-¡Papá! ¡Me lo prometiste!- le recuerdo.

-Está bien, está bien. Puedes seguir con tu juego... ¿Vendrás a cenar?

-No, he pedido a Karen que me prepare la cena, John la recogerá. Estoy muy cansada.- me justifico.

-De acuerdo entonces. Nos vemos mañana en la oficina- se despide.

-¡Hasta mañana, papá!- digo y cuelgo.

Acto seguido dejo el teléfono sobre la mesa. John ya está de vuelta con la comida. Abro la nevera y cojo un bote de chocolate líquido especial para postres. Después de cerrarla contemplo cómo "mi soldado" se quita la americana y a continuación se desabrocha la camisa camino de su habitación.

-John- le nombro desde la cocina.

-¿Si, preciosa?- me pregunta desde su dormitorio.

-¿Sabes cual es mi sabor favorito?

-No. ¿Cuál?- me cuestiona.

-El chocolate. El chocolate y tú- digo entrando en su habitación- Quítate la ropa...- le sugiero.

John se descalza y se quita los pantalones. Yo me deshago de toda mi ropa. Le observo mientras se desnuda. A continuación le indico, con un gesto, que se tienda sobre el colchón. Subo a la cama por los pies de la misma. Repto sobre su cuerpo en busca de sus labios. Por el camino me topo con su erección.

-Abre la boca, John...- le ordeno excitada. Para cuando John separa sus labios dejo caer un chorro de chocolate sobre ellos y dentro de su boca.

El chocolate tiene una textura similar a la del caramelo líquido lo cual me permite lamerlo sobre sus labios. Acto seguido introduzco mi lengua dentro de su boca y la exploro disfrutando de su sabor mezclado con el del chocolate. ¡Es toda una delicia!

-Mmmm, que rico...- le susurro al oído.

Al instante John me sujeta por las caderas intentando penetrarme pero yo me resisto.

-¡Quieto!- protesto y le hago un gesto de negación con el dedo. John me obedece siguiéndome el juego.

Dibujo una línea de chocolate desde su pecho hasta su ombligo. El cuerpo de John reacciona a la baja temperatura del alimento. Estaba en la nevera y hace que se le ponga la carne de gallina. Beso sus labios con una sonrisa para luego empezar a lamerle. Lo hago lentamente y sin dejar de mirarle. John es mi postre. Mi dulce, dulce, postre.

Advierto cómo la respiración de John se acelera. Traga saliva. Aprieta los dientes... ¡Su reacción me resulta tremendamente sexy!

Mi boca desciende por su pecho dándole lametones y pequeños mordiscos. Me acerco peligrosamente a su ombligo, lo rodeo con la lengua y acto seguido continuo con mi descenso camino de su pene.

John se inquieta. Mis labios rozan su miembro y dejan un beso en su punta. Lo baño en chocolate. Él se estremece. Sin ánimo de torturarle más empiezo a lamer el chocolate. Lamo su pene cómo si de un helado se tratase. Lo succiono lentamente saboreándolo. John gime de placer y sus gemidos me alientan. Sigo devorando su pene acariciando sus testículos, masajeando su base.

-Mia... para...por favor...- me suplica entre jadeos.

Yo le obedezco. Sé lo que quiere y pretendo complacerle. Me deslizo hacia arriba buscando introducir su esplendorosa erección dentro de mi cuerpo. Ansiosa, pongo una rodilla a cada lado de su pelvis y le acompaño a mi interior. Muero de placer con la plenitud que me da. Apenas consigo mover mis caderas sin gemir desgarradoramente. Es exquisito cómo se acoplan nuestros cuerpos, cómo se amolda mi sexo a su miembro. John ansía llevar el control y me lanza sobre el colchón sin salir de mí. Sus penetraciones son rudas y constantes. Me invade y se mueve levemente buscando una nueva posición para sorprenderme. Se inclina estimulando mi clítoris llevándome hasta la locura.

Rodeo a John con mis piernas. Él me penetra de nuevo una y otra vez. Sus empellones me arrastran hacia el éxtasis. Yo disfruto intensamente del camino. Me agarro a sus musculosos brazos buscando un punto de apoyo. Quiero anclarme a su cuerpo, fundirme con él. Casi puedo tocar el cielo cuando le siento en mi interior. John me hace volar.

Mi orgasmo se acerca. John lee mis gemidos guiándose por la humedad de mi sexo y aumenta su ritmo sin control. Pretende que alcancemos el máximo placer juntos. Se empeña en ello. Sus movimientos de pelvis se vuelven más rápidos. Se abre paso entre mis piernas descontrolado. Da un par de palmadas en mis glúteos excitándome más si cabe. Jadea en mi boca alimentándose de mis gemidos. Al instante me tiemblan las piernas. John retuerce mis pezones mientras se vacía en mi interior. Yo me deshago acogiéndolo mientras jadeo exhausta y complacida.

John descansa el peso de su cuerpo sobre mi pecho. Con sus ojos busca mi mirada. Mis ojos sonríen. Mis labios sonríen. Sonrío. Él también sonríe. El reloj se detiene mientras nos miramos. No soy consciente del tiempo que pasamos haciéndolo pero disfruto mucho de ese momento.

El amor debe de ser esta mezcla de locura, pasión y necesidad de tenerle cerca que siento por John. Él alimenta mi corazón. Por él respiro. Por él suspiro. Por él muero.  




EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora