Capitulo Diecisiete

9 1 0
                                    

                             Chiara Harrison.

Deje caer mi mandíbula al escuchar la conversación que estaban teniendo Lucas y Morgan.
Mantenía pegada mi oreja a la pared, como esas vecinas ancianas que te espían cuando logran verte afuera de tu casa. Bueno, estaba igual a ellas. Tratando de descifrar bien cada una de sus palabras.

Escuché a Morgan comentar que su madre había llegado de visita y que se quedaría una semana, y qué dentro de dos días llegaría su padre. Se acercaba el cumpleaños número 45 de ella, y querían festejarlo en familia. Y que por ende no podría pasar tanto tiempo en mi departamento.
¿Entonces cuando volvería mi hermano?
Hacían días que según yo, me había armado de valor para hablar con él sobre temas personales que nos incluían a ambos, pero cuando me llamó, dije cualquier cosa, menos lo planeado.
Eso no significaba qué aún no lo tuviese en mente, claro. Porque pensaba torturarlo con preguntas y respuestas, si era necesario.

Y mientras hablaba conmigo misma para mis adentros, algo llamó inmediatamente mi atención.
Lucas le preguntó a Morgan sobre Georgia.

— ¿Y qué crees que podría pasar?

— ¿Te la volviste a follar?

—Esta vez no. Traté de ser cuidadoso.

— ¿Por qué?, ¿Tú también te diste cuenta ya?

— ¿De que Georgia parece estar enamorada de mí? —preguntó Thomas, e hizo que mi corazón se volcara.

—No eres tan estúpido como pensé. — Lucas soltó una carcajada. — ¿Qué sucedió?

—Nada. —dijo cortante y se oía cansado. —Hablamos, muchas veces. Ella me dijo que solo quería sexo.

— ¿Comenzó ella entonces?

—Claro. Se pegó a mi desde él día cero. No comprendo que le pasó.

— ¿Quieres mi honestidad?

—Si sirve de algo... por supuesto.

—Comenzó a actuar así desde que Chiara llegó aquí. — Tenía palpitando mi corazón en la garganta. Y luego lo podía oir por todos lados. —Al menos yo, pude ver eso.

Hubo un silencio extraño entre las paredes, y eso me llenó de angustia.

— ¿Qué dices? Estás loco.

—Sabes de que hablo, no me dejes como si fuese un niño estúpido.

—Lo eres. — Se reía, pero seguía oyéndose raro.

—Puedes preguntarle entonces...

— ¿Si está enamorada de mi?, ¿Y como se supone que haga eso? Sería incómodo para mi.

Me alejé de la pared y me senté en la silla de mi escritorio. —Hay conversaciones incomodas que son necesarias tener. — Me dije a mi misma. Era consciente de que chicos como ellos, no lo entenderían. No así. Y tampoco harían el esfuerzo de ver la situación de varias perspectivas, porque ellos preferían simular demencia ante los conflictos.
Siempre habian sido así.

Tomé coraje y me puse de pie. Salí caminando sin mirarlos hasta la cocina, y abrí el refrigerador. Tome una botella de agua y la guarde en una mochila negra y pequeña que llevaba puesta en el hombro izquierdo.
Yo estaba vestida con ropa deportiva. Debía aceptar que tenía buena figura, no era flaca, pero tampoco estaba gordita. Estaba en el nivel justo. Eso se debía a que antes, en mi adolescencia, solía hacer mucho deporte con mis pocas amigas dentro del instituto a donde íbamos. Corríamos por toda la cancha o hacíamos un poco de cardio.
Y lamentablemente, después de todo eso, al tener cambios repentinos en mi vida, y mudarme a Amsterdam, me había vuelto floja. Pero había decidido, en una noche de crisis existenciales, que ya era momento de comenzar a salir de mi zona de confort. No siempre estamos en Amsterdam, con lindas vistas y lindas personas, ¿No?

Cerré la puerta del refrigerador y me enderece, sentía las miradas clavadas en mi nuca. Me volteé, aun que era lo primero que no quería hacer.

—Voy a salir un rato. —dije casi sin voz.

— ¿Correrás? —preguntó Lucas con una sonrisa.

—Si, es momento de que comience a ejercitarme. — Trate de sonar animada.

—Me alegro mucho, Chiara. Es bueno que hayas tomado la iniciativa de salir. — Algo que seguro le contaría a mi hermano. —Cuando vuelvas tendremos hecha la cena, ¿te apetece algo en especifico?

—Lo sé. — Le sonreí solo a él. —Y en cuando a eso... lo que sea estará bien.

—Vamos, dime lo que quieras. —Insistió.

—Hmmm. — Pensaba. — ¿Bife con ensalada y un poco de pastas?

—Vale, al parecer te estas tomando en serio lo del tener una vida saludable. —dijo bromeando.

—Tú sabes. — Le contesté. —Nos vemos.

Me despedí y salí volando del departamento. No me había percatado, pero tenía el cuerpo frío y tembloroso. También sudaba, y mis mejillas estaban rojas cuando pude mirarme en el reflejo de la pantalla de mi celular.
¿Tan difícil era?
Hice todo lo que pude para no clavarle la mirada a esos ojos azules que por ratos me hacían volver loca.
Mi interior ya lo sabía, siempre lo supo. Pero todavía me faltaba un paso por dar; y era el de aceptarlo en voz alta.

Calle abajo me puse a trotar, y lidiaba con mi propia mochila para sacar mis audífonos y escuchar algo de música para poder matar el tiempo que por ratos me ahogaba.

— ¿Chiara? — Escuché una voz familiar detrás de mí. Y no hizo falta darme la vuelta porque se adelantó. — ¡Chiara!

Era Alex, mi compañero de clases. Llevaba el pelo mojado de sudor, y también estaba en ropa deportiva.

—Bonitas zapatillas. —dije observando sus deportivas azules.

—Gracias. — Agradeció un poco confundido. — ¿Es tu primer día?

— ¿Haciendo el intento de correr? Sí, es mi primer día. — Le respondí.

— ¿Te acompaño?

—Claro, si quieres no hay problema alguno.

Le sonreí y nos pusimos en marcha. Ambos ibamos en silencio. Él contemplaba el paisaje, y respiraba hondo. Estaba concentrado, y para ser sincera, se veía guapo. ¿O es que recién me percataba de su belleza existente?
Yo me terminé de colocar la música y me dediqué a hacer lo mismo que Alexander. Tratando de poner en blanco mi mente. De no pensar en nada más que no fuese el cumplir los kilómetros que me había propuesto hacer a pie. Pero solo podía pensar en el tarado del mejor amigo de mi hermano, y en esa estúpida conversación.

¿Georgia estaba celosa de mi?, ¿por qué? Ni siquiera me había acercado a su chico desde mi llegada. Pero pensaba en que cada quien tiene sus inseguridades, y que mientras no me dijera nada malo, todo estaría bien.

Mentí...

Cuando dejamos de sentir miedo.Where stories live. Discover now