12| Thomas Morgan.

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Tenía que estar soñando, era la única explicación que le encontraba a las cosas. Lucas, y yo estábamos quietos, desorientados, completamente pasmados. Nos paralizamos, con nuestras bocas abiertas, casi llegando al piso del asombro, sin poder articular ni una sola palabra. Sentía cómo las piernas me temblaban, y poco a poco me quedaba sin voz. No podía creer la estupidez que estaba escuchando.

Liam nos estaba pidiendo casi de rodillas que, cuidáramos a su hermana mientras él tomaba un vuelo desesperado hacia Washington; donde su padre yacía postrado en una camilla de hospital por el accidente que había tenido. Ambos éramos conscientes de que él no volvería hasta ver mejorías en su padre, al menos que, lo obligaran a volver porque debía seguir con sus estudios; esto también era una opción. Sin embargo, iba a ser un milagro que volviera en menos de un mes. Además, Liam, nos había comentado que habló con la rectora de la carrera por lo sucedido, para poder ausentarse sin problemas, y no perder el año.

Con todo esto, después de hablarlo durante horas y llegar a una decisión, Lucas y yo debíamos quedarnos en su departamento, con Chiara Harrison: aquella mujer que seguramente me aborrecía por ser tan estúpido con ella. De todos modos, ni siquiera teníamos la opción de negarle nuestra ayuda a Liam, porque era incluso más que un mejor amigo; nos habíamos criado junto a él, y lo conocíamos tan bien que, sabíamos de lo que era capaz por nosotros. Éramos los tres desde pequeños, y Liam siempre estuvo para nosotros, incluso en aquellos momentos más catastróficos, y calamitosos que en equipo habíamos generado. Pero él siempre estaba ahí para echarnos una mano, o, más bien, el brazo entero.

En su "despedida", Liam estuvo abrazado a Chiara por media hora, mientras ella sollozaba ocultándose en su cuello, aferrándose más a su cuerpo, sin querer soltarlo. Lucas y yo nos miramos de reojo, más confundidos, y desorientados de lo que ya estábamos. ¿Qué se suponía que haríamos? Me gustaba molestarla, y que se enfadara conmigo por cosas que me parecían niñerías, solo que, a pesar de eso, sabía que ella era una persona mayor. Ya no tenía ocho años. Estaba seguro de que podía adaptarse muy bien viviendo sola y teniendo su privacidad; la cual estaríamos invadiendo si nos quedábamos a vigilarla.

Sonaba muy contradictorio: mi comportamiento y actitud, con mi manera de pensar. Pero, pensaba demasiado en el enojo que debía estar sintiendo ella con la decisión de Liam, y no quería joderla más, no con algo delicado, no así. Yo no era él, su hermano mayor, para caminar pisándole los talones, y excusarme diciendo que solo estaba intentando protegerla.

Después del eterno abrazo que tuvieron como hermanos, Lucas y yo lo abrazamos también, dándole un apretón de manos y unos golpecitos en la espalda.

—Todo estará bien —dijimos al unísono.

Él nos regalo una última sonrisa antes de marcharse por la puerta, porque el taxi ya había llegado para recorgelo y llevarlo al aeropuerto.Y cuando sucedió, las paredes del departamento parecían cerrarse automáticamente, ahogándonos ahí dentro. Había un ambiente tenso e incómodo para los tres. Nos observamos extrañados, y noté que teníamos el ceño fruncido marcado.

—No me gusta esto —replicó ella.

—Lo entendemos, Chiara —habló Lucas—. Pero también entendemos a Liam, sabemos lo preocupado que está, y generarle más angustia dejándote sola en un lugar que apenas conoces no está en nuestros planes —se oía serio.

Ella dudo unos segundos antes de volver a decir algo.

—¿Ustedes van a quedarse aquí? —preguntó con cierta preocupación en su voz.

—Por supuesto que no —dije, antes de que mi amigo se adelantara a decir algo.

Nos observo con desconfianza, como si no nos conociera. Me dolía, pero por otro lado, eramos unos desconocidos para ella, después de tanto tiempo sin habernos visto y sin haber compartido.

Cuando dejamos de sentir miedo. (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now