Capítulo Treinta y Seis.

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Chiara Harrison.

Alexander se quedó a dormir en mi departamento, le dije que podía quedarse, porque cuando nos fijamos la hora, ya era demasiado tarde.
Estaba comenzando a hacer un poco más de frío y nos quedamos dormidos entre las colchas que teníamos encima.

—Chiara... — Escuchaba de fondo. —Chiara... ya levántate.

Tenía los ojos entrecerrados y apenas logré ver la silueta de Alexander, que estaba haciendo el intento de despertarme pacientemente.

—Es Lunes...

— ¡Las clases! — Exclame levantándome de golpe.

Me senté aun sin procesar la realidad y me coloqué las zapatillas. Me había acostado a dormir con unos joggings, no tenía tanto tiempo que perder.
Por el ruido que había afuera de mi habitación, supuse que Liam también estaba en casa. Pero cuando salí, no sabía que iba a encontrarme con toda su manada en la cocina.

—Buenas tardes dormilona. — Bromeó mi hermano. — ¿Quieres café?

Entré con ellos refregándome la cara para quitarme un poco el mal genio del sueño que tenia.

—Compraré café en el camino, gracias.

—Me suena a que vas tarde. — Sonrió.

—Sí. — Y de repente recordé que Alexander estaba en mi habitación cambiándose. —De hecho... Alex se quedó a dormir hoy, se nos hizo tarde y quise que se quedara. — Admití un poco apenada ya que todos me estaban prestando atención.

Liam alzó una ceja confundido pero sorprendido. — ¿Alex?, ¿Y él quién es?

—Un compañero del instituto.

—Recursante de dos materias en realidad. —dijo apareciendo por detrás mi un poco más decente.

— ¿Son novios? —preguntó Lucas mientras bebía café.

Mi aliento se detuvo en seco y miré avergonzada a Alex. Él también me observó y noté sus mejillas coloradas.

—No, solo amigos y compañeros. —dijo dejándome tranquila.

Mi hermano lo saludó con un apretón de manos, típico de hombres.

—Prepárense café para llevar, iremos en el auto. — Ofreció amable.

—No entr-

—Entraremos todos, Chiara. — Me observó impaciente.

Solo asentí y me dirigí a la mesada para servir un poco de la infusión en unos vasos térmicos que tenía guardado en la alacena.
Supe que Liam quería saber más de Alexander y eso me incomodaba demasiado ya que no existía nada más allá de nuestra relación académica y que se yo... de personas que se unen para ejercitarse al aire libre.

Y todo fue en ascenso cuando me percate de la presencia de Morgan, que seguía sin mirarme, estaba sumergido completamente en su mundo con el móvil, tecleando mensajes sin parar, y me entró la intriga de preguntarle a quién se los mandaba tan desesperado. Pero no dije nada, solo lo observé de reojo lo más que pude en el momento.

—Vamos, que llegaremos tarde todos. — Comunicó Morgan y los pelos se me pusieron de puntas. 

Estaba esperando que me mirase, que me sonriera, pero no obtuve nada. Mi corazón se sintió triste y mi mente comenzaba a pensar mil razones por las que podría estar así, pero era algo lógico el porqué.

Le di un vaso de café a Alexander y salimos por detrás de los chicos.
Liam manejaba, Morgan se subió de copiloto, y Lucas iba casi apretado a mi izquierda, mientras yo estaba sin aire sentada en el medio de dos varones gigantes para lo que era mi tamaño. 

Cuando dejamos de sentir miedo.Where stories live. Discover now