11. El sol detrás de las nubes

Comenzar desde el principio
                                    

-¿Jen?- preuntó Tayler. Respirando con dificultad, resbalé por la puerta hasta quedar sobre mis rodillas y me concentré en no devolver la comida. De repente me dio frío y comencé a temblar, pero al mismo tiempo sentía un calor extremo en la cabeza. Después algo punzante y constante en la nuca. -¿Jen, estás bien?- escuché a Tayler muy lejos. 

Balbuceé algo, pero no recuerdo qué fue. Tayler se arrodilló y me tocó la frente.

-Joder, Jenna, estás ardiendo en fiebre. 

Balbuceé otra cosa. Oí cómo le gritaba algo a mi padre y éste llegaba con pisadas fuertes y rápidas. Me cargaron entre los dos, mis brazos colgaban de sus hombros. Al llegar a las escaleras, mi hermano dijo algo y sentí cómo me elevaba en su espalda y mi cabeza caía en su hombro. Me cargó por las escaleras como a una niña de cinco años y me introdujo en la cama con excesivo cuidado. Me arropó y me dio un beso en la frente antes de irse. Escuché que mi padre entraba un ratito después y sentí un beso en la nariz. Me dejaron sola, arropada y calentita, cayendo en un profundo sueño. Aún podía escuchar la voz de Seth diciendo está pendiente, prometiendo que hablaríamos después. 

No sé qué horas eran cuando desperté. Me había levantado al baño aún somnolienta. De regreso a la cama, me había despejado un poco y pude notar algo diferente en el escritorio. Me acerqué y el sueño se fue de golpe. Sobre la mesa, estaban esparcidos colores, borradores, plumas y lápices junto con un dibujo de la flor del Guindo que no recordaba haber hecho, pues éste era mucho mejor que el mío. No era que yo no supiera dibujar, pero éste estaba más detallado. Las sombras eran más oscuras y el brillo le daba más volumen realístico al dibujo. Incliné la cabeza y guardé todo en el estuche donde iban para después guardar éste en el último cajón. Sin duda, ese dibujo había sido mío pero Seth lo había mejorado muchísimo. Viendo el reloj y pensando que las tres de la mañana eran horas muy inadecuadas para despertar, colgué el dibujo en el corcho frente al escritorio y abajo de la flor escribí "Jenna & Seth. Marzo 2013"  Me volví a dormir con una sonrisa en el rostro, admirando la flor de Guindo que se mostraba real frente a mí.

Lily y Melisa fueron a visitarme al día siguiente. Me despertaron sus volces y no tuve tiempo ni de cambiarme esas ropas que olían a medicina. Ambas llegaron con un semblante preocupado. La última vez que las había visto había sido antes de quedarme encerrada en el almcacén. Estaba segura de que se habían enterado de lo sucedido y me sentí culpable por no haberles hablado por teléfono, pero no había podido hacerlo estando en el cuerpo de Seth. 

-Hola, criatura -me saludó Lily.

-Hola -saludé sentándome en la cama.

-¿Cómo estás?

-Mejor. El descanso me ha venido bien. ¿Algo nuevo?

-¿Algo nuevo? ¿Te encierran en el almacén del gimnasio y tú preguntas algo nuevo?- me reprendió Lily una vez que se hubo asegurado de tenía la suficientes energías para aguantar la regañadiza que se me venía. 

-Ah... por eso... lamento no haberles contado -dije. 

-Lily, lo hablaremos después... 

-No, nada de eso. Ya estamos aquí. ¿Quieres contarnos lo que pasó? Es más, no es una pregunta. Es una orden. 

Melisa se sentó a un lado conmigo mientras que nuestra amiga se paraba frente a nosotras con las manos en las caderas. Respiré hondo y les conté que me había estado involucrando con Seth últimamente y que por ello una chica me había encerrado en un ataque de celos. Omití de qué manera me involucraba en la vida de Seth. 

CambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora