| 051 | Adam Levine

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• Adam POV •

Mis ojos están un poco maravillados y brillantes, quizá solo es mi perspectiva, supongo que les pasa a todos los padres, en especial a los primerizos.

Me parece que por eso siento cierta fascinación cada vez que veo a mi pequeña haciendo literalmente cualquier cosa; como ahora, por ejemplo, ella solo está recostada en la alfombra mientras dibuja y colorea.

Sus mechones castaños de cabello hacen contraste en su piel pálida y sus pequeños ojos que ahora están concentrados en las hojas de papel. son de un precioso verde que convenientemente suele brillar aún más cuando pide por algo.

Sus pies no están quietos en ningún instante ya que los balancea sin parar mientras dibuja, están descalzos y son muestra de que ya ha lanzado sus zapatillas de ballet a algún lado.

Dejo de prestarle mi completa atención cuando se incorpora y suelta un pequeño bufido, mira todas sus hojas y las aparta, al parecer cada hoja blanca que tenía ya ha sido llenada con color y figuras, ya no hay donde pueda usar sus nuevos marcadores con olor a frutas. No puedo evitar reír al verla soltar otro infantil bufido.

— ¿Qué ocurre, princesa? — le pregunto sonriendo mientras ella se levanta y sacude su atuendo rosa de ballet. Con sus pequeñas piernas logra subir al sofá y quedarse a mi lado.

— No hay más hojas, papi.— su voz es dulce y baja, restriega sus ojos y yo la coloco en mi regazo.

— Creo que tendremos que esperar a que mami traiga más, cariño.— le contesto. Robin ha vuelto a trabajar hace poco y yo me encargo de la pequeña Jamie todo el día antes de que la grabación del nuevo álbum se ponga en marcha.

— Pero yo quiero colorear ahora.— ella hace un pequeño puchero y tengo que recordar las palabras de Robin sobre que no le de todo lo que ella pida. Pero maldita sea, ella es mi pequeña princesa.

No sé de dónde sacar más hojas blancas o material para que Jamie coloree, así que doy una vuelta rápida por todo el living esperando encontrar algo útil. Los pequeños ojos de mi pequeña me miran expectantes mientras yo busco.

Hace preguntas ocasionales sobre si puede dibujar en la pared o en el sofá verde olivo, según ella le hace falta "color".

— No, cariño. Tampoco puedes pintar sobre el gato.— ella cruza sus brazos y frunce el ceño mientras observa al gordo gato blanco pasar por el living. Río y me dejo caer a su lado en el sofá.— ¿Dónde aprendiste a hacer eso?

Ella me mira y sé que no entiende de qué hablo. Pero ella hace eso de los brazos y la mueca de la misma manera en la que Robin lo hace cuando se molesta de algo, no puedo evitar sonreír y besar su cabeza. Es entonces cuando lo noto.

— Cariño, trae tus marcadores.— Jamie no pierde el tiempo y baja del sofá para correr por el bolso donde guarda todos sus marcadores, vuelve a subir al sofá con mi ayuda y la dejo enfrente mío.— ¿Qué tal aquí?

Le alargo mi brazo y ella lo examina, pasa su pequeño dedo por todos las líneas de los tatuajes que cubren el largo de mi brazo. Al final asiente y se sienta correctamente mientras saca un marcador y comienza a llenar de color mi brazo.

Al final, este queda lleno de color en cada tatuaje. Y justo cuando Jamie comienza con mi otro brazo oímos la puerta de la entrada. Robin aparece en la entrada del living y nos mira extrañada.

— Hola, mami.— saluda la pequeña sin apartar la vista de su trabajo. Robin me mira y yo solo alzo los hombros. Ella sonríe y después de dejar caer su abrigo, sus zapatos altos y su bolso, camina hacia nosotros, deja un beso en la cabellera de Jamie y se deja caer en mi regazo. Sujeto su cintura con el brazo que Jamie ya ha terminado de colorear.

— Sabes que hay hojas y libretas en el estante rosa de su habitación ¿verdad? — dice hacia mí y solo sonrio porque efectivamente no tenía la menor idea.

Ella se inclina hacia mí y junta nuestros labios. La apego más a mí hasta que oímos una pequeña queja.

— Papá, estas moviéndote.— se queja mi pequeña deteniendo su trabajo. Robin y yo reímos y le prometemos dejar de movernos. Ella asiente satisfecha y vuelve a su trabajo.

— Es preciosa.— murmura pasando su mano por uno de los mechones de Jamie. Sé que ella a veces también se siente incrédula sobre nosotros creando algo tan perfecto como Jamie.

— Lo es.— asiento.— Es increíblemente parecida a ti.

Ella sonríe hacia mí y deja su cabeza recostada sobre mi hombro. La rodeo aún más esperando que eso transmita lo mucho que la amo a ella y a nuestra familia.

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