Capítulo Veintisiete.

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Thomas Morgan.

Deje que Chiara durmiera de nuevo en mi cuarto. No sabía como había logrado escapar de su departamento, se rehusaba a contármelo. Pese a eso, aún seguía conteniendo el aire después de como la oí desnudarse con palabras. Sentía una mezcla de todo; orgullo por haberla visto afrontando su mayor miedo. Me sentí privilegiado al haber sido la primer persona con la que ella hablara de algo que consideraba tan intimo. Y al mismo tiempo, estaba con una tristeza e impotencia profunda, por no haber podido hacer nada, y por jamas percatarme de algo tan traumante cuando estuve cerca de ella en aquellos tiempos.

Caminaba inquieto por los pasillos y terminé asomado en la ventana de la sala de estar. La abrí y saqué de mi bolsillo un cigarro. Lo prendí y me lo lleve a la boca, para después soltar el humo.
¿Por qué a ella?
No podía creer como el tipejo que tenía pinta de ser un chico bueno, en realidad le había arrebatado la inocencia a una niña, y a una adolescente. Y era aún peor... ¿Cómo carajos se atrevía a aparecer de nuevo frente a ella?
Chiara ya tenía sus casi veinte años, lo estaba esperando. Ya no tenía doce, ni trece, así que podía pensar con más claridad, y darse cuenta de las cosas que no debía dejar que siguieran ocurriendo en su vida.  La admiraba por eso, porque poco a poco estaba comenzando a tomar la madurez que necesitaba para tomar decisiones y para lanzarse al abismo aun que fuese notable lo mucho que le costaba.

Había llamado a Lucas, necesitaba hablar con él. Era una persona neutra cuando Liam y yo teníamos problemas, y probablemente era el más sensato y el que más centrado en poner los pies sobre la tierra estaba.
Tocó la puerta veinte minutos después. Y le envié por mensaje diciendo que pasara, que la puerta estaba abierta. No tenía las fuerzas suficientes para caminar un tramo corto.

—Ok... no me asustes. —dijo apareciendo por la puerta. —Si me llamaste a las tres de la madrugada es porque algo terriblemente grave ha sucedido.

—Shhh. — Lo callé diciéndole después en voz baja que Chiara estaba durmiendo en mi habitación y que no deseaba despertarla.

Él me miró asombrado y confundido.

—Ha llorado demasiado. Le preparé algo de comer mientras se tomo una ducha con agua helada y luego de comer, se durmió. —dije un poco ausente. Creo que por la hora.

—Oí lo que sucedió. Bueno, escuché la versión de Liam. — Se sentó en el taburete que estaba al lado de una maseta, y apoyó sus brazos en la ventana dejándolos caer. — ¿Así que te follaste a su hermana? — Se rió irónicamente.

—Patrañas.

—Creo que si la historia hubiera sido distinta, me lo habría tragado definitivamente. Porque, joder, tú y esa chica tienen una química envidiable que se puede notar incluso cuando ni siquiera están cerca. — Admitió y me dejo duro. —Pero que vah. Las cosas no me cerraron cuando apareció Georgia en el medio.

—Estaba celosa, ¿pero que derecho tenía? Ha armado un problemon.

—Espero que no estes pensando en volver a hablar con ella. Porque te buscará, eso seguro.

—Ni aun que me bebiese diez botellas seguidas de Ron. Por favor. — Le pasé un cigarro a él porque sabía que lo necesitaría.

Lucas siempre fue el más centrado, como dije. Pero no tenía idea de hasta que punto podría llegar eso.
Él también había visto crecer a Chiara a nuestro lado. Es más, creo que ella lo veía como si fuese otro hermano más. Y él, había compartido demasiado con Xan... ese chico que no quería volver a ver en mi puta vida.
En cambio, yo no, porque no me gustaba lo que él hacía. Y si, podía haber sido un hijo de puta en algún momento de mi adolescencia, y no me quiero excusar, pero lo solia hacer cuando estaba ebrio, porque era consciente de que eran actitudes que después me harían sentir mal y culpable.

—Quiero que te prepares mentalmente... — Me sentía un poco agitado.

— ¿Que pasa?

—Es sobre Xander.

—Habla ya.

—Sobrepasó sus limites con Chiara, cuando ella apenas era una niña. — Solté de manera brusca. Pero es que no tenía conocimiento de que otra manera debía hacerlo.

— ¿Qué? — Se puso de pie y me observó atónito. — ¿A-abu...

—Sí.

—Carajo. — Se dejo caer de nuevo y parecía estar nadando perdido en el mar. — ¿Desde cuando lo sabes?

—Desde hace unas horas. Era por eso que ella no quería quedarse en su departamento cuando él llegó pisándole los talones a Liam. Tendría que haberlo sospechado desde el día en que le dije que él vendría. — Lloraba, ya no lo podía seguir evitando.

—Dios mio. — Se tomó la cabeza con las manos. —Significa que Liam aun no lo sabe, ¿cierto?

— ¿Cómo crees que vaya a reaccionar?

—Muy mal, claro. Ella es su bebé. Tú lo sabes. Se enojo contigo porque creyó que te aprovechaste de lo vulnerable que a veces se muestra, cuando tiene al peor ser humano metido en su propia casa. — Fue la primera vez que oí odio en su voz.

—Chiara necesita nuestro apoyo.

—Y lo tiene.

—En la mañana hablare con ella.

—Quizás sea bueno que hablemos con ella y le demos fuerza para que tome la decisión de confesárselo a su hermano. Lamentablemente no podemos hacer nada más. A nuestras manos solo queda escucharla y contenerla. Pero no es de nosotros, es de ella. Es ella quién debe decírselo.

Cuando dejamos de sentir miedo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora