Capítulo Veintiuno.

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                             Thomas Morgan.

— ¿Puedes hablar con Chiara?

Estábamos saliendo de la última clase de la universidad. Yo me iría a casa para cenar con mi madre ya que había quedado en irse el Martes. Quería aprovechar cada segundo con ella.
Lucas caminaría hasta el departamento de Liam, y cocinaría con Chiara. Por eso, necesitaba que el aprovechara y matara las horas intentando sacarle algo de palabras, porque después de aquella noche en la que le conté que su hermano volvería acompañado, anduvo extraña. Estaba distantes de todos, y muy ausente.

— ¿Tú crees? — Lucas tenía muchas dudas.

—Si, aún estoy preocupado.

— ¿Y por qué no le hablas tú? Será evidente que hablaste conmigo ya que yo no estuve allí cuando sucedio.

Abrí los ojos grandes sin creer lo que me estaba pidiendo.

—Por supuesto que no. Ella y yo solo intercambiamos palabras de vez en cuando para preparar la comida, nada más.

— ¿Siguen sin tener una conversación real?

—Ella no quiere.

—Me gustaría saber que hiciste para que ella no quiera volver a entablar un dialogo contigo. — Se cruzo de brazos y me miro espectante.

—Nada. — Me encogí de brazos y lo miré extrañado. — ¿Por qué crees que la lastime?

—Porque sé muy bien que estaba enamorada de ti.

— ¿Y cómo estas tan seguro de eso?

—Una vez, en año nuevo, cuando todos salimos a una fiesta en casa de una compañera... de Hallie, ¿La recuerdas? Yo estaba borracho y me senté en un sofá a su lado. Me confesó que le gustabas, y en aquel momento tu te estabas besando con alguien más.

Parpadee cinco veces rápido y desee pellizcarme el brazo para comprobar que realmente estaba despierto y que Lucas me acababa de decir eso en serio. Pero quedaría como un tonto y me lo guardé.

El corazón se me hizo pedazos en tres segundos. ¿Por qué?

—Auch. —dije y suspiré ante los nervios. —Puedo asegurarte que ni siquiera recuerdo a quién bese esa noche. — Miré el piso y los pies de ambos que se movían a la par.

Necesitaba hablar de eso lo más rápido posible, antes de llegar a la esquina, estábamos parados justo en la panadería Le Perron, en Vijzelstraat.
Una calle vibrante y muy transitada en el centro de Amsterdam, y está rodeada de restaurantes, tiendas y cafeterías. Para mí, es una de las calles más bonitas, ya que sus edificios son históricos y el ambiente se mantiene animado siempre.

—Espera, comprare algo de pan para la cena. —dijo Lucas y se adentró a la panadería.

Yo me quedé afuera esperando. Y como lo desgraciada que era mi vida, a la primer persona que veo cruzar, era a Georgia. Ella tenía su postura fuerte y sentí escalofríos cuando me rozó con la mirada.
Estaba molesta, porque nuestro intento de dialogar terminó fatal. Al final no pude ser completamente honesto con ella. No quería escucharme, y se cerraba a que era yo el malo de la historia. Por eso decidí callarme, y hablaría con ella cuando se sintiera lista.

—Así que no recuerdas con quién te besabas, ¿He?

—No.

Volvimos a nuestro andar. Tenía muchísimas ansias de bombardearlo con preguntas acerca de esa noche en la que el pudo compartir con ella.

— ¿No vas a seguir contándome que sucedió? —pregunté metiéndome las manos en el bolsillo del pantalón.

—Pues... como te dije. Estaba borracho, y aún así noté como te miraba. Sus ojos se volvían brillosos cada que aparecías en escena. — Hizo una pausa y titubeó. —Fue ahí cuando le pregunté, y ella respondió diciendo que le gustabas, pero que tal vez era mejor que ella se mantuviera así, lejos. Creo que lo hablo conmigo porque sabía que estaba tomado, y a lo mejor pensó que no iba a recordar aquello.

Mis ojos viajaban por todos lados, en un intento vago de pensar, de analizar. ¿Cómo es que no lo noté? Si me la pasaba a su lado, cada que tenía la oportunidad de pegarme a ella lo hacía. ¿En serio tan estúpido como para dejar que ella me viera así?

—No me lo imaginé. — Solté. —Ella también me gustaba, y no hace falta que te lo diga.

—También lo noté. — Sonrió.

—Pero pensaba que no era mutuo. Ella era tan inocente, tan pequeñita. Quizás pensé que alguien como Chiara, jamás se fijaría en alguien como yo.

— ¿Tenias el autoestima bajo? — Se burlo y lo empujé.

—Claro que no. — Lo pensé. —Vah, no lo sé. Solo sé que pensaba eso.

Llegamos a la esquina y me despedí.

—Por favor, habla con ella. Sé que jamás me soltaría sus palabras a mi.

—Intentaré. —dijo dándome un golpe en la espalda en forma de cariño.

Caminé hasta llegar a mi casa. Mi madre me recibió como siempre tan alegre y encantadora, y en sus brazos cogia a Daisy, mi perrita, quien movía su colita encantada y me agaché hacia ella para que pudiese saludarme.

La tomé en brazos y me dejé caer en el sillón.

—Te veo tenso. —dijo mi madre. — ¿Que sucedió?

—Muchas cosas, Ma.

— ¿Vas a contarme o tendré que hacer el papel del detective?

Reí y me levanté para abrazarla.

—Lo mismo del otro día, pero peor.

—Cuéntame. — Caminó hasta la cocina y comenzó a servir el estofado en los platos.

—Georgia se molesto conmigo y dijo que era la persona más cruel del mundo con ella... — Mi madre se volteo y me observó confundida. —Y me acabo de enterar de que Chiara Harrison estaba super enamorada de mi en la adolescencia. Tanto como para haberme dejado ir, supongo.

Ella se quedó en silencio, mirándome con los ojos en grande. Pero después, se dibujo una sonrisa que terminaba en cada oreja suya.

— ¡Eso es maravilloso! — Exclamó. — ¿Por qué no te veo feliz?

—Porque es en tiempo pasado mamá. Ahora ni siquiera puede hablar conmigo de manera natural. Y no podía entender porque, hasta que Lucas me comentó eso hoy. — Gruñi y senti como mi cara hervía.

—Es algo que el sabe de afuera, Thomas. La verdad solo lo sabe Chiara, asi que lo mejor que podrías hacer es dejar de vivir a bases de tus propias suposiciones y hablar con la verdad.

Cuando dejamos de sentir miedo.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon