ESPÉRAME.

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Cuando Irene se despertó aquella mañana, le costo un rato situarse, saber donde estaba y con quien. Miro a su lado y descubrió a Víctor durmiendo por encima del edredón, se quedó mirándolo en silencio, estaba profundamente dormido, un mechón de pelo le caía por la frente, llevaba las gafas puestas y  ni siquiera se había quitado la ropa.

 Sin poder evitarlo una sonrisa tonta se dibujó en la cara de Irene,no sabía aun que era exactamente lo que sentía por Víctor, pero si sabía que  tenerlo allí le daba tranquilidad. Irene se quedó un rato despierta mirando la pared y pensando en todo lo que había ocurrido la noche anterior. Todavía no podía creerse que Vico la hubiese traicionado de aquella manera, pero no era la única lo de Santi no sabía si era lo mismo o peor, no habría mujeres en el mundo con las que podría estar un tío como él, sin necesidad de querer estar con su mejor amiga.

Pero Irene no podía evitar pensar, que una vez más la vida le recordaba el lugar que ocupaba en ella,  a ella nunca le permitirían ser feliz, ahora que parecía que había conocido a alguien, el destino, Dios o los que mueven los hilos de la vida, le recordaban una vez más que si ganaba en una cosa siempre perdería en otra.

Desde que su madre murió, siempre que Irene no dormía bien por alguna preocupación o tenía pesadillas al día siguiente cuando se despertaba le dolía la cabeza. Normalmente Vico le veía la cara cuando se levantaba y ella misma le traía una pastilla y un vaso de agua,  pero en aquella ocasión iba a ser diferente, porque había sido la propia Vico las que se las había provocado.

 Se había pasado la noche soñando con Vico y Santi metidos en la cama, felices, riéndose de ella, y de lo tonta que había sido al no darse cuenta de que estaban juntos.

Irene sabía que el dolor de cabeza se convertiría en migraña sino se levantaba y se tomaba un ibuprofeno, y que de no tomárselo pronto,  se pasaría el día en la cama con sensación de mareo y un dolor punzante y horroroso de cabeza, como si cien enanitos le martilleasen el cerebro. Pero le daba pena despertar a Víctor con lo cual decidió aguantarse un poco. Al cabo de un rato de estar tumbada y con los ojos cerrados, el dolor de cabeza aumentaba por momentos, y los enanitos ya no martilleaban, taladraban y se multiplicaban por momentos.

Cuando ya no pudo más Irene decidió levantarse, comenzó a moverse con todo el cuidado el mundo, pero aun no había puesto un pie en el suelo, cuando un Víctor somnoliento le dijo.

_ Ire ¿estás bien? ¿necesitas algo?.

_ Estoy bien tranquilo, solo voy buscar una pastilla para el dolor de cabeza.

Irene salió de la habitación y se dirigió a la cocina, Fran seguía en el sofá en una de esas posturas imposibles que te garantizan dolor de cuello seguro  al día siguiente, pero estaba durmiendo tan tranquilo que Irene decidió no despertarlo, cogió un vaso de agua, se tomo la pastilla y volvió a la habitación.

Cuando entro en el pasillo, vio a Vico salir de su habitación, suponía que su aspecto en esos momentos no era maravilloso, pero es que el de Vico daba miedo. Tenía lo ojos casi amoratados de tanto llorar, estaba pálida como la nieve, y caminaba como si le costase la vida mover un pie detrás del otro. Cuando se dio cuenta de que Irene estaba allí se quedó paralizada.

Irene tras un leve cruce de miradas, noto como el enfado surgía de nuevo, no tenía ganas ni fuerzas de discutir por lo que se dirigió a su habitación, agradeciendo en silencio que Vico respetase su espacio, y no le dirigiese la palabra.

Cuando entró en la habitación Víctor ya estaba completamente despierto, sentado en la cama, y apoyado contra el cabecero,  unos mini calcetines blancos le tapaban sus enormes pies, y la marca de las gafas en la cara le hacía parecer aun mas preocupado si cabe.

Diario de una Grosella.Where stories live. Discover now