No me llevaré vestidos de fiesta ni trajes de chaqueta. Dejaré esta frívola vida de lujo aquí para cambiarla por una vida corriente llena de amor verdadero. Pantalones vaqueros y vestidos de uso diario formarán parte importante de mi nuevo look. Cuando he completado el equipaje se me hace difícil cerrar las cremalleras.

Tras subirme en una pequeña escalera me hago con una cajita dónde guardo dinero en efectivo. Debo de tener unos 2.000 dólares. Me guardo el dinero y me visto a toda prisa. Me pongo unos jeans oscuros y ajustados y una camiseta blanca lisa que oculto bajo una sudadera negra con capucha. Busco un bolso pequeño que me pueda colgar al hombro e introduzco en él mi documentación, mi teléfono móvil y mi pasaporte.

Enciendo un instante el teléfono. Quiero echar un vistazo para averiguar si John a intentado ponerse en contacto conmigo. La pantalla parpadea. Tengo ocho llamadas perdidas de mi padre y otros tantos mensajes. ¿Por qué este hombre nunca me toma en serio? ¡Le he dicho que no vuelva a hablarme! Decido volver a  apagarlo.

El silencio se ha instalado en la finca. Ya es noche cerrada. De pronto escucho el ruido del motor de un coche. ¡Es Bob! Si está de vuelta tan pronto no puede haber llevado a John muy lejos. Recojo mi pelo en una coleta para soltarlo instantes más tarde. Mi mente va a mil por hora. Estoy tan nerviosa. Estoy decidida a hacer lo que voy a hacer pero la incertidumbre me inquieta. ¿Y si no encuentro a John? ¡Nada puede ser peor que vivir sin él!

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora