Capítulo Veintiséis.

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Chiara Harrison. 

No tenía ni idea de que soltar cada palabra que creía que estaban perdidas y reprimidas en algún lugar de mi, fuese tan liberador.

Llore en cada sílaba, en cada palabra que formaban y que pronunciaba. Lo tenía a él de frente, observándome sereno y paciente mientras me escuchaba. Lo notaba tenso y su cara reflejaba solamente la preocupación, pero segundos más tarde se torno en empatía. Sus ojos se llenaron de lágrimas al contemplarme así; vulnerable.

Quería que me abrazara, que me cubriera contra su pecho y que me tomara entre sus brazos fuertes y cálidos. Que se yo. Pero siempre había sentido y había visto de esa manera a Morgan, pensaba que sería hermoso y acogedor estar siendo acurrucada y mimada por él. Me generaba eso, que solo estaba cuidando el echo de no dejarme llevar por mi impulsividad, porque si lo hubiese dejado así, ya me habría balanceado sobre él.

Tuve que abrir mi mente, que a veces se volvía cuadrada y seca como el de las señoras de cincuenta años. Odiaba eso. Odiaba no aceptar mi realidad, e intentar hacerme la ciega para cambiarla un poco, pero jamás funcionaba. Así que la última opción que tuve, fue la primera que debí haber tomado.

Viaje al pasado, y esta vez no fue en vano, porque recordé todo. Las vivencias, los sentimientos... Recordaba mis doce años recién cumplidos, cuando aquel día me presentaron al hijo de uno de los  socios y amigo de mi padre, como siempre, él solo se podía y se limitaba a relacionarse con los de su trabajo.

El chico, llamado Xander tenía ya sus diecinueve años, se llevaba excelente con mi hermano, pese a sus años de diferencia. Liam apenas estaba entrando a la adolescencia y descubriendo el mundo, mientras que este chico ya tenía todas las experiencias vividas a su corta edad de ser un joven adulto.

A mi madre no le gustaba demasiado que Liam se juntase con él, ella decía que por ello había comenzado a ser tan rebelde. Llegaba a ciertos límites que jamás debió cruzar. Cómo las veces interminables en las que mis padres lo encontraban en la cama con diferentes chicas. Reprobaba las materias y  faltaba a sus clases de verano para poder recuperarlas. No había persona que lo bajara de sus casillas. Y sorprendentemente, allí, en esas clases de aventuras y monerías, Thomas Morgan no estaba. No era partícipe de ello, y no me había percatado de eso hasta el momento en el que me senté frente a él a contarle la historia completa.

Siempre había pensado que era él el cómplice de todo, pero no, había estado equivocada. Siempre lo había sido Xander. Un tipo que le llevaba años pasándole la cabeza por arriba.

Y un día, después de la fiesta que habían hecho en mi casa en Washington,  todos se quedaron en los cuartos de visita. Xander y Liam jugaban a los videos juegos de consola mientras yo me cambiaba el vestido que llevaba puesto. O eso pensé. Fui tan estúpida que me confié dejando la puerta de mi habitación sin llave, así que él simplemente entro y...

—Oh... Chiara.  — Me habló tan increíblemente suave que no pude evitar soltar el llanto. —No tenía ni idea cariño. Jamás se me hubiese ocurrido  algo así. No a ti...

— ¿Ahora entiendes por qué tengo tanto miedo encima? 

Morgan se acercó aún más a mi. —Disculpa mi pregunta, pero... ¿Por cuanto tiempo sucedió? Lo del abuso...

—Lo hizo hasta que cumplí los catorce.  — Tome un trago del vaso de agua que él me había alcanzado. Pero termine lamiendo mis lágrimas.

— ¿Qué?  — Se perturbó. — ¡Mierda!, ¿Cómo fue que no me di cuenta? — No me quitaba la mirada fija que me dirigía. —Ahora lo entiendo todo...

Fue entonces cuando me contó todo lo que inconscientemente hice durante ese periodo de tiempo. El cómo fue indiferente con él, y con muchas otras personas. Que vivía temerosa, y más aún cuando Liam llevaba grupos grandes de amigos. Porque él lo había notado. Cuando me desaparecía del lugar repentinamente, o porque prefería  mantenerme alejada del contacto físico con los chicos. Incluso de el de él, porque cuando intentaba acercarse a mí, siempre recibía cierto rechazo.

Sentía que quería tirar todo a la basura y gritar. Gritar muy fuerte. ¿Cómo podía ser que eso haya estado afectando mi vida personal diariamente con todos? Yo misma me hacía creer que nada de eso me había pasado, y que si no lo recordaba continuamente, no habría problema alguno. Así que me equivoqué otra vez, justo ahí.

Entonces comprendí porque actuaba de esa forma, con rechazo hacia todos, sin poder recibir ni un maldito abrazo aun que fuese lo que más anhelaba. Y retrocediendo en el tiempo, podía ver como Thomas había intentado acercarse a mi en muchas ocasiones, siempre que tenía la oportunidad, pero fui yo quien lo estropeaba por miedo. 

Incluso, la única vez que tuve un novio por fin, también lo acabe yo. Ni siquiera dejaba que me tocara. No quería. Y me estresaba pensar en porque tenía que sabotear el momento, o por que me surgía el miedo con tan solo un pequeño beso.

Podía comprenderme a mi, después de muchos años.

Miré a Morgan con los ojos llorosos y me mordí el labio. Tenía ganas de algo más que solo una mirada de entendimiento.
El hizo dos pasos más hacía mi.

—No quiero que pienses que es tu culpa. Eras una niña, Chiara. Jamás serás culpable de algo así. No lo sabias. Y no minimiza el problema que lo cuentes en voz alta muchos años después, porque sigue siendo igual de doloroso para ti. — Me tomó de las manos pidiéndome permiso. —Tienes que hablar con Liam. Pero lo harás cuando te sientas lista. Es tu historia, tu realidad. Solo tú sabrás cuándo será el momento adecuado.

Y entonces, no pude soportarlo más. Estar a tan corta distancia y seguir sintiendo que estabamos a miles de kilómetros. Me balancee hacia él y deje que me rodeara con sus brazos. Reaccionó segundos tarde, quizás estaba sorprendido, pero no me rechazo. Fue mutuo. Quería quedarme ahí, así, para siempre.

Cuando dejamos de sentir miedo.Where stories live. Discover now