Capítulo Catorce.

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Chiara Harrison
El fin de semana había llegado nuevamente. Por fin podía decir que las horas dentro del campus de la universidad eran un poco más tolerables. Los primeros días se sentían eternos.
Quizás se debía a la presencia de Susan, con quien me cruzaba a propósito después de cada clase.

Me dediqué a contarle todo lo que había estando pasando y mi intento de escapar de aquel departamento cada que Lucas y Morgan estaban allí.

— ¿Sabes cocinar? —pregunto curiosa.

—Me defiendo. —dije con una sonrisa recordando que mi mamá me enseñaba antaño.

— ¿Y por qué Liam no deja que aprendas a vivir con tu soledad? Mi abuela dice que eso es bueno. Ya sabes...

—Opino lo mismo que tu abuela entonces. — Me crucé de brazos e intenté pensar en alguna solución.

Pero mis pensamientos se desviaron cuando vi a los amigos de mi hermano pasar frente a mí, sin percatarse de mi presencia. Con Lucas hablaba poco o nada, y con Morgan, bueno, prefería no verle el rostro.
Ellos se detuvieron para sentarse en un tronco y terminar lo que fuese que estaban tomando.

Y ahí estaba ella... trepándose del cuello de Thomas, mientras sostenía un sándwich en su mano, invitándole a él a morderlo.
Fui una estúpida por no haber podido disimular que eso me hacía hervir la sangre. Cuando no debía.

—Te molesta. — Espeto Susan observándome con una ceja levantada. Estaba aguantando la risa. — ¿Cuando vas a aceptarlo?

— ¿Que cosa? — Me hice la tonta.

—Que Thomas Morgan siempre será tu crush. Te guste la idea o no.

—Es algo que no debe ocurrir, es el amigo de Liam. Siempre he tenido prohibido mirarlo.

—Hmm, creo que te privaste sola de eso.

—Asi es.

— ¿Y por qué?

—El miedo, supongo. Nunca quise problemas, y ahora tampoco los quiero...

—Y quieres tenerlo lejos porque sabes que podría ocurrir algo, ¿Cierto?

—No tengo nada que hablar con él, por eso. Además, ¿que ocurriría? Míralo. —dije señalando discretamente hacía donde estaban ellos. —El se ve muy bien con esa chica.

—Yo lo veo incómodo. — Susan los miraba divertida. —Yo también estaría incómoda si una persona viene a colgarse de mi a cada dos segundos. ¡Que la saque!

Me reí. Ella podía convertir lo que a veces se volvía en un infierno, en algo más divertido, más fácil de tragar. 

Después me despedí de ella cuando un compañero llamado Alex me comunicó que la última clase qué teníamos, se había cancelado por el mal tiempo, que el profesor no podría asistir ya que el mal clima lo detuvo en el trafico.

Susan me abrazo y me dijo que tuviese cuidado para llegar al departamento, y que cuando se calmara un poco, me llamaría para hacer algo juntas.

Caminando, a trotes, llegué a lo que se había vuelto mi casa. La lluvia se largo fuerte justo cuando cerré la puerta de un portazo. Tiré la mochila en el sillón, y prendí la laptop, en un momento así, se me venían las ganas de escuchar buena música.

Así que comenzó a sonar Another Love mientras me dirigía a la cocina para preparar un café. Quería empezar el fin de semana haciendo algo que a mi me gustaba mucho. Leer.

Y pensaba... en que no tenía ni maldita idea de como iba a terminar el año en la universidad. Ser responsable, constante. No faltar, y pensar más de lo que uno acostumbra, no es fácil. Menos cuando te ponen una exposición tras otra sin tenerte piedad.

Cuando terminé de preparar el café en mi taza de pollito, caminé hasta el sillón. Me saqué los calzados y disfrute de tocar el piso solo con las medias.
Toqué "volver a reproducir" Another Love. Era una de mis favoritas, y a veces, cuando estaba a solas, me gustaba repetir mis canciones favoritas un millón de veces si era necesario.  Era un bucle vicioso que no podía dejar de cometer en mi vida, y la verdad, no me disgustaba en nada.

Luego, agarré la taza nuevamente y antes de poder tomar un sorbo, escuché como la puerta se abría de golpe, acompañado de unos pasos gruesos.

Me quedé quieta, tratando de escuchar con atención, y maldiciendo a quien fuera por haber interrumpido un momento así que tenía conmigo misma. Aun que en el fondo, estaba pidiéndole al cielo que fuese Lucas.

Pero no. No lo era. De igual manera me quedé sumida en ese silencio, y la tensión se agrandó más cuando Thomas piso la sala y se encontró conmigo allí, sentada.
Él llevaba el cabello mojado, haciendo que el rubio que lo caracterizaba, se volviera casi marrón por la humedad. Su nariz estaba roja, y sus labios también. Noté que tragaba fuerte con cada segundo que pasábamos así, simplemente mirándonos a los ojos, sin saber como reaccionar ante nuestras presencias.

Ambos sabíamos que ese era el inicio. Porque el encuentro anterior, donde me delato frente a Liam, solo había sido algo que nunca pasó.

—Chiara. — Logró decir. —Perdóname, no sabía que estabas aquí.

—N-no t-te preocupes... — Susurré y bebí un sorbo del café para disimular que los nervios me estaban comiendo el estómago.

— ¿Te atrapó la lluvia? —preguntó intentando salir del momento tenso.

—No. — Fui cortante pero intenté arreglarlo. — ¿Y a ti?

Una pequeña sonrisa se le marcó, pero desapareció a los segundos. —Chistosa. — Negó con su cabeza. — ¿Te ha llamado Liam?

—No. — Volví a decir.

Él me miro serio, pero hacia un esfuerzo por mantener la cordura, lo podía ver.

—Bien... me llamó hace media hora y dijo que enseguida te llamará.

—Bien.

—Bien.

—Bien.

— ¿Hasta cuándo repetirás lo mismo?

—Cuando tú dejes de hacerlo. ¿Algo más que añadir?

—No. —dijo volviéndose a la puerta. Había entrado a buscar un pendrive. —Que tengas buenas noches, Chiara.

La cerro un poco fuerte, y por alguna razón, cuando desapareció de mi vista, desee volver a tenerlo frente a mi, y platicarle de todo lo me había ocurrido en el tiempo en el que se ausentó. Desde donde dejó de ser parte de mi vida. Desde que había comenzado a extrañarlo. Y también cuando me mentí a mi misma haciéndome pensar que ya había dejado de hacerlo.

Cuando dejamos de sentir miedo.Where stories live. Discover now