| 021 | Evan Peters

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— ¿Ya pasó por aquí? — pregunta Jenna sin despegar los ojos de la pintura de sus uñas.

— ¿Quién?

— Oh, cariño, eres tan dulce. Esta bien, finjamos que no tienes la menor idea de lo que estoy hablando.

— Jenna...

— El caliente chico de los fines de semana, de él estoy hablando, dulzura.

— No es como si estuviera pendiente de la hora a la que viene.— contesto y regreso mi atención al pequeño arreglo de tulipanes en el que estoy trabajando.

— No, claro que no, es por eso que cada domingo tus bellos y joviales ojos no se despegan de la puerta de 2 a 3.

— Me alegra que estar al pendiente de mi sea una tarea más fácil que administrar la florería — le sonrío y ella me dedica una mirada para después volver a colocar color en sus uñas.

Agrego más flores al arreglo y trato de que ese movimiento me permita ver la hora que marca mi reloj.

2:26.

Puede que Jenna tenga razón, estoy un poco ida. Pero es todo culpa de él. Viene aquí, radiante y apuesto y espera que mi corazón no bombee frenéticamente.

La primera vez que lo vi fue la primavera de hace un año, él entro aquí como la mayoría de las personas del sexo masculino lo hace; cohibido, tímido y apenado de entrar a una local donde venden flores. Lucia tan apuesto que me costo concentrarme cuando hizo su pedido, pero había algo que Jenna me había dicho la primera semana que comencé a trabajar aquí que siempre solía recordar "nunca te fijes en un hombre que entra en una florería, porque si no está lo suficientemente enamorado para entrar a una florería por una chica entonces trata de convencer a varias chicas lo enamorado que está de todas ellas"

Intenté recordar esas palabras mientras le entregaba el ramo de flores, salió de la tienda y yo seguía fuera de mi, entonces oí la voz de Jenna "No le quites los ojos de encima, dulzura. Un hombre solo compra margaritas para su abuela"

Tristemente eso me dio ciertas esperanzas, él no volvió hasta varias semanas después, y cuando lo hizo pidió un gran ramo de rosas rojas, eso definitivamente no se lo regalas a tu abuela. Empecé a perder la esperanza semana a semana, él siempre pedía hermosos arreglos y pedía que le colocaran una tarjeta con el nombre de "Sierra". Jamás creí que tener algún tipo de desagrado por una persona de la cual solo conocía su nombre, y al parecer, el tipo de flores que le gustaban.

Jenna siempre trataba de animarme diciendo que él ni siquiera era tan guapo o que yo podía conseguir a alguien mil veces mejor pero después lo olvidaba y hacia un comentario totalmente alargador sobre él que tiraba todo el plan anterior.

Y aunque trato de ignorar el hecho de que el tiene una novia o incluso una esposa parece que hay una parte de mí que no lo entiende y se adormece cada vez que lo mira. Necesitaba parar esto.

— Mira nada más, ¿cómo estás, Evan? — la voz de Jenna me hace apartar la mirada de los tulipanes y dirigirla hacia la entrada, efectivamente él viene entrando mientras se quita las gafas de sol.

— Muy bien, Jenna. Justo hoy he vuelto de un viaje, estoy un poco cansado, es verdad. Pero no hay nada que me guste más.

— Oh, como amo tus viajes, siempre vas a lugares tan hermosos, si yo no amara mis flores envidiaría tu trabajo.— ella le guiña un ojo y después su mirada cae en mi.— Bueno, tengo que ir a mirar algo urgentemente en la bodega, cariño, encárgate de la orden.

Intento que mi mirada le diga a Jenna lo mucho que intentó aniquilarla con ella. Jenna únicamente tiene una sonrisa perversa en sus labios y entra por la puerta que da hacia la parte trasera de la tienda.

| one shoots |Where stories live. Discover now