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RUDE. ( LIBRO DOS. )
El rizado soltó un gruñido acomodándose en su asiento, aún dormido. — Déjenme dormir, tengo sueño — murmura, haciéndola sonreír.
— Hazz — oyó a la única persona que lo llamaba de esa manera, su corazón dio un brinco al momento en que abrió los ojos de par en par, dejando a su vista a su amada Jade, despierta.
— Jade... — susurró sin creerlo, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Ella le sonrió dulcemente a su novio. — ¿Qué pasa? ¿Qué...? — se interrumpió a si misma con sus propias risas cuando el rizado se le había lanzado para besar cada parte de su rostro. — Amor — logró decir la chica entre pequeñas carcajadas. Harry se separó de ella de ella sonriente tomando sus mejillas, ambos se miraban con cariño y ternura, viendo el mundo del otro frente a sus ojos. — ¿Qué? — la voz de la inocente Jade salió suave, este sonrió entre lágrimas.
— Despertaste, mi cielo — besó su frente, quedándose ahí por varios segundos.
— ¿Qué...? — se separó al escucharla hablar con tono asustado para verla, ella veía su cabello horrorizada. — ¿Qué le pasó a mi cabello, Hazz? ¡Esta azul! A-Ayer antes de dormir estama bien, estaba rizado y marrón — tartamudeó ella, entrando en pánico, el rizado confundido tomó sus manos para tranquilizarla.
— Teñiste tu cabello hace unos días antes del accidente, ¿no recuerdas? — Jade, aún con expresión asustada, egó lentamente tomando varios mechones de su cabello para mirarlos.
— ¿Accidente? — Harry vio como los ojos cafés de su novia se cristalizaban, preocupándolo aún más. — No entiendo nada, Hazz, ¿de qué hablas? — se abrazó a su pecho, este confundido la abrazó de vuelta.
Segundos después de estar en esa posición en silencio, la pequeña chica de cabello azúl se separó, alzó su cabeza para mirarlo a los ojos, este tomó su mejilla para secar sus lágrimas. — ¿Hazz? — este hizo un sonido con su garganta para que siguiera hablando. — ¿Qué hacemos aquí? — el corazón del rizado se paralizó.
— Tuviste un accidente, amor, ¿no recuerdas? — murmura con confusión.
— ¿Accidente? Pero si ayer estábamos en tu casa, viendo películas y comiendo helado, y en la noche me llevaste a casa — susurraba ella con la respiración entrecortada. — Dijiste que hoy iríamos al parque y...
Harry se separó de ella para mirarla, se sentó en la silla para mirarla seriamente, mientras tomaba sus manos con delicadeza. — Jade, ¿estás bien, princesa? — ella asiente con cansancio, pero él comenzaba a asustarse. — ¿Qué recuerdas de anoche?
— Pues, ya te dije, ayer veíamos las películas de Spider-Man en tu casa mientras comíamos helado — ella hablaba bajo mirando el suelo con la frente arrugada, tratando de recordar los sucesos de la noche anterior. Jade alzó la mirada extrañada cuando sintió que Harry soltó sus manos. — ¿Hazz? ¿Hazz estas bien? — el rizado cubrió sus orejas caminando de espaldas a la puerta cerrando sus ojos. — Amor me estás asustando — dice ella tratando de levantarse pero no tenía las fuerzas para hacerlo. — ¡Hazz!
Ahora todo tenía sentido, la Jade ruda nunca lo había llamado de esa manera, ¿cómo no se había dado cuenta? Ella no recordaba nada, él sabía que lo odiaría cuando se enterara o recordara lo que pasó entre ellos estos años. Harry corrió hacia la puerta mientras la pequeña chica de cabello azul lo llamaba a gritos con los tiernos apodos que le tenía a su novio.
— ¡Doctor, enfermeras, Perrie! — un sollozo inesperado salió de sus labios. — Ayúdenme.
