Capitulo Veintidos.

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                            Chiara Harrison.

Me mantuve encerrada durante lo que siguió del fin de semana, y tampoco me presenté a clases. Necesitaba tomarme el tiempo de pensar. No quería que llegase él día en que mi hermano volvería. No sabía nada acerca de mi padre porque dijo que hablaría conmigo en cuando volviera al departamento, solo que, no contaba con que viniera acompañado...

Susan no cansó de intentar llamarme, porque cuando revisé mi móvil tenía casi cien llamadas perdidas suyas. Estaba preocupada, pero no tenía ni idea de como explicarle el desastre en la que mi cabeza se había sumido.

Lucas intento hablar conmigo, lo hizo sutilmente. Y pensé en como lo habría convencido Morgan, porque solo él estuvo presente cuando reaccioné de manera preocupante.
Me lo había preguntado varias veces pero no podía soltar ni una palabra acerca de lo que estaba comenzando a sentir. Y aun así, en el fondo me gustaba que se preocupara por mi, aun cuando yo prefería ignorarlo.

Angustia... eso sentía. Me sentía invadida, y que mi hermano no estaba respetando mi privacidad, y mi tiempo. No llevaba mucho tiempo allí, y trataba de acoplarme al echo de que era mi nuevo hogar, porque pasaría los cinco años de mi carrera en ese lugar, y no había pasado ni siquiera la mitad del año, del primero. Se sentía eterno.

Y en la madrugada del Miércoles, no pude dormir. Mi pecho estaba oprimido, y no podía respirar. Sentía como se dificultaba la entrada del aire. Suspiraba hondo, e intentaba en vano blanquear mis pensamientos.
Nada de lo qué hacía daba resultado. Quería huir. Quería salir corriendo. Necesitaba desahogarme.

Me levanté descalza y camine inquieta por todo el departamento, tal vez buscando algo, no lo recuerdo. Llegué hasta la cocina y busque en el refrigerador una caja de leche liquida que había comprado días antes y que todavía estaba sin abrir. Alcancé unas tijeras y le rompí el pico para servirme un vaso. Le puse dos cucharadas de azúcar, volviéndolo casi como la miel de dulce, y no le importó. Pensaba que eso me ayudaría a dormir, mi madre me daba leche fría para que durmiera bien, ya que a mí, lo de la leche caliente no me funcionaba. La odiaba, en realidad.

Lamentablemente, la ansiedad que tenía era fuerte, y no se iría con cualquier cosa. Me mantuve despierta hasta las cinco de la mañana, dándole vueltas al asunto. Al miedo. Había comenzado a temblar, y mis ojos se llenaron de lágrimas al no soportar aquella sensación. Corrí a mi cama y me cubrí con las sabanas hasta la cabeza, deseando dormirme. O morirme.

Y después de haber lidiado con la voz interna en mi cabeza, el sonido del celular me despertó de golpe. Mi corazón se aceleró porque me asusté. Había olvidado ponerlo en silencio, de igual manera agradecí. Era Liam llamándome, iba a regañarme si no lo hacía por tener el móvil con el vibrador. Atendí a su llamada y me puso los pelos de punta apenas oí su voz.

—Estamos afuera, Chiara.

Dijo alegre mi hermano. Quería que le abriera la puerta del departamento, ya que solo habia una llave.

Me puse las pantuflas rosadas que me regaló él cuando llegue el primer día a Amsterdam. Un tapado, y salí, peinandome con los dedos de la mano.

—No pude encontrar el peine. —dije abriendo la puerta de golpe.

Mi corazón latía. Fuerte. Quería salirse del pecho.

—Mi princesa... — Espeto Liam al verme y me abrazó. Sentí el calor acogedor y le correspondí. Lo necesutaba. —Tenemos mucho de que hablar. Te pido disculpas por no haberte llamado seguido, no quería preocuparte.

—Me preocupaste más sin llamar.

Él parpadeo sorprendido al escuchar mi voz tan seca, tan bruta.

—Chiara. ¿Recuerdas a Xander? —dijo con una sonrisa señalándolo.

Xander. Xander. Xander.

Escuchar su nombre me generaba algo que no quería sentir.

—Claro. —dije. —Hola.

—Buenos días Chiara. — El estúpido me sonrió. — ¿Sigues siendo tan dormilona como antes?

—No dormí anoche.

—Hey, ¿Y eso? — Se metió Liam.

—Crisis de ansiedad.

Mi hermano me miró anonadado. Sus ojos reflejaron la empatía que siempre sintió por mi. Vi como se cristalizaron.

— ¿Aparecieron de nuevo? —preguntó con cautela y me tomó de la mano.

—Al parecer...

—Oh... pasa, pasa. — Le dijo a Xander señalando la puerta. —Acomódate en lo que hablo con Chiara.

Este asintió sin quitar la horrible sonrisa que tenia plantada en el rostro.

— ¿Este es tu cuarto, Chiara? — Oír la voz con la que lo preguntó casi me mata.

—Ni se te ocurra entrar. — Le respondí de mala gana.

—Chiara, no seas grosera con el invitado.

No pedí disculpas porque no senti ni un poquito de arrepentimiento. Simplemente me volteé y le presté atención a Liam.

— ¿Vas a contarme como esta papá?

—Él esta bien. No te preocupes. Se quebró el brazo izquierdo pero los médicos y el cirujano hicieron todo lo que debían. — Hizo una pausa y noté que dudaba. —Y... conocí a su novia.

Alcé una ceja. —Ella no me interesa.

—Es su vida, Chiara...

—Claro que lo sé, pero aun sigo molesta por no haberme confiado algo así. Espero a que me fuese de casa para sacarlo a la luz.

Él asintió con los ojos cerrados entendiendo.

—Esta bien, me dijo que mañana te llamará para que hablar contigo.

—Si no se disculpa conmigo le colgare la llamada.

—Chiara... — Rodó sus ojos.

— ¿Qué vamos a comer?

Y entonces volví a la realidad. Ese estúpido estaba en mi departamento. En mi nuevo lugar. ¿Que estaba haciendo?, ¿Cómo se le ocurría?

Mis manos sudaban porque aún tenía la ansiedad elevada. Lo notaba en mi manera de hablar, de respirar. Daba un par de pasos y me agitaba, como si hubiese corrido más de veinte kilómetros, y estaba consciente de que eso no estaba bien, porque quería explotar.

Entre los nervios y la agonía que me consumía, le mentí que Susan me había invitado a almorzar con ella y con su abuela. Me inventé una historia y me sorprendí porque jamás había hecho algo así, pero esta vez era más que necesario.

Liam no me dijo nada y dejo que me saliera. Apenas me peine, tome mi mochila, guarde un par de prendas, medias y un perfume. No tenía ni puta idea de que estaba tramando, pero no pensaba pasar ni un segundo más allí. No en esas circunstancias.

Cuando dejamos de sentir miedo. (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now