Capítulo 12. Somebody up there likes me. (Alguien de arriba mira por mí.)

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  —¡Wow! ¿Y tu hermano; es mayor que tú? —cuestionó cuando el carruaje ya casi llegaba al castillo.

  —Aunque no lo parezca. —Rieron ambas y los dos hombres sonrieron ante la morbosa respuesta de la mujer fey—. En tu mundo, tendría unos cuatrocientos ochenta y ocho. Aquí unos diecinueve.

  —Entonces... —murmuró Sarah. Alin se acercó a ella cubriéndose con una mano los labios.

  —Mi primo es unos veintiocho años feys —aclaró en voz baja. La joven mortal se sonrojó.

  —¡Yo no estaba pensando en eso! —mintió.

  —¿No? —cuestionó, ya enderezada en su sitio, con fingida inocencia que no escapó a los ojos de Sarah.

  —¡Por supuesto que no! —aseguró ofendida—. ¿Cómo voy a estar pensando en...? —Espió a los dos hombres sentados frente a ellas. Y se acercó a la otra, como ésta hizo posteriormente y murmuró a su lado—. Él me tiene prisionera, aún sin un calabozo. ¿Por qué voy a estar ocupando mis pensamientos en él?

  —Bueno —contestó la casi rubia fey en igual tono sin dejar de sonreír—, yo me encuentro en la misma situación con Gontran y todos mis pensamientos se ocupan de él.

  —¡Es diferente! —protestó tenaz.

  —Si tú lo dices... —ella comentó con fingido desinterés y, luego, regresó a la carga—. ¿Entonces, en qué estabas pensando?

  —Sólo me preguntaba qué edad tiene tu esposo si te casaste tan joven. Y la de tu padre. Sólo por curiosidad.

  —¡Oh, bueno! Gontran tiene unos veinticinco años feys, seiscientos cuarenta y dos de tu mundo; y mi padre unos mil cincuenta y cuatro años del Aboveground.

  —Y allí deja de contarlos —bromeó Erwin haciéndolos reír.

  —¡Oh, vamos, padre! ¡Tú aún eres un hombre joven y muy atractivo! —Erwin sonrió. Ciertamente tenía un parecido a Jareth, sólo que su imagen era más cálida y ambos ojos eran de color miel—. Aquí, él apenas tiene unos cuarenta y uno y es un hombre maduro, pero, aún joven, por más que él intente hacer creer lo contrario. Cada vez que asistimos a las fiestas, todas las damas desean bailar con él. ¡Incluso las muchachas de nuestra edad! —Esto último parecía fastidiarla.

  —¡Oh, niña, me avergüenzas! ¡Eso no es tan así! —rió tratando de recomponerse de su hilaridad.

  —¡Por supuesto que sí; tú eres un príncipe! ¡Tengo a Gontran de testigo! ¡Esas... jovencitas tratando de conquistarte como moscas en la miel! ¡Son unas desvergonzadas! —A esta altura, Alin estaba tan indignada que hasta su esposo comenzó a reír.

  —¡Lo siento, cariño! —Adelantó su torso para besarla castamente—. Es que te ves muy graciosa cuando ves a esas caza fortunas tras tu padre. Y por cierto que soy testigo.

  —Tan graciosa como cuando alguna dama ligera pretende arrebatarle a su amado esposo —agregó Erwin con una sonrisa.

  —¡¿Pero...?! —la muchacha se indignó—. ¡¿Los oyes, Lady Sarah?! ¡Son unos malagradecidos! ¡Una se desvive por ellos y ellos se te burlan en la cara!

  —¡Oh, vamos, no seas dramática! —Gontran la tomó de las enguantadas manos con fino encaje y besó a ambas—. Sabes que eres el reposo de mi alma. —Alin era capaz de perdonarle todo con frases como esa, especialmente, porque conocía bien que no eran dichas al azar.

  Sarah disfrutaba de esta relajada escena familiar. Apenas podía creer que Jareth, ¡el Rey Goblin!, se auto corrigió, tuviera unos parientes tan amables que no se le parecían en nada.

Dulce como un durazno.Where stories live. Discover now