Capítulo 16. You're no match for me, Sarah. (No puedes enfrentarme, Sarah)

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  —Entonces, procura que no vuelva a suceder —la desafió—. O tendré que ir a despertarte personalmente, ya que Twig no consigue hacerlo. —Sarah le devolvió la mirada con el mismo fuego.

  —No es necesario. Y... un "caballero" no tiene por qué entrar al dormitorio de una joven.

  —¡Oh! —Se mostró sorprendido—. ¿Pese a... todo lo demás, sigo siendo un caballero? Pensé que era lo último que iba a oír de tu boca, cosita.

  —Rey Goblin, no tengo deseos de hablar contigo y no lo haré —advirtió con altivez.

  —Chiquitita, hablarás conmigo hasta que yo diga lo contrario. ¿Cuántas veces debo recordarte que yo tengo poder sobre tu persona? Sería una pena muy grande tener que... "hacerlo" delante de mi familia. ¿No crees? —La espalda de Sarah se enderezó. ¡¿Cómo osaba...?! ¡¿Hasta dónde era capaz de llegar?

  —¿Hacer qué? —lo desafió—. ¿Mostrar qué tan poderoso, cruel, perverso eres con alguien en desgracia? ¡Muy loable de tu parte, Rey Goblin!

  —¿En verdad... —hizo una amenazadora pausa— quieres que muestre lo que puedo hacer? —Sarah hubiera preferido no tener que lidiar con esa respuesta. Y optó por desentenderse manteniéndose en silencio, pero, sin dejar su cabeza en actitud orgullosa y combativa—. Estoy aguardando tu respuesta, mi Sarah —su voz no mostraba sentimiento alguno. Era inmutable. Sarah comenzó a inquietarse.

  —Eh... —gesticuló Conrad con un dedo índice tímidamente levantado como pidiendo permiso para hablar, mas, tras un nervioso cabeceo de un lado a otro de su hermana y una alerta mirada del monarca su mano descendió y, murmurando por lo bajo, se arrellanó en su silla como queriendo esconderse—. Puedo esperar.

  —¿Sarah? —insistió el rey—. ¿Te comieron la lengua los ratones? —La muchacha aspiró hondo para no mandarlo directo al diablo.

  —No importa mucho lo que yo opine o quiera, "Rey Goblin". Eso quedó bien claro anoche. —Jareth deseaba discutirle al respecto, mas, luego, se retractó. ¿Para qué? Ya sabía su reacción y que nada cambiaría su manera de pensar, por más palabras o acciones que él hiciera.

  —Me alegra que ya comprendas cuál es tu lugar —sostuvo con impiedad—. Espero que lo recuerdes por el resto de tu vida —le restregó por la cara el hecho de que ella jamás se escaparía de Labyrinth, ni de él—. Ahora, si me disculpan, tengo cosas más importantes que atender. —Se puso de pie—. Y... tú, Sarah, esta tarde te espero en mi despacho a la hora del té. —La estudió con fijeza antes de que ella acotara alguna excusa—. Y —agregó con severidad—, no me interesa si ya habías planeado algo o si te duele la cabeza. A las cinco, en mi despacho. Ni cinco menos cinco, ni cinco y cinco. A las cinco; odio perder mi preciado tiempo. ¿Entendido? —Él casi podía sentir la ira que emanaba su cuerpo—. ¿Entendido, "cosita"? —usó el mismo tono despectivo que ella cuando le decía "Rey Goblin".

  —Entendido, "Rey Goblin" —respondió viéndolo con odio desde su desaventajada posición. Él hizo una malévola mueca con su labio.

  —Eso está mucho mejor. A este paso, llegaremos a ser... ¿cómo diría? —Se llevó una mano a la barbilla—. ¡Casi íntimos! —Le dirigió una risueña mirada una vez más y abandonó el cuarto riendo de aquella forma tan detestable.

  Sarah, bajó la cabeza abochornada. Había un tenso silencio en la mesa. Y todos la estaban mirando como buscando una respuesta, ¡como si ella la tuviera! Conrad, también tenía sus ojos en ella, pero, de una manera más casual.

  —¿Crema? —le ofreció en un intento de ayudarla.

  —S-sí. Gracias. —Tomó la jarrita de las manos del joven. Las manos le temblaban a causa de la afrenta. Conrad lo advirtió como el resto que disimuló regresar a lo suyo, todo lo que se oía, era el sonido de los cubiertos y de las tazas al volver a sus platos.

Dulce como un durazno.Where stories live. Discover now