Capitulo Veinticinco.

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                            Chiara Harrison.

Después de haber discutido durante horas a solas con mi hermano. Me rendí, porque era en vano seguir intentado hablar con él.

Le mandé un mensaje a Thomas después de salir caminando del departamento. Estaba cometiendo mi primer acto de rebeldía, ya que estaba desobedeciendo a mi hermano mayor. Él había salido a hacer las compras con Xander, y me advirtió que no saliera o las cosas empeorarían, pero tenía un plan.

En el camino marqué al número de Susan. Ella me atendió rápido y hablo desesperada.

— ¿En donde estas?, ¿por qué no he sabido nada de ti?

Me preguntaba sin dejar que le respondiera la primera. Al final le terminé diciendo que se lo contaría todo, pero que necesitaba un favor de ella. Así que si, la metí en el medio de mi problema, pero era la única que podía salvarme.

Ella aceptó gustosa y dijo que después me citaría en el mismo café de siempre en el Prinsengracht.
Luego, procedió a mandarle un mensaje a mi hermano, convenciéndolo con sus palabras. Le dijo que me había recogido del departamento para terminar un proyecto de psicología, y que era yo una simulación de un paciente.
Honestamente, no sabía como se había creído semejante cosa. Me sentí un poco mal a los segundos. Pero necesitaba y anhelaba con todo mi ser salir de allí.

Llegué al departamento de Morgan y toqué la puerta.

— ¿Quieres saber cómo fue que Liam se entero de tu estadía aquí? —preguntó apenas apareció en la puerta dejándome pasar.

Di pasos hacia adentro y lo observé asustada, con el corazón en la garganta.

— ¿No?

—Georgia.

Arrugué la frente y me volteé para dejar mi mochila en su sillón.

— ¿Qué? —pregunté.

—Sí. Después de que te fuiste, ella apareció mágicamente por aquí. Y tuve que hacer un enorme trabajo de interrogación para poder sacarle la información. — Se cruzó de brazos, y se notaba molesto. —Ella también venía hacia aquí anoche, pero te vio entrar primero...

—...Y le fue con el chisme a mi hermano. — Me di cuenta de lo mala que era y las intenciones horribles que tenía hacía mi.

—Si.

— ¡Quiero morir! — Exclamé.

—No digas eso. — Me miró atónito.

Me acerqué a la mesada de su cocina y me senté en una de las sillas. Él me sirvió un poco de agua fresca y sé apoyo cerca mientras me terminaba el vaso.

Le sonreí y le confesé que debía contarle algo importante, pero qué todavía no sabía cómo hacerlo. Estaba buscando las palabras justas y correctas para aquello. Era algo mío. Algo que tenia guardado en el fondo de mi debil corazón desde hacía años.

Quería poder hacerlo. Vencer el miedo. El miedo a hablar. El miedo a sentir. Porque había sentido huracanes de emociones repentinas durante toda mi vida, que llegó a afectar lo más personal de mi. Haciendo que me excluyera sola del resto, y que no me escuchara a mi misma.

Ultimamente tenia un recuerdo muy presente; cuando mi madre solía decirme que a veces, las emociones y todo ese mar negro que llega de repente a nuestras vidas, en realidad no viene de la nada. Que nos visita porque hay algo que nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra alma, y corazón ya no están soportando. Y cuando eso sucede, comenzamos a sentirnos aturdidos, perdidos, y creemos que la única manera de dejarlos de sentir es dejando de existir. Pero la verdad es que siempre empeora porque elegimos no creer, no ver.
A veces nos olvidamos de querernos un poco más a nosotros mismos que ni siquiera nos escuchamos, y tampoco deberíamos esperar a sentirnos así de mal para tomar la iniciativa de abrazarnos y de sanarnos.

Eso significaba que... tantos ataques, tantas crisis de ansiedad en mi vida, eran por algo. Sabía que estaba sucediendo algo dentro de mis entrañas, de mi cabeza. Y necesitaba sacarlo a la luz. ¿Pero saben que es lo que más daba miedo?
Lo que vendría después.
Porque todo es un proceso.
Dejar ir el pasado, centrarnos en el presente y vivirlo, sentirlo. Pero también el futuro, y el miedo que siempre me había dado pensar demasiado en el. Porque cada pasito, asi fuese diminuto, era algo más añadido en la lista que debía procesar.
Y a veces aun que no queramos ser negativos o pesimistas, la verdad era que, de un problema que nos sacamos de la espalda, surge otro.

Cuando dejamos de sentir miedo.Where stories live. Discover now