Capítulo Tres.

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Chiara Harrison.

Me la he pasado en cama, en mi habitación encerrada sin hacer ni el mínimo esfuerzo por salir de ahí. Pensaba en que tal vez había sido un error el haber accedido a que mi padre me mandará con Liam a estudiar en la misma ciudad, y peor aún, en la misma universidad. Por alguna razón cuando mi hermano y sus amigos se mudaron aquí sentí cierta melancolía pero también inquietud. 

Thomas Morgan era quién se llevaba mis suspiros desde que tengo memoria. Antes solía ser el niño hiperactivo que se la pasaba correteando por toda la casa junto a Liam, y cuando llegaban hasta donde yo estaba, se convertía en un maldito que me rompía las muñecas sin importarle que tanto llorase después de ello. De adolescente mi cabeza y mi corazón prefirieron fingir demencia para olvidar eso y me terminé enamorando de todo su ser angelical. Bueno, lo que solo me permitía ver en el momento. Mi hermano jamás se enteró de lo que sucedió entre nosotros dos, porque no podía ni imaginarme su reacción al enterarse de que mis hormonas estaban alborotadas por su mejor amigo. Tampoco supe que era lo que Morgan quería conmigo, si sentía cariño fraternalista o si me veía como algo más que solo la hermana menor de su amigo de la infancia.

Estaba aterrada, me imaginaba que a donde fuera Liam, irían ellos también, y apenas había empezado y ya estaba cansada de la situación que obviamente se seguiría repitiendo.

Me negué desde aquel día que mis ojos se encontraron con los suyos a decirle a mi hermano porque salí casi corriendo de la ronda improvisada. Porque deje a Susan con ellos sin pensar un poco en que tal vez iba a quedar como una ridícula intentando llamar la atención cuando no fue así.

— ¿Cuanto tiemp o más piensas quedarme aquí sin hacer nada? —preguntó Liam invadiendo mi privacidad al pasar sin preguntar.

Las sábanas me envolvían las piernas hasta llegar a mi rostro, las sostuve fuerte con mis manos para que no viera la cara de muerta que traía encima después de no haber podido pegar un ojo desde hacía días.

— ¿Cómo que no? Voy a la universidad todos los días. — Respondí de mala gana.

Lo escuché bufar y como sus pasos empezaron a resonar en mi habitación cuando comenzó a dirigirse hacía mi.

—No me refiero a eso, Chiara.

— ¿Entonces?

El colchón de mi cama se hundió ante el peso de su cuerpo. Me aferré aun más a las sábanas, sentía que quería explotar en llanto, pero sería lo último que haría en frente de él.

—Que deberías hacer algo más aparte de estudiar. Recuerda, mucho de algo no es bueno. — "Mucho de algo no es bueno", repetí internamente. —Lo decía mamá, deberías seguir su consejo.

Fruncí el ceño sin entender. —Apenas llevo una semana, Liam.

— ¿Y qué? No se quedará en ser una semana para siempre. Así pasarán los meses y los años, y no creo que deberías pasartela en el campus y en tu habitación. —dijo frotándome la espalda con cariño.

— ¿Qué tienes en mente? —pregunté cuando le di la razón sin decírselo directamente.

—Puedes hacer arte, pintar, escribir, bailar... que se yo, algo que a ti te guste, Chiara.

—Tal vez me anote en el gimnasio... y no lo sé, no hay otra cosa que llame mi atención. — Me esforcé por pensar con claridad, ¿Qué era lo que me sacaba de mis casillas?, ¿Del mundo que yo ya conocía?

No era muy buena con el pincel, ni con el lápiz. Tampoco bailando. Nunca tuve un don especial que me hiciera resaltar del resto. O capaz que sí, solo que aún no lo había descubierto.

—Suena bien, querer ejercitarte. Puedes pedirle a papá que te compre una bicicleta, podrías salir a pedalear con Susan. Ayer la vi andando.

Suspire y me saque de golpe la tela que cubría mi rostro hinchado y cansado. Mi hermano tenía mucha intención de que yo me levantase ya mismo de esa cama.

— ¿No vas a parar de insistir hasta que me veas afuera, verdad? —pregunté rodeando mis ojos un poco molesta.

—Que bueno que hayas descifrado eso. —dijo entre risas.

— ¿Qué se supone que haga ahora mismo?

—Podrías ir a tomar un café o cenar con Susan a algún restauran. Pero también tienes la opción de quedarte aquí, vendrán Lucas y Mor...

— ¡Pásame ese teléfono que la llamo ya!

Cuando dejamos de sentir miedo.जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें