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Ya ha llegado el día. Nos vamos de Seattle. Dejamos atrás nuestras vidas, nuestro hogar y con él a mamá.

Ya hace diez años que mamá murió pero creo que su alma todavía permanece en esta casa. O por lo menos es lo que me gustaba pensar cuando subía al desván y sacaba sus cosas de las cajas amontonadas en él. Su ropa todavía huele a ella... Con el paso de los años su recuerdo se hace más borroso y me cuesta más recrear su rostro cuando cierro los ojos.

Ahora tengo 19 años, el tiempo a pasado y mi padre se ha vuelto a casar. No digo que teníamos que ser él y yo para siempre... es joven y necesita una compañera... ¿Pero ella? ¡Esa estúpida pelirroja no se parece en nada a mi madre! ¡No la soporto! Aunque tengo que agradecerle el detalle de qué nunca haya pretendido que la llame mamá.

Y de Olivia ha sido la gran idea de trasladarnos. Esta claro que mi padre lo decidió con el cerebro parcialmente abducido por su nueva esposa. Me resulta gracioso que Olivia se crea que tiene la más mínima posibilidad de competir conmigo en lo que a la influencia sobre mi padre se refiere.  Tengo todo lo que quiero de él y ni siquiera me es necesario pedirlo. Mi padre pasa por alto muchos de mis comportamientos a cambio de que saque buenas notas y me muestre cómo la hija perfecta frente a la gente que nos rodea. Es una especie de trato no escrito. Sin duda, mucho más que ventajoso para mí.

Mi padre es Jack Smith, director y socio mayoritario de Smith International Company, y yo soy Mia, Mia Smith.

Tras unos años favorables en los que mi padre ha trabajado en la expansión de la empresa ha decidido abrir unas nuevas oficinas en Atlanta. La familia de Olivia, la mujer de mi padre, es de Atlanta y ella lo tuvo claro desde el principio. Intentó que nos trasladásemos a Atlanta por todos los medios y, finalmente, lo ha conseguido.

Ahora vamos camino del Sea- Tac, el aeropuerto de Seattle, para coger el avión. Bob, el chofer de mi padre nos lleva a papá, Olivia, mis perros Zor y Pantic y a mí camino de la terminal. No llevamos maletas ya que la gran mayoría de nuestras cosas ya están en nuestra nueva casa.

El matrimonio que siempre se ha hecho cargo del servicio en nuestra residencia, que está formado por Dan y Karen,y a los que me gusta llamar tío y tía, ya hace dos semanas que se marcharon a nuestro nuevo domicilio. Cuando lleguemos a Atlanta todo estará en su sitio, todo en orden...¡ menos mi cabeza!

Me apena y me preocupa a partes iguales que Todd no me acompañe en esta nueva etapa. Todd era, hasta el día de hoy, el encargado de mí seguridad. Podríamos llamarlo mi guardaespaldas. Ha decidido jubilarse y no vendrá conmigo, con nosotros. A él le podía contar mis secretos y, a menudo, me encubría en mis escapadas o me rescataba de ellas. Todd adoraba a "mi dulce Mia" y ayudaba a "Mia la terrible" a no perderse del todo.

En Seattle lo tenía todo bajo control y, como último recurso, siempre podía esconderme bajo la lluvia. ¿Qué será de mí en la soleada Atlanta?

En fin... por la tarde estaré al otro lado del país.


EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora