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RUDE. ( LIBRO DOS. )
El rizado miraba sus manos con el ceño fruncido, las cuales eran vendadas por una enfermera, alzó la vista al doctor quién hablaba explicándole algo a su madre, Anne había llegado junto a Gemma antes que él ya que Perrie había llamado a la casa del rizado cuando Harry ya estaba en la casa de la rubia.
— Gracias, doctor — dice cordialmente su madre, este asiente para luego irse de la habitación, Anne y Gemma lo miraron con cara de pocos amigos.
— ¿Quieres que nos quedemos contigo? — habló su hermana, este solo se limitó a negar lentamente, ambas mujeres salieron de la habitación dejándolo solo junto a la enfermera.
Pasaron unos minutos en silencio hasta que ella habló. — Lo siento mucho — Harry alzó la mirada para verla, parecía de unos 19 años, lo notó por su maquillaje y sus uñas, aunque también su forma de hablar daba ese aspecto. — Por tu novia, de veras se notó que la quieres mucho — le sonrió al rizado con amabilidad.
— Gracias — dice seco. — ¿Sabes algo de ella? — esta niega con una mueca.
— Yo estaba en emergencias cuando ella llegó estaba demasiado grave y más de 10 enfermeros estaban ahí con unos 3 o 5 doctores, cuando estuvo más estable de inmediato entró a una operación y me hizo los exámenes es mi padre, tal vez pueda decirle que no te deje tan cara todo esto.
Él asiente. — Gracias. — susurra. — ¿Aún sigue en la operación? — esta asintió con media sonrisa.
— Si, yo te puedo notificar sobre ella por si no puedes verla todavía, oí que su madre no te deja pasar — Harry asiente nuevamente, tal vez le cuente todo en un futuro.
— Muchas gracias — moqueó luego de hablar. — Soy Harry — se presentó con media sonrisa, esta ríe.
— Lo sé, soy tu enfermera y mi padre dijo tu nombre unas cuatro veces — él no pudo evitar soltar una pequeña risa. — Soy Sophie.
— Mucho gusto Sophie — estuvieron en silencio hasta que ella terminó de vendar sus manos.
— Ven, te llevaré a la recepción — habló al ponerle dos raros chalecos azules para que no moviera tanto sus brazos. Ambos salieron de la pequeña habitación y pasaron por unos pocos pasillos hasta la recepción, al llegar pudieron ver a Anne y a Gemma junto a Luke, los tres ya se conocían ya que Harry conocía al rubio desde pequeño, pero él fue llevado a un internado debido a su conducta y sus padres lo inscribieron nuevamente en la escuela hace un año para que adelantara con sus estudios y pudiera entrar a la universidad.
— Luke — lo llamó el rizado cuando llegaron. — ¿Qué haces aquí? Pensé que no conocías tanto a Jade — se despidió de Sophie con una ligera sonrisa acompañada de un pequeño ladeo de cabeza para luego regresar la vista a Luke.
— Pues te equivocas, no tuve muchas amigas en la escuela y pues se puede decir que ella es mi mejor amiga — se encoje de hombros. — Claro que cuando llegaste tú de nuevo ella me hizo a un lado y se olvidó de mi pero eso no quita que la quiera.
— ¿Y cómo te enteraste?
El rubio frunció el ceño. — Harry, yo estaba en las carreras de motos — este ladeó la cabeza a un lado. — Jade estaba allá, creí que ya lo sabías — este niega sintiendo sus ojos cristalizarse, pero aún así se mantuvo serio.
— Ella me prometió que no iría de nuevo — susurró para él mismo, pero aún así Luke pudo escuchar.
— Ella estaba dolida, supongo que necesitaba distraer su mente de lo que pasó y fue allá, Harry.
— ¿Y cómo pasó? ¿Había mucha gente ahí?
— Sí, incluso el otro imbécil de Liam estaba, no sé por qu...
— Estaba porque quería asegurarme de que no le pasara nada a Jade — el castaño entró al edificio a paso firme, la mandíbula del rizado se tensó al escuchar su voz, se volteó lentamente. — Luego de lo que le pasó a Zayn sabía que ella se echaría la culpa, porque ella lloraba en mi hombro diciendo que lo extrañaba, de todas esas veces, me hizo pensar que ella tal vez se sentiría culpable cuando ella no tenía la mínima culpa, por lo que estuve toda la semana yendo a las carreras para asegurarme de que estuviera bien — Harry lo miraba con odio, aún siente rencor hacia él por todas esas cosas que la hizo a Jade, este suspira ante su mirada de odio. — Harry necesito que hablemos.
— Yo no tengo nada que hablar contigo — escupe. — Si no tuviera esto te golpearía más fuerte de como ya lo hice en tu casa la otra vez — este rueda los ojos.
— Ajá, necesito hablar contigo y no voy a aceptar un no como respuesta.
